La inflación inevitable

En mi nota del 12 de julio sostuve que en el mejor de los casos, si no hay golpe institucional de por medio, la economía argentina sufrirá estancamiento con inflación, una enfermedad que los economistas denominamos “estanflación”.

Este pronóstico no se basa en lo que pueda hacer el gobierno de aquí en adelante, sino en lo que han hecho los gobiernos de Duhalde y de Kirchner desde enero de 2002 hasta hoy. Aún si el gobierno de Cristina Kirchner aplicara las mejores políticas económicas imaginables, un cierto período de estancamiento con inflación es inevitable.

Peor aún, si se continuaran aplicando las políticas del llamado “Modelo Productivo”, es decir si se perseverara en tratar de mantener el Peso permanentemente devaluado, en lugar de estancamiento con inflación, como ocurrió varias veces entre 1975 y 1987, tendríamos algo peor: fuerte recesión con hiperinflación, como en el período 1988-1990.

De los dos escenarios posibles, mi pronóstico se apega al menos malo, porque, aún sin anunciarlo, el Gobierno está permitiendo que el Banco Central aplique una política monetaria con cierto sesgo anti-inflacionario, que no se había visto desde los tiempos de Alfonso Pratt Gay. El riesgo de caer en hiperinflación aumentaría si la actual situación política llevara a un cambio de gobierno en medio de un desorden como el de diciembre de 2001 y volvieran a tomar el poder, directa o indirectamente, los que creen que los problemas se resuelven con la emisión monetaria y la devaluación permanente de la moneda.

Tengo la sensación que el Gobierno está comenzando a darse cuenta que para frenar la inflación debe darle poder a Martín Redrado, el Presidente del Banco Central, y quitárselo a Guillermo Moreno, el Secretario de Comercio. Como ocurre en todos los países civilizados.

Pero este tímido movimiento en la dirección de la racionalidad económica, en el mejor de los casos, podrá evitar la hiperinflación, pero no conseguirá evitar la estanflación. Esto es así, porque la combinación de una política monetaria laxa, comprometida en el objetivo de no dejar apreciar el Peso, con políticas represivas de la inflación, aplicadas sistemáticamente y de manera cada vez más autoritaria, ha creado inflación reprimida de entre el 56 y el 125 %.

Esta medición de la inflación reprimida surge de un trabajo que realizamos recientemente con Joaquín Cottani y que a partir de hoy se puede consultar, en inglés, en el sitio del Grupo de los 30. Tan pronto como tengamos la traducción al castellano, incluiremos este estudio en la sección «artículos» de este sitio.

El trabajo que realizamos con Joaquín Cottani se titula “Distorsionando la Micro para embellecer la Macro”, y describe todas las distorsiones que se fueron acumulando desde enero de 2002 para tratar de evitar el aumento de un gran número de precios muy importantes en la economía argentina. Estas distorsiones adoptaron la forma de congelamiento de tarifas de servicios públicos, retenciones a las exportaciones, prohibiciones de exportar, controles de precios y subsidios sólo parcialmente compensatorios.

Como era de esperar, todas estas distorsiones han llevado a desajustes entre la oferta y la demanda de los bienes y servicios afectados, que ya se están tornando insostenibles. Es decir, que desde hace algún tiempo comenzaron a manifestarse en desabastecimiento o en precios libres, mas altos que los ordenados por el Secretario de Comercio, y mucho más elevados que los que se hubieran dado en ausencia de las distorsiones. De hecho en alguna medida estos fenómenos se vienen dando desde principios de 2007, aunque el gobierno ha tratado de esconderlos con los cambios arbitrarios en la forma de medir la inflación que desde entonces viene introduciendo el INDEC intervenido.

Las mediciones serias de la inflación sostienen que en 2007 el costo de la vida aumentó alrededor del 20 % y en lo que va de 2008, la inflación se ubica entre el 25 y el 38 %. En un sitio muy interesante, denominado www.inflacionverdadera.com, se hace un seguimiento diario de dos componentes importantes de la inflación: el índice del costo de la canasta básica y el índice de alimentos y bebidas, y sus cifras desmienten categóricamente las que reporta el INDEC controlado por Guillermo Moreno.

Al ritmo de la inflación actual, suponiendo que el gobierno aplique una política monetaria auténticamente anti-inflacionaria y el precio del dólar se mantenga en alrededor de 3 pesos, se necesitarán entre dos y cuatro años para eliminar la inflación reprimida. Si se lo quisiera hacer más rápido, digamos en un año, la inflación podría escalar a más del 56 % anual. Y si las circunstancias de la economía global o la situación política interna obligaran a eliminar de golpe las retenciones a las exportaciones, la inflación anual podría trepar al 125 % anual.

En cualquier caso, la combinación de una política monetaria suficientemente restrictiva como para evitar la devaluación del Peso, con la eliminación gradual o rápida de las distorsiones, provocará caídas de la demanda de muchos bienes y servicios, por lo que no será posible mantener un ritmo rápido de crecimiento de la economía. En el mejor de los casos se asistirá a un período de estancamiento del nivel de actividad económica, con serios riesgos de recesión.

Todo este razonamiento parte del supuesto que a partir de ahora el Banco Central se hace cargo de la responsabilidad de luchar contra la inflación e impide la devaluación de la moneda. Si esto no ocurriera, el devenir económico se tornaría mucho más grave, con riesgos crecientes de fuerte recesión e hiperinflación. Un deterioro extremo de la situación política como la que se dio a fines de diciembre de 2001, que condujera a un cambio desordenado de gobierno, transformaría estos riesgos en una casi certidumbre.

En una próxima nota contestaré una pregunta que muchas personas bien intencionadas me fornulan: ¿Porqué no podría el gobierno de Cristina Kirchner aplicar políticas capaces de producir de inmediato estabilidad y crecimiento, como ocurrió en 1991?

Hasta pronto…

Sucesión infernal de conflictos sectoriales

Hace casi un año que no escribo en este sitio… Y a pesar de ello, cientos de amigos siguen visitándolo periódicamente. En las últimas semanas se multiplicaron los mensajes de lectores que quieren conocer mi opinión sobre lo que está ocurriendo en nuestra Patria.

Pues bien, el título de esta nota resume mi pronóstico para los próximos tres años, es decir, de aquí hasta el momento en el que estaremos votando para elegir un nuevo Presidente. De aquí al 2011 asistiremos a una sucesión infernal de conflictos sectoriales, ninguno de los cuales encontrará una solución duradera. Viviremos un período de tres años de estanflación, estancamiento con inflación.

Soluciones sostenibles a todos estos conflictos sólo se darán cuando un nuevo gobierno, con ideas claras sobre lo que significa para un pais contar con buenas instituciones políticas y económicas, reemplace, más que a los Kirchner, al anti-sistema económico y político que emergió del golpe institucional de Diciembre de 2001.

Para los que se ilusionan con la posibilidad de un golpe institucional que derrumbe a los Kirchner, como en Diciembre de 2001 nos derrumbó a De la Rúa y a mí, mi mensaje es contundente. Un nuevo golpe institucional sólo traería más desorden y confusión, y los conflictos, en lugar de estanflación, terminarían provocando hiperinflación.

Los únicos que hoy podrían organizar un golpe institucional como el de Diciembre de 2001, son los mismos actores de aquella época, o los que piensan como ellos. Son los que creen que la inflación es un remedio.., no una enfermedad. Y son los que, en lugar de darle prioridad a la división republicana de poderes como forma de gobierno, creen en el apoyo de las corporaciones y del poder económico como forma de someter al Congreso y al Poder Judicial a los caprichos del Poder Ejecutivo.

Prefiero ser optimista y pensar sobre el futuro sin golpe institucional de por medio. Es decir, con los Kirchner gobernando hasta diciembre de 2011, para ser reemplazados por un gobierno muy diferente…, pero muy distanciado también de las ideas e intereses que penetraron a la sociedad Argentina desde Enero de 2002, con la llegada de Duhalde al Poder.

Para quienes me piden una opinión sobre el conflicto con el campo, los invito a releer los artículos titulados El Campo tiene razón y Leche para hoy, hambre para mañana… que escribí en 2003 y 2005, respectivamente. El primero cuando el campo hizo una huelga al gobierno de Duhalde, por su política agropecuaria, y el segundo, cuando el gobierno de Kirchner aumentó las retenciones a las exportaciones de leche e impuso controles de precios en el mercado interno.

Lo sorprendente es que el campo haya esperado tanto tiempo para manifestar su oposición al trato obscenamente discriminatorio al que ha sido sometido desde que en el país se comenzó a hablar del "Modelo Productivo". La única explicación posible es el formidable mejoramiento de los términos del intercambio externo con que la economía global ha beneficiado a la Argentina desde el año 2003 en adelante. De no haberse dado este inédito beneficio para el país, el campo hubiera acentuado su reclamo de 2003, al comienzo mismo del gobierno de Nestor Kirchner.

Para entender porque Nestor Kirchner está tan obsesionado por que el gobierno no aparezca aflojando frente al legítimo reclamo del campo, es necesario advertir que el conflicto con el campo es el primero que aflora con indudable respaldo popular. Pero Nestor Kirchner sabe que hay otros que pueden aparecer con igual o incluso mayor respaldo social. Por ejemplo, el trato no sólo injusto sino también inhumano al que han sido sometidos más de un millón y medio de jubilados para los que no se aplicó la movilidad de la Jubilación contemplada por las leyes en vigencia.

Sobre este tema también he venido escribiendo en los últimos años. Invito a mis lectores a releer los artículos titulados Las leyes en vigencia contemplan la movilidad de las jubilacionesLa Corte puso las cosas en su lugar que escribí en 2005 y 2006 respectivamente. Es notable que el Congreso no haya cumplido con su obligación de disponer anualmente el porcentaje de movilidad para todos los jubilados, como lo dispone la Ley de Solidaridad Previsional, y que tampoco haya tratado una nueva ley que adopte un esquema automático de movilidad, imprescindible cuando una economía vuelve a estar azotada por la inflación.

Es sorprendente que aún no se hayan organizado marchas al Congreso para exigir una reparación a esta tremenda injusticia. Pero Nestor Kirchner sabe que este legítimo reclamo no tardará en aflorar, con no menos apoyo popular que el que hoy cuenta el reclamo del campo.

Hay muchos otros conflictos en puerta, pero para no alargar esta nota, sólo quiero remitir a mis lectores a un artículo que escribí a principios de 2003 y que anunció lo que se venía. "Inflación por puja distributiva"es otra forma de llamar a la sucesión infernal de conflictos sectoriales que estoy describiendo como escenario de los próximos tres años.

Basta por hoy!  Siendo que reinicio el reencuentro con mis lectores, debo dejar material para la próxima nota…

El Simulador Previsional está nuevamente online

Varios visitantes de este sitio me alertaron que no podían acceder al Simulador Previsional a que hacía referencia mi artículo titulado: "Las leyes en vigencia contemplan la movilidad de las jubilaciones". A pesar de que dicho simulador sólo calcula el ajuste de las jubilaciones hasta 2005, decidí volverlo a incluir en este sitio porque el tema tiene hoy más vigencia que nunca.

Visite la sección "Otros" para acceder al simulador previsional.

 

Vuelve la industria del Juicio Laboral


Entre los retrocesos más preocupantes de la organización económica Argentina está sin lugar a dudas la interpretación judicial de las normas laborales que resulta de la ofensiva gubernamental en contra de las reformas de los 90s.

IDESA, el Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina, que dirige Osvaldo Giordano, publica artículos semanales que describen con mucha claridad la naturaleza del problema que se está recreando.

Recomiendo a mis lectores acceder al sitio www.idesa.org y leer en particular el último informe semanal titulado «Se podrian sumar 30 mil juicios laborales por año».

Un reportaje nunca publicado


Un periodista interesado en nuestra historia reciente me pidió, hace algún tiempo, una entrevista que nunca publicó. Como sus preguntas me parecieron muy interesantes, quiero compartir, con mis lectores, las respuestas que le di. Como se trata nuevamente de una vuelta al 2001, a quienes ya estén cansados de leer mis escritos sobre este tema les pido disculpas y los invito a que sólo lean la respuesta a la última pregunta.

Periodista: ¿Usted no se dio cuenta en 2001 que Argentina no era competitiva?

Por supuesto que me di cuenta que la Argentina no era competitiva. La desvalorizaciòn del real, la depreciaciòn del Euro desde 1999 y la extrema apreciaciòn del Dòlar durante 2001, a pesar de la recesiòn que se vivìa en ese paìs y en muchas regiones del mundo, habìan deteriorado la competitividad de la economìa Argentina. Además, el excesivo gasto público y el endeudamiento, particularmente de las provincias, encarecían los costos internos de todas las actrividades productivas.

Pero resolver este problema mediante una devaluacióbn y pesificación forzada era castigar a la gente de una manera brutal. Yo no quería que ello ocurriera.

Por eso pusimos en marcha el Plan de Competitividad, que contemplaba acuerdos sectoriales para recuperar la competitividad de la economía, sin hacerle soportar el costo a los trabajadores y jubilados. Si se hubiera continuado con esta política, a partir de 2002, con la devaluación del dólar en el mundo y el aumento de los precios de las commodities que vino de la mano de la fuerte expansión de China e India, se habría producido una recuperación mucho más genuina de la competitividad, que la que se obtuvo por la devaluación.

Periodista: ¿Y con respecto a las deudas de las provincias y de las empresas, no advirtió que eran impagables?

Por supuesto que me di cuenta. Por eso encaramos primero el blindaje, luego el megacanje, y cuando vimos que las tasas de interés no bajaban y que, por el contrario, el riesgo país seguía aumentando, pusimos en marcha un programa de reestructuración ordenada de la deuda, que sólo pudimos concretar en relación a la deuda interna. Ese programa daba una solución a la nación, las provincias y al mismo sector privado, para el que también se contemplaban mecanismos de refinanciación de pasivos, particularmente de aquellas empresas que habían caído en mora.

Pero Duhalde prefirió tirarles el problema de las deudas provinciales y empresarias a los ahorristas y trabajadores. Yo nunca quise que el problema del endeudamiento se resolviera a partir de una caída del salario real y de las jubilaciones de casi el 50 % y de una virtual expropiación de los ahorros de la gente. Yo nunca hubiera autorizado una devaluación combinada con pesificación forzosa de los depósitos.

Periodista: ¿Pero Usted creó el corralito, que luego provocó la pesificación y la devaluación.

Todo lo contrario. El corralito, que no significaba expropiar ningún ahorro, sino que sólo obligaba a que los ahorros se movilizaran a través del sistema bancario, tenía por objeto evitar la desvalorización de los depósitos. Lo que ocurrió después, fue que Duhalde dispuso que los ahorros de la gente financiaran la licuación de los pasivos de las empresas y de las provincias, y, para confundir y hacer creer que eso tenía que ver con el corralito, le llamaron Corralón. Pero nunca tuvimos la intención de que el corralito terminará en lo que decidió Duhalde. Eso era lo que queríamos evitar.

Periodista: Usted mismo pidió una rebaja del 13 % de los salarios públicos y las jubilaciones. Así que era consciente que el pato lo terminarían pagando los trabajadores.

La rebaja del 13 % abarcó sólo a los salarios del sector público y a las jubilaciones superiores a 500 pesos del 1 a 1. La devaluación seguida de pesificación provocó una reducción real de los salarios, a través del impacto inflacionario, de más del 50 %. Aún hoy, seis años después, los trabajadores de la economía informal tienen salarios inferiores a los de diciembre del 2001, y lo mismo pasa con los jubilados que cobraban por entonces más de 500 pesos. Fíjese que en el caso de los jubilados que cobraban más de 1.000 pesos en 2001, hoy todavía soportan una reducción de sus jubilaciones del 40 %.

El salario Real de los trabajadores formales, después de caer casi el 50 %, recuperó los niveles de diciembre de 2001 recién en 2006, la jubilación mínima recién recuperó los niveles reales de 2001 en 2004, y, como dije antes, los salarios reales de los trabajadores informales y las jubilaciones de los que ganaban arriba de la mínima, aún hoy están peor que en nuestra época.

Periodista: Usted diría entonces que quisieron sacar a De la Rúa del gobierno para hacerle pagar el costo de la solución de los problemas de competitividad y endeudamiento a los más pobres?

Sin ninguna duda. Y lo hicieron para poder decir que la culpa era nuestra y no de ellos. Por eso esperaron hasta el momento de mayor debilidad nuestra, cuando el Fondo Monetario también quería empujarnos a la devaluación y al Default, y en lugar de ayudarnos a enfrentar esa postura, se transformaron en sus ejecutores, echándonos la culpa a nosotros.