Los devaluomaníacos quieren esconder la mano.

Es asombroso lo que ha pasado después que yo publicara en mi modesto sitio un artículo titulado “Quien asesora a Cristina en materia financiera?”

Marcelo Bonelli, en su programa “A dos voces” en TN dijo que yo hice un pronóstico “tenebroso” y Eduardo Van der Kooy y Julio Blanck, nada menos que dos de los principales columnistas políticos del Diario Clarín, me asignaron el premio Pinocho por mi “pronóstico mentiroso de que el dólar va a subir a 4,47 pesos”. Solo faltaría que salga Ignacio de Mendiguren en nombre de la Unión Industrial a acusarme que yo quiero que el dólar se escape!

Puede ser que no hayan leído mi artículo que de ninguna manera pronostica un dólar de 4,47 pesos. Todo lo contrario, advierte sobre el peligro de corrida contra las reservas del Banco Central, precisamente para que la eviten, lo que es perfectamente factible si dejan de cometer errores.

O quizás lo leyeron, y para evitar que Cristina le preste atención, decidieron no reproducirlo sino presentarlo como un supuesto operativo desestabilizador de Cavallo. Yo creo que esa es la verdadera razón por la que se ocuparon de mi artículo en sus programas de televisión y en el diario para el que escriben.

Pero, porqué quieren que yo aparezca como desestabilizador? A nadie que conozca mi absoluta pasividad política de los últimos tiempos se le puede ocurrir que yo pueda estar tratando de desestabilizar. Tratando de desestabilizar a quien? Con qué dirigentes políticos o empresarios o sindicales me reúno? Cuantos medios de comunicación frecuento y que capacidad de influir en el pensamiento y la acción de actores relevantes tengo?

La razón por la que han salido a tergiversar mi opinión no puede ser una sorpresa para quienes conozcan la trayectoria de estos periodistas, especialmente su actuación durante los episodios de diciembre de 2001 y enero de 2002. Todo el mundo mínimamente informado sabe que bregaron con gran entusiasmo no sólo por la pesificación asimétrica y la devaluación de Duhalde, sino que han sido los voceros más destacados de la demanda permanente del dólar caro y del peso depreciado.

Mientras yo escribía artículos diciendo que “Es positivo que el Peso y el Real se fortalezcan” como lo hice ya en marzo de 2003, ellos seguían pidiendo un dólar bien alto y alertaban contra la apreciación del Peso. Allá por julio de 2005, cuando yo escribí mi artículo titulado “La culpa la tiene la devaluación” me criticaron porque dije que sin retenciones a las exportaciones el precio del dólar podría haber bajado a 2,20 o 2,40, como lo había hecho el Real por la misma época.

Y siempre que yo puse a Brasil como ejemplo para señalar que la apreciación de la moneda ayuda a estabilizar la economía me trataron de retrucar diciendo que yo quería quitarle competitividad a la industria. Por supuesto que nunca se ocuparon de destacar que durante la convertibilidad tuvimos superávit comercial permanente con Brasil y desde 2002, con un peso muy desvalorizado, tenemos déficit comercial con nuestro vecino.

Por eso, y para facilitar la comunicación, yo me he referido a ellos como lo hago en el título de este post. Sin lugar a dudas se merecen el apodo de “devaluomaníacos”.

Ahora que yo he escrito cinco notas para señalar cómo se puede luchar contra la inflación, de las que se deduce claramente que sostengo que el peso no tiene que devaluarse más, los devaluomaníacos me quieren hacer aparecer como pronosticando o, peor aún, promoviendo que el dólar suba a 4,47!

Pueden ser tan burros que no hayan entendido mi artículo? Es tan difícil comprender que yo calculé el precio del dólar que podría ser defendido por el Banco Central en caso de una corrida extrema contra sus reservas? El número 4,47 surge de dividir los 179 mil millones de pesos de pasivos monetarios del Banco Central por los 40 mil millones de dólares de reservas que quedarán luego de pagarle al Club de París.

Precisamente el objetivo de mi artículo es abrir los ojos de Cristina Kirchner para que advierta que el mal asesoramiento que la llevó a hacer el anuncio de ese pago, tal como lo hizo, aumenta la probabilidad de un escenario que estoy seguro que ella y su gobierno quieren evitar.

No creo que el gobierno esté dispuesta a aplicar una política monetaria muy restrictiva, con altísimas tasas de interés, que seguramente pararía una corrida aún con reservas escasas, pero al costo de una recesión muy severa. Por eso es muy importante que tenga una estrategia inteligente para recuperar el crédito público sin tener que acudir al uso de las reservas del Banco Central, que no son del Gobierno, para afrontar los vencimientos de capital adeudado de aquí al final de su mandato.

Nadie, a esta altura, puede dejar de advertir que la inflación se debe a la devaluación del Peso. O es casualidad que el índice de precios mayoristas haya aumentado tanto como el precio del dólar (alrededor de 200%) y que el aumento del costo de la vida, si fuera bien medido, seguramente estaría muy cerca de es mismo porcentaje? Que precios o que salarios creen los devaluomaníacos que se podrían mantener permanentemente atrasados frente a una nueva devaluación de nuestra moneda?

Por eso no hace falta ser muy versado en economía para saber que una nueva devaluación sólo agravará el problema inflacionario que ya se está transformando en insoportable.

Pero entonces, que quieren los devaluomaníacos cuando pretenden hacerme responsable del pronóstico de una nueva devaluación? No me cabe ninguna duda que, como ellos sí están promoviendo el aumento del precio del dólar, quieren volverme a transformar en el chivo expiatorio, como lo hicieron con la devaluación del 2002.

Por entonces, a la pesificación asimétrica combinada con devaluación y congelamiento de depósitos le llamaron “corralón” para que la gente la asociara con el corralito y prendiera el argumento de que yo era el responsable del caos que ellos contribuyeron a crear deliberada y alevosamente. En aquella oportunidad se salieron con la suya. Ellos tiraron la piedra, escondieron la mano y me transformaron en el chivo expiatorio. A esa exitosa operación mediática de los devaluomaníacos nunca la voy a poder revertir.

Pero ésta vez no se saldrán con la suya. Los que tiren las piedras no podrán esconder la mano. Voy a concentrar mis esfuerzos comunicacionales, ahora que ellos mismos le han hecho propaganda a mi sitio, para desenmascarar a los verdaderos desestabilizadores.

La devaluación lleva inevitablemente a una mayor inflación, tarde o temprano, y yo quiero que el Gobierno tenga éxito en su lucha con la inflación. Es lo que necesitamos todos los argentinos, aunque no convenga a los intereses a los que responden los devaluomaníacos.

Quien asesora a Cristina en materia financiera?

Mi impresión es que la misma persona o grupo de personas que asesora a la Presidenta en materia de comunicación pública es la que le brinda asesoramiento en materia financiera. Lamentablemente las finanzas son algo muy delicado y complejo como para que se maneje así.

Me explico. La decisión anunciada esta mañana por Cristina Kirchner de instruir al Ministro de Economía para que disponga cancelar la deuda de Argentina con el Club de París con reservas del Banco Central, por 6.700 millones de dólares fue sin duda una forma eficaz de informar al público en general, aquí y  en el mundo, que Argentina tiene voluntad de pagar sus deudas. La noticia ya está en los mas importantes diarios on-line del exterior y será tapa de todos los diarios argentinos mañana. Esto ya ocurrió cuando Nestor Kirchner dispuso cancelar anticipadamente la deuda con el FMI.

Pero mi impresión es que los expertos financieros bien informados sobre la realidad Argentina no se dejarán impresionar por esta decisión. Cuando entren en los detalles van a concluir que el riego de default o de desestabilización monetaria y financiera de Argentina ha aumentado.

Quienes temían y temen un nuevo default de la deuda siempre se refirieron a la deuda con los tenedores de bonos, sean en pesos ajustables por CER o en dólares. Nadie dudaba que Argentina no volvería a declarar una nueva moratoria de la deuda con el Club de París, simplemente porque lo había hecho a principios de 2002 y continuaba en esa situación. Se descontaba que tarde o temprano el gobierno se iba a ver obligado a renegociar o pagar.

Por consiguiente, los expertos financieros que asesoran a los acreedores tratarán de indagar si, habiendo  pagado lo que se debía al Club de París, a nuestro país le resultará más fácil o más difícil atender los vencimientos de la deuda en bonos durante los años 2009 y 2010.

No podrán sino concluir que el pago al Club de París no libera crédito para futuros vencimientos de la deuda en bonos. Sí podrá facilitar el acceso de Argentina al crédito país a país para el financiamiento de importaciones asociados a proyectos de inversión, y eso es bueno, especialmente si los proyectos de inversión son mejores que el del tren bala. Pero para atender futuros vencimientos de la deuda en bonos, en la medida que esos vencimientos excedan el superávit fiscal luego del pago de intereses, se necesitará emitir nuevos bonos o usar reservas del Banco Central. No hay otra alternativa.

Cabe preguntarse entonces, ahora que no se le debe al Club de París, será más fácil colocar nuevos bonos? Y con respecto a la posibilidad de usar reservas del Banco Central para afrontar el vencimiento de la deuda en bonos, será más fácil o más difícil luego de que hayan disminuido en 6.700 millones de dólares? La respuesta es que ahora será más difícil, tanto colocar nuevos bonos en el mercado, como seguir utilizando reservas del Banco Central.

Será más difícil colocar nuevos bonos, porque quienes comprar esos bonos, con la excepción de Venezuela, interpretarán que el gobierno echó manos a las reservas del Banco Central, que no le pertenecen, para evitar someterse a las auditorias del FMI. Y los inversores en bonos soberanos no confían en los países emisores que se niegan a ser auditados y a respetar las reglas de juego de los mercados de capitales. Interpretarán, sin lugar a dudas que el pago anticipado de parte de la deuda con el Club de París, porque no toda estaba vencida, como ya ocurrió con el pago anticipado al FMI, se hizo con el claro propósito de evitar las auditorias del FMI. Por si no estaba claro, Nestor y Cristina Kirchner siempre se preocuparon de recalcarlo.

Sólo así se explica que cancelen anticipadamente deuda que nos cuesta 5 % anual de interés cuando a Chavez le hemos estado pagando 15 % de interés. «Pagamos 10 % más, pero nos sacamos de arriba al FMI», dicen sin tapujos.

Pero, si no se pueden colocar nuevos bonos, cabe esperar que así como el gobierno decidió usar las reservas del Banco Central para pagarle al Club de París, también lo hará cuando deba pagar vencimientos de capital de la deuda en bonos? Los acreedores internos y externos no estarán tan seguros, porque las reservas no son tan grandes como se las pinta y además, hay un impedimento legal para utilizarlas.

Utilizaré unos renglones más para explicar estos dos puntos, porque son muy importantes. Al 20 de agosto, las reservas de divisas del Banco Central eran de 47 mil millones de dólares. Ese activo del Banco Central, el mismo 20 de agosto tenía la siguiente contrapartida en pasivos monetarios: Circulación monetaria: 73 mil millones, depósitos de los bancos en el Banco Central: 26 mil millones, depósitos en moneda extranjera: 12 mil millones, Letras del Banco Central: 48 mil millones, Posición neta de pases pasivos (una suerte de encajes remunerados de los bancos en el Banco Central): 14 mil millones y Otros:6 mil millones. En total, los pasivos monetarios que tienen como respaldo a las reservas ascendían a 179 mil millones, que al tipo de cambio de 3,02 pesos por dólar equivale a 59 mil millones de dólares. Es decir, antes de restar casi 7 mil millones que se utilizarán para pagar al Club de París, ya hay un descalce de 12 mil millones de dólares (59-47). Ese descalce aumentará a 19 mil millones de dólares cuando las reservas bajen a 40 mil millones, después del pago anunciado esta mañana. Cuando hablo de descalce me refiero a la divergencia con la relación de equivalencia entre reservas y pasivos monetarios que exigía la ley de convertibilidad.

Otra forma de ver esta misma realidad es la siguiente. Con 47 mil millones de reservas y 179 mil millones de pasivos monetarios, el tipo de cambio que el Banco Central puede defender frente a una corrida es de 3,80 pesos por dólar. Y con 40 mil millones de reservas, el tipo de cambio defendible por el Banco Central aumenta a 4,47 pesos por dólar.

Será muy difícil entonces, que cuando las reservas bajen a 40 mil millones, el gobierno pueda alegremente seguir utilizándolas para pagar vencimiento de capital de la deuda en bonos, cuando esos vencimientos son del orden de los 10 mil millones por año.

Además de esta dificultad objetiva, que surge de los riesgos que estaría asumiendo el gobierno al desguarnecer a su Banco Central frente a una eventual corrida sobre las reservas de divisas, hay un impedimento legal muy importante. La Carta Orgánica del Banco Central limita el financiamiento que esa institución le puede dar al Tesoro Nacional.

Como las reservas son del Banco Central y la deuda con el Club de París, así como la deuda en bonos, son del Tesoro Nacional, la única forma de poder hacer esos pagos es mediante un préstamo del Banco Central al Tesoro. Para que este sea legalmente factible, tendrán que modificar la ley que organiza al Banco Central. Y ello significa que tendrán que discutir en el Congreso Nacional, precisamente el significado de aquel descalce descrito más arriba. La sola discusión de un tema semejante, va a tener  repercusiones muy negativos en los mercados monetario y financiero. Es una imprudencia correr esos riesgos.

En fin, decidí escribir éste artículo para ayudar a nuestra Presidenta a advertir que la comunicación hacia los potenciales compradores de bonos argentinos es muy diferente a aquella destinada a impresionar a la gente. El anuncio que hizo esta mañana no inpresionará a los potenciales compradores de bonos argentinos. Distinto sería el caso si la Presidenta anunciara que el INDEC deja de mentir sobre el Índice del Costo de la Vida, que Argentina va a renegociar con el Club de París y acepta las auditorias del FMI y que con los recursos que le quedarán por no tener que anticipar todo el pago al Club de París va a tratar de lograr un arreglo con los bonistas que no aceptaron el canje de Lavagna.

En materia financiera Cristina Kirchner debería consultar más al Banco Central y menos a quienes trabajan para la tapa de los diarios.

Quieren provocar un golpe de mercado?

La Presidenta Cristina Kirchner tiene que analizar cuál es la intención de los colaboradores que le sugirieron atacar al Banco de España. Si se trata de personas que entienden como funcionan los mercados de capitales, ella debería advertir que con esa actitud están alentando un golpe de mercado. No cabe otra interpretación racional.

Cualquiera que lea y, luego del asombro inicial, relea esas declaraciones, tiene que concluir que el gobierno piensa plantear un nuevo default de la deuda pública.

Sólo así se entiende que la Presidenta le enrostre al Banco de España haberse equivocado en abril de 2001 cuando sostuvo; «después de un período de turbulencia política el gobierno consiguió la aprobación de un ambicioso plan» cuyos objetivos fueron «reactivar la economía, cumplir los compromisos fiscales ligados a la ayuda del FMI, equilibrar el saldo exterior y recuperar la confianza de los inversores y prestamistas internacionales».

Según La Nación, ya exaltada, la Presidenta lanzó: «Teeextual. Abril del 2001, o sea , a meses del mayor incendio que recuerde nuestra sociedad» y explicó, a continuación, que en 2001 el país estaba «planteando el megacanje», operación que calificó como «una formidable maniobra» de asientos contables para que «los capitales que habían especulado durante décadas en la Argentina pudieran retirarse sostenidos por los propios dineros de los argentinos».

Si quienes asesoran a la señora Presidenta consideran que el megacanje fue una «formidable maniobra» de asientos contables, siendo que gracias a esa operación se logró que voluntariamente los acreedores de Argentina por 30 mil millones de dólares aceptaran extender los plazos de sus acreencias a la misma tasa que ya reflejaba el mercado, se debe concluir que su gobierno descarta totalmente ofrecer un canje de deuda por los vencimientos de capital de los próximos dos años.

Descartado un canje voluntario quedaría como alternativa colocar nueva deuda a la tasa de 15 % anual, algo que en julio de 2001, cuando yo era Ministro de Economía me negué a hacer. En la práctica el gobierno de Cristina Kirchner ya ha descartado también esta alternativa al disponer la recompra de los bonos que había colocado sólo tres semanas atrás. Debe interpretarse que advirtieron que era mucho peor que la alternativa del canje voluntario.

Descartado el canje voluntario y la emisión de nueva deuda, sólo quedan dos posibilidades: pagar con reservas del Banco Central, como lo ha sugerido el ex Ministro Roque Fernández, o volver a declarar un default de la Deuda Pública. Cualquiera de estas dos alternativas llevarán a un desastre, algo que debería saber cualquier persona que conozca como funcionan los mercados de capitales.

Analicemos primero la propuesta de utilizar las reservas para pagar todos los vencimientos de capital de la Deuda Pública durante los dos próximos años. Son del orden de 14 mil millones de dólares. Hoy las reservas del Banco Central son equivalentes a la suma del dinero en circulación más las letras emitidas por el propio Banco Central. Si el Banco Central se desprende de14 mil millones de reservas sin la contrapartida de una reducción en la misma proporción la circulación monetaria y las letras del propio Banco Central, la gente va a advertir que Los pesos y las letras ya no tendrán respaldo suficiente.

Es altamente probable que ante esa evidencia se produzca una corrida hacia el dólar que llevará o a una gran pérdida de reservas, o a una gran devaluación, o a un enorme aumento en las tasas de interés. O, lo más probable, a una combinación de los tres fenómenos. Eso es, ni más ni menos, uno de los tantos golpes de mercado de la economía argentina, tan típicos de la época de la estanflación, entre 1975 y 1990.

Si, descartada también la utilización de reservas, se vuelve a declarar un default de la Deuda Pública habrá una corrida contra el sistema bancario, no muy diferente del que se produjo en noviembre del 2001, cuando los rumores de default, que ciertamente no se generaban en el Banco de España, convencieron a los depositantes que se venía el default y, por ende, la insolvencia de los bancos. La sensación de la gente será la misma que en el caso del golpe de mercado.

En realidad, si la Presidente quiere evitar un golpe de mercado, tendría que hacer lo mismo que hicimos en abril de 2001, cuando ofrecimos el denominado megacanje a los acreedores que confiaban en la Argentina. Y, para tener chances de éxito, tendría que convencer al Banco de España y a otras instituciones monetarias del exterior que la intención del gobierno es evitar un default. En lugar de quitarle argumentos para predecir un nuevo default, las declaraciones de la Presidenta, prácticamente invitan a considerarlo altamente probable.

Es imposible que los colaboradores de la Presidenta que le sugieren declaraciones como la que acaba de hacer sobre el Banco de España no sepan que por este camino se termina en un golpe de mercado. Por eso, la impresión que a mi me queda es que alguien en el entorno de la Presidenta, lejos de querer ayudarla a tener éxito, está preparando un golpe de mercado para poder justificar una retirada heroica. Eso es malo para ella y peor para el País.

Lo que nadie se anima a decir sobre Aerolíneas Argentinas

Algunos dirigentes políticos atribuyen el pésimo servicio de transporte aéreo que tenemos en nuestro país a la privatización de Aerolíneas Argentinas llevada a cabo en 1990. Otros dirigentes políticos culpaban del pésimo servicio que tuvimos durante la década del 80, y seguramente culparán del mismo fenómeno en los años próximos, al carácter Estatal de la Aerolíneas Argentinas  que tuvimos hasta 1990 y al de la que tendremos desde ahora en más. Unos y otros están equivocados.

El problema no fue ni será el carácter privado ni el carácter estatal de la compañía. Hay muchas aerolíneas privadas y muchas aerolíneas estatales que prestan buenos servicios en los países en los que operan. En Argentina los problemas han sido dos: 1) la ineficiencia y vocación monopólica de la empresa Aerolíneas Argentinas, tanto cuando fue estatal como cuando fue privada, y 2) la política aero-comercial, especialmente cuando se caracterizó por fuertes limitaciones a la competencia, reservas de mercado y fijación administrativa de las tarifas aéreas.

Pruebas al canto.

La calidad y cantidad de servicios aéreos, tanto de cabotaje como internacionales, mejoró mucho entre 1992 y 2001, pero no porque Aerolíneas Argentinas, como empresa privada, haya funcionado bien. Probablemente, ni siquiera funcionó mejor que cuando era Estatal.  Durante esos años, las ciudades más alejadas del interior, como Posadas y Formosa, Salta y Jujuy, Ushuaia y Río Grande y casi todas las capitales de provincias y ciudades grandes del interior estuvieron conectadas con Buenos Aires con varias frecuencias diarias y, en muchos casos, bien conectadas entre sí. Córdoba llegó a transformarse en un centro de interconexión alternativo al de Buenos Aires.

Córdoba y algunas otras ciudades del interior y no sólo Buenos Aires, estuvieron conectadas con el exterior a través de vuelos no sólo regionales, sino, en algunos casos, directos a ciudades de Estados Unidos y de Europa.

En algunas oportunidades, las tarifas fueron tan bajas, que apenas duplicaban a las de las conexiones por vía terrestre.

Este resultado fue fruto de la apertura del mercado aéreo, tanto de cabotaje como internacional, a un mayor número de compañías y frecuencias, con mas competencia y menos restricciones impuestas por el Estado y a un mayor grado de libertad para la fijación de las tarifas por parte de las empresas prestadoras del servicio.

Aerolíneas Argentinas fue siempre un problema, tanto cuando fue estatal, como cuando fue privada. Siempre fue una empresa muy ineficiente, con vocación monopólica, con sindicatos que nunca se preocuparon por la calidad del servicio y la eficiencia sino exclusivamente por sus ventajas laborales; y con dirigentes empresariales, en sus dos etapas, que no demostraron capacidad y mucho menos eficiencia. Sobre su honestidad, prefiero no opinar, porque no me gusta hacer acusaciones sin pruebas concretas. Pero me da la impresión que hubo corrupción empresaria de todos los colores.

La ineficiencia y el pobre nivel de servicios de Aerolíneas Argentinas fue mas visible y dañino cada vez que la acentuación de su carácter monopólico hizo que todos los habitantes de nuestra Patria, y particularmente los del interior del país, dependiéramos de sus servicios, sin alternativas. Basta recordar lo que ocurrió, por ejemplo, en julio y agosto de 1986, cuando una huelga del personal de Aerolíneas Argentinas y de Austral, que duró 45 días, dejó al interior del país aislado de Buenos Aires y del Mundo, y a los propios habitantes de Buenos Aires, con grandes dificultades para conectarse con el exterior.

Y, para no ir más lejos, desde 2002 hasta acá, cuando prácticamente desaparecieron todas las líneas privadas que operaron durante los noventa, porque no pudieron sobrevivir los efectos de la devaluación, pesificación y recesión de 2002 y volvimos a depender de Aerolíneas Argentinas como oferente casi exclusivo de servicios. En comparación con la experiencia de 1986, en los últimos años tuvimos la suerte de que LAN decidiera seguir operando en el país, aún cuando también fue afectada por la absurda política regulatoria del Estado.

Mienten los que dicen que la privatización de Aerolíneas Argentinas fue un error, o peor, un negociado, en 1990. Si bien Aerolíneas Argentinas no mejoró, como empresa, al menos el Estado Argentino no tuvo que soportar un déficit, que financiaron el Estado Español y, en menor medida, los empresarios que manejaron la empresa. Estoy seguro que ese déficit fue, para los casi 18 años que trascurrieron hasta la re-estatización, de no menos de 2 mil millones de Dólares. No es una cifra sorprendente, porque durante los 80 la empresa había acumulado pérdidas por más de 1 mil millones de dólares. Es probable, que re-estatizada, Aerolíneas Argentinas pase a perder 200 millones de dólares al año, sin contar los subsidios al combustible que el gobierno ha prometido a todos los transportadores aéreos.

Por eso mienten los que dicen que la re-estatización es una solución. Quizá lo sea para los intereses sindicales, que tendrán probablemente un empleador más concesivo. Pero seguramente no lo será para los argentinos.

No debe sorprender que ningún dirigente político se anime a decir estas verdades tan evidentes. Temen que les pase lo que me ocurrió a mí. El señor Basteiro, actual Diputado Nacional Kirchnerista y la señora Castro, actual Embajadora ante el Gobierno de Venezuela, como dirigentes sindicales de Aerolíneas Argentinas, encabezaron los disturbios, los ataques y los insultos con los que quisieron empañar la ceremonia religiosa del casamiento de mi hija en julio de 2001, cuando el pecado del gobierno del que yo acababa de asumir como Ministro de Economía, era tratar de encontrar empresarios que se hicieran cargo de la empresa con el apoyo que estuviera dispuesto a darles el Estado Español, en un momento en que el Gobierno Argentino no tenía dinero ni para pagar los sueldos de los empleados públicos  y las jubilaciones, que eran su responsabilidad inexcusable.

Antes habían tenido la osadía de no sólo bloquear por varios días la autopista a Ezeiza sino hasta cruzar un avión de Aerolíneas Argentinas en la pista, para hacer inoperable el aeropuerto internacional.

Mientras nuestra dirigencia política se deje intimidar por esta clase de sirigentes sindicales, los problemas de  nuestro país no se resolverán. Y mientras se vance en procesos de re-estatización y monopolización de servicios, como lamentablemente está ocurriendo, cada vez estaremos peor.

Lula y la crisis alimentaria mundial

Un amigo me hizo llegar el artículo que transcribo a continuación. Recomiendo su lectura, particularmente ahora que reaparece la protesta del campo.

La inflación en los alimentos se combate con más producción, dijo Lula. Y anunció créditos millonarios.
El presidente brasileño, Lula da Silva, aseguró que en su país se aumentará la producción de granos, legumbres y oleaginosas para garantizar la seguridad alimentaria de los brasileños y frenar, así, la inflación. Y recordó que su país ya es el principal productor mundial de alimentos.
«La crisis mundial de los alimentos tiene que ser encarada por Brasil como una extraordinaria oportunidad para que el país se convierta en el granero del mundo», dijo Lula.
Con pocos días de diferencia, al menos dos veces el presidente brasileño buscó posicionar a su país como principal abastecedor mundial de alimentos.
Queremos aumentar la producción de todos los alimentos: de carne, de leche, frijoles, de arroz, porque cuanto más produzcamos tendremos mayor seguridad alimentaria y precio justo, dijo hace pocos días. Lula sostuvo que incrementar la producción de granos permitirá expandir aún más las exportaciones del país. En este momento en que el mundo entero vive un proceso inflacionario por causa de los alimentos, Brasil es el principal país para producir alimentos en el mundo, expresó en el programa radial Café con el Presidente.
Empresarios y analistas económicos reiteraron en los últimos días que la inflación en Brasil podría superar la meta de 6,5 % en 2008.
Pero Lula Da Silva dijo que la inflación continúa bajo control, está dentro de las metas establecidas por el Gobierno y vamos a trabajar para que siga controlada.
El mismo día en que hizo estos anuncios, y en un acto por el 50° aniversario de la empresa Bayer en Brasil, Lula señaló que no fue por casualidad que Bayer creció en todos los rubros de actuación, en la venta de agroquímicos, porque crecieron la agricultura familiar y el agronegocio, y en la venta de plástico, con el alza de la construcción civil y la industria automotriz.

Por eso, lejos de dormirse en los laureles, el gobierno de Lula preparó un paquete de apoyo financiero para el campo. En total son US$ 50.000 millones para la próxima zafra, de los cuales US$ 10.000 se destinarán para pequeños productores.
Además, desde su Gobierno se descartó que Brasil tome medidas similares a las de Argentina, porque demostraron que no dan resultado, indicaron asesores cercanos al mandatario.

De ninguna manera Lula limitará las exportaciones agrícolas ni las gravará con tasas, ya que eso lleva a desorganizar el sector productivo y se convierte en una trampa, dijo el senador oficialista Aloizio Mercadante. Puntualmente, sobre Argentina, el legislador comentó que Lula piensa que las medidas no surtieron el efecto esperado y, en vez de eso, perjudicaron a la actividad económica del país.
El presidente puso de manifiesto esas ideas en el marco de una reunión ampliada que mantuvo hace algunos días con su gabinete, en la que se discutió sobre distintas alternativas para contener la inflación en Brasil.

Fuente: Agromeat.com