La habilidad persuasiva de los ideólogos del Modelo “Productivo”

Cuarta nota de seis

Lamentablemente, pese a que su influencia inicial fue atenuada, los ideólogos del Modelo “Productivo” lograron imponer su interpretación de la historia económica de la Argentina y han logrado que muchos dirigentes políticos y analistas mediáticos, la utilicen para interpretar la realidad económica de la Argentina actual.

Como ejemplo de esta interpretación equivocada de la historia merecen mencionarse:

a) el olvido de la inflación, la stagflación y la hiperinflación, como enfermedades endémicas de la economía Argentina durante cuatro décadas;

b) la desestimación de los impuestos distorsivos como factores que encarecen y desalientan las inversiones, la producción y el empleo en los sectores más productivos de la economía;

d) la ponderación de la sustitución de importaciones como estrategia de crecimiento y la desestimación de la apertura de la economía como promotora de eficiencia económica y de competitividad externa.

e) la identificación de la Convertibilidad con el “atraso cambiario” ocasionado por la tablita de Martínez de Hoz como responsables del estancamiento de la economía Argentina durante las últimas décadas, omitiendo deliberadamente cualquier mención a los atrasos cambiarios del Ministro Gelbard entre el 73 y el 75 y del Ministro Sourrouille entre 1985 y 1987, gestiones ambas que lo tuvieron a Lavagna como miembro de los respectivos equipos económicos;

Néstor Kirchner fue, lamentablemente, uno de los dirigentes convencidos por los ideólogos del Modelo “Productivo. Este hecho demuestra su habilidad persuasiva, porque me consta que Kirchner antes era conciente de la importancia de erradicar la inflación y estuvo en contra del abandono de la Convertibilidad en 2002, que entendía muy bien que los déficits y no la Convertibilidad eran los responsables del endeudamiento público, a punto tal que durante los 90 nunca endeudó su provincia. En aquel entonces estuvo de acuerdo con la eliminación de los impuestos distorsivos y siempre reclamó la coparticipación automática de todos los impuestos recaudados por la Nación. Además nunca adhirió a los reclamos proteccionistas de los industriales ineficientes y siempre se opuso a los gravámenes que desalientan la exportación desde las economías regionales.

A pesar de haber tenido estas actitudes claras en el pasado, Kirchner sucumbió a los poderes persuasivos de los ideólogos del Modelo “Productivo”

Cabe preguntarse dónde radicó la clave de este éxito persuasivo. La clave estuvo en la combinación de varias circunstancias que favorecieron la difusión de sus ideas:

a) la conveniencia para muchos empresarios, muy influyentes en los medios de comunicación, de esta interpretación de la historia, como forma de cargar la solución de sus problemas de endeudamiento a costa de ahorristas, trabajadores y jubilados, sobre las espaldas políticas de los gobiernos anteriores;

b) la desvalorización del Dólar a escala global (de más del 40 % frente al Euro, por ejemplo), el impresionante aumento de los precios internacionales de nuestros principales productos de exportación y la abundante liquidez internacional que produjo una bonanza mundial nunca antes vista;

c) la existencia de una moderna estructura productiva en el sector agropecuario, la minería y los sectores industriales que habían logrado re-equiparse y modernizarse durante la década de los 90; esta circunstancia permitió aprovechar rápidamente la mejora en los términos del intercambio externo.

d) la modernización de la infraestructura y el excelente grado de capitalización que tenían los sectores de la energía y otros servicios públicos en el momento en que se lanzó el Modelo Productivo; esta circunstancia permitió esconder hasta hoy el proceso de descapitalización y deterioro en que entraron esos sectores desde 2002;

Los ideólogos del Modelo “Productivo” tuvieron una habilidad destacable en atribuir todos los costos de las nuevas medidas al Modelo de la Convertibilidad y de apropiarse de todos los beneficios de las circunstancias internas y externas que posibilitaron una rápida recuperación de la economía y cuatro años sucesivos de crecimiento a ritmo asiático.

Ahora están tan engolosinados con este éxito propagandístico que se han lanzado a convencer a los argentinos que los costos que aún no han sido advertidos por la sociedad, pero que pronto se pondrán de manifiesto con elocuencia, no son responsabilidad del Modelo “Productivo” que ellos pregonan, sino de los errores cometidos por los ejecutores pragmáticos desde la salida de Lavagna del gobierno de Kirchner.

En esta nueva campaña propagandística, esperan tener la complicidad resignada de los derrotados ideólogos liberales, que, por odio a Kirchner, estarán dispuestos a adherir no sólo a las críticas de los ideólogos del Modelo Productivo, sino a su interpretación de la historia, aunque ésta los condene al papel de ingenuos divulgadores del “Consenso de Washington”.