La recuperación global ya ha comenzado, pero será lenta.

Hace un año se multiplicaban los pronósticos catastróficos sobre la economía global. Había gente que pronosticaba el derrumbe del sistema financiero de los principales países del mundo y el colapso de los mercados de capitales. Aparecía el fantasma de la Gran Depresión de los años 30 acompañada por deflación y desocupación generalizada. Hoy predomina una visión diferente. Se discute si la recuperación de la economía será vigorosa o lenta y si habrá o no recaída. Pero ya casi todos los expertos consideran que se ha aventado el riesgo de depresión asociada con deflación. La preocupación por la inflación que podría derivarse de la enorme expansión fiscal y monetaria impulsada por los principales países del mundo para eliminar el riesgo depresivo no es generalizada y quienes demuestran inquietud por el riesgo inflacionario no lo ubican muy cercano en el horizonte temporal.

En la mayor parte de las economías emergentes hay más optimismo que en las economías maduras, particularmente en aquellas que se preocuparon por abrir y mantener abiertas muchas oportunidades de inversión productiva y modernizadora de las respectivas economías nacionales. El crecimiento liderado por la inversión en las economías emergentes ayudará a la recuperación de las economías maduras, porque éstas obtendrán ingresos a través de la exportación de bienes de capital y tecnología y aumentarán su inversión en investigación y desarrollo, aprovechando las ventajas comparativas que ofrecen sus universidades y centros de investigación. La recuperación de las economías maduras será lenta porque el alto nivel de endeudamiento de sus familias y la necesidad de digerir el elevado stock de viviendas y edificios que quedaron sin vender al explotar la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos, Inglaterra, España, Irlanda y otras economías nacionales, impedirá que se mantenga el alto ritmo de crecimiento del consumo que caracterizó al período anterior al inicio de la crisis global.

Quienes temen que este proceso de recuperación se vea interrumpido por una recaída durante el año próximo, argumentan que cuando los tesoros y los bancos centrales de los países que tuvieron que incurrir en fuertes déficits fiscales y mucha expansión monetaria traten de revertir esas políticas, volverán a poner frenos a la expansión de la demanda global. Ello podría provocar una nueva recesión. Este riesgo sería muy elevado si la recuperación de las economías maduras adquiriera gran velocidad en los próximos trimestres y se reinstalaran presiones inflacionarias globales como las que se observaron hasta el segundo trimestre de 2008, originadas en el vertiginoso aumento de los precios de las commodities. Pero en la medida que la recuperación de las economías avanzadas sea lento, como parece más probable por las razones antes explicadas, los tesoros y los bancos centrales no se apresurarán a revertir las políticas expansivas.

Así como la crisis global tuvo poco efecto sobre la economía argentina, este pronóstico positivo sobre la economía global tampoco significará una contribución significativa a la solución de los problemas estanflacionarios por los que atraviesa nuestra economía.

A diferencia de la mayor parte de las economías emergentes que se mantuvieron bien integradas a la economía global, Argentina cerró y no parece dispuesta a abrir oportunidades de inversión productiva, por lo que no puede esperarse una recuperación del crecimiento liderado por la inversión. Para abrir ese tipo de oportunidades de inversión el gobierno debería eliminar impuestos distorsivos, revertir las formas erráticas de intervención estatal en la economía que ha venido aplicando en los últimos años  y crear un clima de seguridad jurídica que no se visualiza en el horizonte.

Tampoco puede esperarse la reinstalación de un clima sostenible de estabilidad de precios, porque la situación fiscal tanto de las provincias como de la Nación tiende a agravarse en un contexto de ausencia casi total de crédito público y privado, lo cual, de no variar pronto, va a obligar al banco Central a relajar su política monetaria.

La única señal positiva la están dando los mercados de bonos y acciones que, respondiendo al nuevo discurso del Ministro de Economía sobre las relaciones financieras de Argentina con sus acreedores, insinúan una tendencia a la desactivación de las expectativas de default y expansión monetaria descontrolada. Ojalá Nestor Kirchner no desautorice esta muestra de sensatez del nuevo equipo económico, que ya se venía percibiendo en la prudencia con que el Banco Central manejó la política monetaria a lo largo de los dos últimos años.

«No habrá colapso, sí estanflación»

REPORTAJE DE JORGE AMORIN PUBLICADO POR LA REVISTA PRENSA ECONOMICA

DOMINGO CAVALLO

«No habrá colapso,  sí estanflación»

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Según el ex ministro la situación favorable de precios internacionales le pondrá un piso a la economía, pero si no hay cambios ve una recesión larga y un rebrote de la inflación. Afirma que el actual gobierno debe producir un sinceramiento de la economía y pagar los costos políticos. Es optimista para después de 2011 sobre la calidad de un futuro gobierno de Reutemann o Cobos.

Los años no parecen desgastarlo -hace poco cumplió 63-; el ímpetu y la pasión con que defiende cada una de sus opiniones permanecen intactos. Entre viaje y viaje, Domingo Cavallo atiende en su oficina de Buenos Aires, una coqueta casa en barrio Parque, asistido por José Luis, su secretario de toda la vida. Después de una larga entrevista telefónica con un periodista chileno, Cavallo se dispone a atender a Prensa Económica y a responder las preguntas, sin eludir ninguna.

¿Cómo ve las perspectivas económicas de la Argentina, a partir de la crisis actual?

– Hoy Argentina tiene una economía muy mal conectada con el mundo y muy desorganizada internamente. La administración de Duhalde primero y sobre todo de Kirchner después, han recreado los mismos defectos que tenía la economía en aquella época. Estamos viviendo un clima de estanflación, con mucha inflación reprimida, pero al mismo tiempo desinversión y fuga de capitales. De no cambiar la tendencia vamos a estar mucho tiempo con estanflación, es decir estancamiento e inflación.

La gente se ha pronunciado en las últimas elecciones por un cambio de rumbo, pero ese cambio recién va a llegar en forma creíble con un nuevo gobierno que asumirá el 10 de diciembre de 2011. Por lo tanto, en los próximos dos años, lo mejor a lo que podemos aspirar es a que el gobierno de los Kirchner produzca un sinceramiento de la economía y no traslade al próximo gobierno todos los desequilibrios de oferta y demanda, monetarios y fiscales, que acumuló en estos años.

La cuestión es cómo llegamos a 2011. ¿Estamos en peligro de un colapso en algún momento de esta transición?

– No, de un colapso no. Ahora lo que tiene que venir es un sinceramiento, es decir: dejar que las tarifas de los servicios públicos reflejen la realidad, eliminar las retenciones y las prohibiciones para exportar, de forma que los precios de los productos agropecuarios también reflejen la realidad de los mercados, más los aumentos de salarios que gestionen los trabajadores y el déficit fiscal que va a adquirir importancia financiado sólo con emisión monetaria. El peligro es que todo esto lleve a un clima inflacionario todavía más severo del que hoy se está viviendo y que el mismo cree más incertidumbre, paralice más aun la inversión y acentúe la estanflación. Eso es lo peor que nos puede pasar.

Por otra parte, no se puede esperar un clima mucho mejor. Porque para atenuar el impacto del sinceramiento sobre la inflación sería necesario gozar de crédito para financiar en parte el déficit con financiamiento y no con emisión monetaria, pero este gobierno prácticamente está imposibilitado de recrear el crédito para la Argentina, porque nadie le cree, ni le va a creer aun cuando anunciara políticas correctas.

Esa posibilidad de inspirar confianza y enderezar la economía en la buena dirección la va a tener el próximo gobierno.

De todos modos, la situación de precios internacionales, que sigue siendo favorable a la Argentina, le pone una suerte de piso a la economía que impide pensar en un fenómeno tipo colapso.

En parte se podría asimilar la situación al momento del «efecto tequila», por la carencia de instrumentos de política monetaria, cambiaria y la falta de financiamiento externo…

– El tequila fue el típico caso de un shock externo, pero precedido por un proceso de fuerte crecimiento e inversión, y con una economía bien organizada internamente. Por eso el shock, si bien fue muy fuerte, se pudo revertir rápidamente porque se consiguió financiamiento externo. En menos de un año la economía salió de la recesión, pero sin haberse desorganizado en ningún momento.

Ahora el shock externo no es tan grande, porque los precios de la soja no bajaron tanto. Fue mucho peor para México o Chile. Además Argentina no tenía un gran endeudamiento que aparejara el peligro de que capitales de corto plazo colocados localmente se fueran. Sin embargo, a pesar de que el shock externo no fue muy grande, hay una gran salida de capitales, pero no de fuentes externas, sino que es el ahorro de los argentinos que se está yendo al exterior por desconfianza y por falta de oportunidades en el país. Y esto porque la política del gobierno ha sido totalmente agresiva contra los que invierten y producen en los sectores más eficientes de la economía argentina.

A pesar de su crítica al llamado modelo productivo, lo cierto es que en los primeros años de su aplicación se produjo un fuerte crecimiento económico y caída de la desocupación…

– Eso tuvo que ver con la suba de los commodities, una bonanza internacional que alcanzó a casi todos los países emergentes. Muy distinto a lo que pasó desde 1998 a 2002, en que el clima externo nos fue totalmente desfavorable. El precio de la soja, estaba en 120 dólares la tonelada, hoy está cerca de 400 y llegó a estar a 600. En cierta medida las condiciones externas siguen siendo favorables para la Argentina.

Además, en los ’90 se había invertido muchísimo en infraestructura y también en la modernización del sector industrial, por ejemplo el automotriz. Así preparada, la industria pudo aprovechar el aumento de la demanda por exportaciones y por sustitución de importaciones y creó empleo. Pero no hubo más inversión modernizadora, sobre todo en infraestructura. De este modo el país va degradando su competitividad. Además, las ganancias fáciles que tuvieron algunos sectores, alentadas por la devaluación, no se transformaron en inversión eficiente, porque el gobierno no generó el clima necesario y porque las ganancias fáciles por lo general llevan a la fuga de capitales más que a la inversión productiva.

Además se atacó al sector más eficiente, como es el agro. Se había hecho una gran inversión en el mejoramiento de la calidad de la ganadería. Cuando los mercados del exterior pagaron los precios más altos de la historia se prohibió la exportación de esas carnes. Esos despropósitos explican la situación que estamos viviendo en la Argentina, que tiene poco que ver con la crisis internacional, es una crisis autogenerada por los propios errores de política económica del gobierno.

Los actuales problemas en la economía, ¿son por defecto del modelo o más bien por fallas de implementación de la política económica?

– Lo que ellos llamaron el modelo, fue una devaluación más allá de lo que hubiera sido necesario. Eso fue así porque antes de devaluar pesificaron y la gente que tenía dólares se encontró de golpe con que tenía pesos desvalorizados y quiso recomponer rápidamente su portafolio en dólares y entonces el precio del dólar subió a cuatro pesos, cuando lo razonable hubiera sido que se fuera a 1,40.

Una vez que el dólar se fue a las nubes dijeron, aprovechemos esto para gravar a los sectores de exportación. En todo caso ese gravamen tendría que haber sido transitorio, pero lo dejaron como permanente y lo fueron aumentando. Hasta las exportaciones industriales tienen gravamen.

Eso hizo que las exportaciones, pese a la fuerte devaluación, fueran perdiendo competitividad. Brasil tiene hoy mucho más capacidad industrial exportadora con el dólar a 1,90 reales que la que tenemos nosotros con un dólar a casi cuatro pesos. Eso demuestra que la competitividad no depende del nivel del tipo de cambio, sino de la calidad de la inversión y de los esfuerzos que se hagan para incorporar tecnología de avanzada y disminuir los costos unitarios de producción y mejorar la calidad de los productos.

¿Qué tiene que hacer la Argentina para volver a aprovechar plenamente las condiciones que le siguen siendo favorables?

– Debe retomar la relación que tenía con el mundo en los ´90 y la organización económica que había en esa época. Yo estoy convencido que cualquier gobierno que emerja, ya sea Reutemann o Macri por un lado o Cobos o Binner por otro, van a tener que cambiar de rumbo. Primero que nada en política exterior, no puede ser que Argentina tenga rotos los puentes con todo el mundo y que solamente tenga buena relación con Chávez y sus adlateres. Argentina debe volver a reinsertarse en el mundo, tener presencia en los foros internacionales, ser una nación respetada porque a su vez honra sus compromisos y se conduce con seriedad.

Además, tiene que organizar su economía sobre la base de un sector público balanceado, transparente, con prioridades de gastos, con una buena política tributaria, y con un sector privado que goce de la libertad e incentivo de invertir y producir con eficiencia y comercializar sus productos con competencia interna y externa.

Usted ha afirmado que el gobierno debería buscar en esta circunstancia la ayuda de Duhalde y Lavagna. ¿A qué se refiere con esto?

-Yo creo que Duhalde y Lavagna, que fueron los iniciadores de lo que ellos llaman el modelo productivo, podrían ayudarlo a Kirchner a reacomodar la situación y a revertir algunos de los desequilibrios que se han creado, de manera más coherente que lo que está haciendo el gobierno hoy en día. Además no puede ser que los Kirchner no tengan con quién consultar las decisiones. Necesitan ministros que no sean simplemente implementadotes de sus decisiones, sino que les discutan y que los ayuden a encontrar soluciones. Sin duda, después de 2011 la situación va a ser totalmente distinta, pero para que el tránsito hasta entonces implique los menores costos sociales sería conveniente que pongan toda la carne al asador y los que iniciaron este nuevo paradigma, se vuelvan a unir para darle un final mínimamente decoroso.

Y de paso también para que paguen los costos políticos que todo ese reajuste va a generar…

– Lo que sería muy malo para la Argentina, sería que se creyera que Duhalde y Lavagna son la alternativa que nos va a permitir que en la próxima década Argentina progrese. Si ellos tienen un rol a jugar deben hacerlo dentro de este paradigma que ayudaron a definir. Además, tienen el imperativo moral de ayudar al país a salir de los Kirchner, que fueron inventados por ellos. Quienes desean que los Kirchner no terminen el mandato están equivocados: ellos deben finalizarlo y asumir las consecuencias de sus errores.

Usted lo conoció bien como gobernador a Kirchner, tuvo buena relación con él e inclusive lo aconsejó en algunas cuestiones financieras…

– El era un gobernador disciplinado fiscalmente, lo cual me parecía bien y era lo que necesitábamos; muy pocos gobernadores lo eran. Y además Kirchner apoyó todas las políticas de los noventa.

¿Nunca le hizo alguna crítica hacia las llamadas políticas neoliberales de esa época?

– En absoluto. Era un ejecutor a pie juntillas de las políticas que ahora califican como neoliberales. El privatizó el Banco de Santa Cruz, el apoyó y gestionó que se aprobara la ley de privatización de YPF y en general estuvo de acuerdo con todas las reformas que yo implementé mientras fui ministro de Economía. Para mi fue una sorpresa que pusiera de manifiesto que su ideología era ésta con la que gobernó al país.

¿En ese entonces le pareció una persona que sabía de economía?

– El dice que sabe de economía. Pero en todo caso lo que conoce es la importancia que tiene una buena administración presupuestaria, en el sentido de que no haya un desequilibrio global, un déficit. Pero también es clave la calidad del gasto y la manera como se recaudan los impuestos y a eso Kirchner no le presta ninguna atención. Si uno mira la calidad del gasto, es desastrosa, el grueso del gasto son subsidios económicos, no con sentido social y financiamiento de inversiones que deberían estar a cargo del sector privado. Y no se está atendiendo bien el gasto en seguridad social, ni en salud, ni en educación, ni en seguridad que son las funciones esenciales del estado.

Y por el lado de los impuestos, la recaudación es alta, pero toda basada en impuestos distorsivos.

¿Kirchner le pidió consejo sobre la colocación de los fondos de Santa Cruz, obtenidos por la privatización de YPF?

– El me pidió consejo sobre qué hacer con esos fondos. Yo le sugerí que no los gastara y que los invirtiera en acciones de YPF. Resultó un muy buen consejo, porque el compró a 19 pesos -que representaban unos 500 millones de dólares- y cuando Repsol hace la oferta por YPF en el ’99, vende esas acciones a 44 pesos, con lo cual se debe haber hecho de más de mil millones. Qué pasó entonces yo no sé, a mi no me pidió consejo y yo no estaba en el gobierno. Además, él no ha rendido cuentas a nadie que pasó con ese dinero, donde estuvo depositado, cuanto rindió, qué se hizo con esos intereses. Hace un tiempo dijeron que habían traído 500 millones de dólares, pero no se sabe donde están, y además ahora la provincia tiene un déficit de 2.000 millones de pesos, que son precisamente 500 millones de dólares. Para mi es un misterio que pasó, como lo es para todos. Y yo digo que Kirchner tiene que explicar este tema, porque de estas cosas, sumar, restar y administrar portafolios sí sabe, porque es lo que ha hecho toda la vida.

¿Qué opinión tiene de los que mencionó como probables candidatos presidenciales?

– Yo soy optimista con respecto a la Argentina a partir de 2011. Tanto Reutemann como Cobos, me parecen personas muy sensatas, que no son autoritarias, que van a buscar consenso y sobre todo van a tener buenos equipos, se van a asesorar, van a tener un gabinete que va a funcionar como tal. No creo que ninguno de los dos vaya a tener la actitud de Kirchner de creerse autosuficiente y tener a los ministros como mandaderos. Cualquiera de los dos va a encarar la gestión de gobierno como se lo hace en los países normales.

RECUADROS

Su peor error político.

Cavallo está de acuerdo en que su regreso al ministerio de Economía con el gobierno de Fernando de la Rúa fue su peor error político. «Yo sobreestimé mi capacidad y también los apoyos con que contaría para poder enfrentar esa crisis -confiesa-; ese fue un error de apreciación de mi parte. Pero tuve la mejor de las intenciones: tratar de ayudar a resolver un problema dentro de las reglas de juego que Argentina tenía. Yo quería que se reestructurara la deuda y se bajara la factura de intereses, pero no estaba de acuerdo en que nos vieran como defaulteadores seriales. Y en cuanto a bajar el gasto público y algunos ingresos, había que hacerlo en forma transparente, no a través de un golpe devaluatorio e inflacionario brutal, que produjo un deterioro de los ahorros, los salarios y el nivel de vida de la gente mayúsculo. Yo creo que cumplí con mi deber. Por eso pienso que sería un deber de Lavagna, acudir, si es que lo convocan en este fin de época, a tratar de encontrar alguna salida, como yo lo hice en el año 2001».

De brujo a escrachado

Desde su fama de «brujo» de la economía a los escraches de los atrapados por el «corralito» hubo un viraje demasiado brusco. ¿Sentirá como algo injusto su imagen negativa en la ciudadanía? «Creo que es injusto -reconoce Cavallo-, pero no puedo recriminarle a la gente que tenga esa imagen. Cada uno es fruto de las circunstancias que le toca vivir. La imagen que tenga yo no es muy relevante para el país, lo que sí es importante es que la gente tenga una idea equivocada de cómo debe funcionar un país para ser estable y desplegar justicia distributiva, que no es precisamente lo ocurrido en los últimos años. La estanflación duró en la Argentina 15 años, desde 1975 hasta 1990. Eso es un costo muy grande para el país. Yo espero que estos dos años y medio que le quedan a los Kirchner sean suficientes para que después la gente se de cuenta de que tiene que apoyar a un gobierno que haga algo totalmente diferente. Y ya empezó a manifestarse en esa dirección».

Un retorno difícil

Se dice que los políticos sólo se retiran con su último aliento. En el caso de Cavallo un eventual retorno parece particularmente difícil, aunque por supuesto nada es imposible en política.

Cavallo afirma que no sabe si en algún momento va a volver a tener una oportunidad de actuación política: «No sé, ni me preocupa mucho -aclara-. Porque yo creo que los hombres políticos somos poco importantes. Salvo cuando tenemos la oportunidad de hacer cosas concretas en pro o en contra del país. Lo importante es que la sociedad encuentre líderes que la ayuden a ponerse en orden. Yo, seguramente algo voy a poder hacer, desde mi pensamiento, mis opiniones, pero para jugar el rol que yo jugué en el pasado se necesita tener el apoyo de la gente y generar confianza, eso, en este momento obviamente no son atributos que yo tenga.

En qué anda ahora?

¿Cómo se desarrolla hoy en día la vida diaria de Cavallo? «Le dedico un par de horas diarias a mi blog -explica-. Después preparo conferencias, hago asesoramientos a empresas privadas, que es de lo que vivo. A veces tengo invitaciones de grupos que asesoran a gobiernos, por ejemplo ahora acabo de estar en China discutiendo un tema de cómo hacer para preservar las reservas frente a posibles golpes inflacionarios o devaluación del dólar. Eso me genera satisfacción intelectual, pero no ingresos. Sí me reditúan las conferencias, o los asesoramientos sobre alguna inversión en la Argentina o en el exterior. El año pasado publiqué un libro, «Estanflación» y ahora pienso publicar otro, pero el título no está definido».

FRASES DESTACADAS

«En los próximos dos años, lo mejor a lo que podemos aspirar es a que el actual gobierno produzca un sinceramiento de la economía».

«La posibilidad de inspirar confianza y enderezar la economía en la buena dirección la va a tener el próximo gobierno»

«Las ganancias fáciles que tuvieron algunos sectores, alentadas por la devaluación, no se transformaron en inversión eficiente».

«Yo soy optimista con respecto a la Argentina a partir de 2011. Tanto Reutemann como Cobos, me parecen personas muy sensatas».

«Duhalde y Lavagna deberían ayudar a los Kirchner, si fueran llamados, para hacer frente a este fin de época»

«Kirchner, como gobernador, era un ejecutor a pie juntillas de las políticas que ahora califican como neoliberales».

Tiene Argentina oportunidades para un futuro mejor?

Esta es la pregunta que me plantearon los organizadores del XXI Congreso Nacional de Exportadores organizado por ANALDEX en Bogotá, Colombia, el 3 y 4 de setiembre de 2009. Paso a transcribir una síntesis de mi respuesta:

Las perspectivas de mercado para los productos de exportación en los que Argentina tiene ventajas comparativas son muy buenas. Lo mismo ocurre para la mayor parte de las economías de América del Sur, ricas en recursos naturales y que, a partir de esta ventaja, han desarrollado actividades manufactureras y de servicios tanto para la provisión de insumos como para la transformación de las materias primas.

El desarrollo de las economías emergentes, en particular aquellas densamente pobladas del Asia, han venido demandando crecientes volúmenes de todo tipo de productos intensivos en recursos naturales, en particular: alimentos, minerales y combustibles. Y estos son, precisamente, los productos para cuya producción los países de América del Sur son eficientes.

Si bien la crisis económica global detuvo y revirtió parcialmente el vertiginoso aumento de los precios de estos productos que se había dado entre 2003 y 2008, ahora, a mediados de 2009, cuando comienza a insinuarse la recuperación de las economías desarrolladas y vuelven a crecer con vigor las economías asiáticas, los precios de esos productos están retomando su tendencia positiva. Todos los pronósticos señalan que, en la próxima década, el nivel de los precios que los mercados pagarán por estos productos estará muy por arriba del promedio de esos mismos precios en la década del 90, aún cuando no lleguen a alcanzar nuevamente los precios record de mediados de 2008. Esta son las buenas perspectivas a las que me referí al comienzo.

En el caso particular de la economía Argentina, la evolución de la economía global ha resultado altamente positiva desde 2003 hasta la fecha, incluso en los peores momentos de la crisis internacional, durante el último trimestre de 2008 y el primer semestre de 2009. Los precios de los productos de exportación continúan siendo dos o tres veces más altos que en promedio de los años 90 y no hay grandes riesgos de que disminuyan. Sin embargo, la economía Argentina que en la década de los 90s había eliminado totalmente la inflación y logró crecer a un ritmo anual del 9 % entre 2003 y 2008, se encuentra ahora inmersa en un complejo enredo “estanflacionario” que no tiene visos de revertirse, al menos, hasta el año 2012.

La recesión combinada con inflación que hoy azota a la economía Argentina tiene poco que ver con la crisis económica global. Su origen es autóctono. Tiene que ver con la desorganización en que cayó la economía Argentina a partir del default de la deuda pública y de la pesificación forzosa de todos los contratos que se produjo alrededor del Año Nuevo de 2002. Desde entonces, además de reintroducirse la inflación inercial en la economía, se fue acumulando un proceso muy severo de inflación reprimida y nunca se recuperó el crédito interno y externo.

La inflación reprimida es el resultado del congelamiento, en pesos, de todos los precios y tarifas de los servicios públicos, a pesar de la fuerte devaluación de 2002 y de la tendencia al aumento de los precios internacionales de la energía. También es el resultado de la aplicación de fuertes retenciones (impuestos sobre las exportaciones) que se aplican a los productos agropecuarios y energéticos, con el objetivo de desvincular los precios internos de los precios internacionales. Y, por si todo esto fuera poco, se aplicaron con extrema arbitrariedad, controles de precios sobre los productos de la canasta familiar.

Las intervenciones del Estado que dieron origen a este fenómeno de inflación reprimida explican también el enorme aumento de las erogaciones presupuestarias para cubrir con subsidios las diferencias entre los precios de bienes y servicios y sus costos de producción. Como los subsidios no alcanzan a cubrir los costos de capital, en los sectores con precios congelados o controlados se ha paralizado el proceso de inversión, incluidas inversiones de mantenimiento. La consecuencia natural de este proceso de des-inversión ha sido el estancamiento y, en algunos casos, el retroceso de la capacidad productiva, con lo que a partir del año pasado han comenzado a aparecer y agravarse permanentemente los problemas de des-abastecimiento en muchos sectores de la economía.

Además, para poder financiar los crecientes subsidios y el aumento descontrolado del gasto público, el gobierno ha recurrido a los impuestos a las exportaciones con lo que ha conseguido que, a pesar de las excelentes condiciones externas, se haya detenido también la inversión en el sector agropecuario, el de mayores ventajas comparativas que tiene la Argentina.

A pesar de que el aumento inédito en el nivel de presión tributaria que pudo aplicar el Gobierno de Néstor Kirchner, permitió al Gobierno cancelar anticipadamente la deuda con el FMI por 14 mil millones de dólares, no existió preocupación alguna para buscarle una solución al problema de los más de 20 mil millones de dólares de la deuda pública que siguen en default (los denominados “hold outs”). Además desde enero de 2007 el Gobierno comenzó a alterar los índices de precios de manera de retacear el ajuste de los títulos de la deuda pública que habían sido emitidos a partir de la reestructuración de fines de 2001. Estas dos actitudes y varias otras de la misma naturaleza, impidieron que Argentina recuperara el crédito público a pesar de las muy favorables condiciones internacionales. No sólo se perdió el crédito público sino que a partir del segundo semestre de 2007 una buena proporción de ahorros argentinos comenzaron a emigrar al exterior. Al terminar el primer semestre de 2009 la fuga acumulada de capitales, iniciada en 2007, asciende ya a más de 40 mil millones de dólares.

Cuando ya no puede mantenerse reprimida la inflación y reaparece el déficit fiscal y, para colmo, no se dispone de acceso al crédito público, el resultado inevitable es la recesión con inflación. La crisis internacional, si bien alivia las presiones inflacionarias por vía de la baja de los precios de exportación, tiene el efecto de reducir la recaudación impositiva y agravar la situación fiscal. El efecto neto sobre el problema estanflacionario no es significativo. Por eso es correcto afirmar que la estanflación tiene un origen eminentemente autóctono.

Argentina podrá aprovechar las oportunidades que vuelven a abrirse con la recuperación de la economía global sólo si produce un replanteo integral de las reglas de juego de su economía. Esta posibilidad se abre a partir de la elección presidencial que llevará a que se inaugure un nuevo gobierno el 10 de diciembre de 2011. Antes de esa fecha, lo mejor que puede esperarse es que el gobierno actual ya no pueda sostener los desequilibrios en los precios relativos y en las cuentas fiscales y deba producir un “sinceramiento” de la economía, de tal forma que no quede activada una bomba de tiempo para el inicio de la nueva gestión.

El replanteo integral requiere que vuelva a organizarse la actividad económica del sector privado a partir de mercados abiertos, con competencia y sin intervenciones distorsivas del Estado y que el sector público readquiera una adecuada disciplina presupuestaria sin impuestos a las exportaciones. En síntesis, para aprovechar las oportunidades que se le presentan, Argentina tiene que volver a organizar su economía con el tipo de reglas que afortunadamente Colombia nunca abandonó. Desafortunadamente Argentina, como también vuestro vecino Venezuela, sí lo hizo y ahora estamos pagando las consecuencias.

Roberto García entrevistó a Domingo Cavallo en «La Mirada»

Con un poco de demora debido a que hace ya diez días que no estoy en mi oficina, sino viajando de un lado para el otro, decidí subir esta versión digitalizada de la entrevista que me hizo Roberto García dos lunes atrás. Quiero aclara a los visitantes de este blog que cuando acepté esta entrevista no lo hice para referirme a los dichos de Luis Barrionuevo. Pero a pesar de que la nota comenzó con ese tema, irrelevante por cierto, luego se extendió a otros que pueden ser de interés de quienes siguen mis opiniones.