El Valor del Crédito Público

 

Este es el título de un artículo que escribí para El Colombiano, de Medellín. Fue publicado el 26 de marzo en coincidencia con la reunión del BID en aquella ciudad. Acabo de recibir el PDF con la fotocopia de la página de aquel diario con el artículo. Para facilitar su lectura lo transcribo a continuación. Es relevante frente a la decisión del G20 de ayer de aumentar hasta 1.1 billones de dólares las disponibilidades del FMI.

 

 

Que el sector público de cualquier economía nacional goce de buen crédito es siempre importante. En épocas normales un pais que tiene buen crédito público puede emitir títulos de deuda interna o externa para financiar inversiones en infraestructura e, incluso, para dar crédito a las familias y empresas del sector privado que por su tamaño no tienen fácil acceso al mercado de capitales.

Pero es en épocas de crisis recesivas cuando el buen crédito público adquiere su máxima importancia. Para revertir una caída en la demanda efectiva el gobierno tiene que estar en condiciones de financiar el déficit fiscal. Es casi imposible que frente a una crisis recesiva el gobierno pueda mantener el equilibrio presupuestario. La recesión, al mismo tiempo que provoca caídas en la recaudación imposititva, obliga a aumentar los gastos, en especial los relacionados con el seguro de desempleo y aquellos destinados a proveer asistencia social a quienes caen en indigencia.

Si el país no goza de buen crédito público, no podrá financiar el déficit fiscal emergente y se verá obligado a emitir dinero. Un país que no tiene buen crédito público, seguro que tampoco inspira confianza en su moneda. Por consiguiente, la fuerte emisión destinada a financiar el déficit fiscal terminará provocando una fuerte devaluación de la moneda, lo que a su ves empujará al país a la entanflación.

La posible asistencia financiera de los organismos multilaterales de crédito a las economías emergentes que cuidaron en el pasado el crédito público, pero que han visto disminuido su acceso al crédito externo como consecuencia de la crisis financiera global, es fundamental para que su crédito público no se destruya por medidas restrictivas a los pagos internacionales o por incumplimiento liso y llano de sus obligaciones. De ahí la importancia de que en la próxima reunión del G20 los líderes nacionales de los países avanzados se comprometan a ampliar los recursos financieros del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los Bancos de Desarrollo regionales. La mayor parte de los países de América Latina que han cuidado el crédito público, no deberían tener temor de utilizar el financiamiento de estos organismos, porque es precisamente en circunstancias como éstas, en las que la asistencia financiera de los organismos cobra su máximo sentido.

Los países con economías emergentes que hoy prácticamente no tienen crédito público, como es el caso de Ecuador, Argentina y Venezuela, debeían asignar primerísisma prioridad a ponerse en condiciones de ser elegibles para la asistencia financiera del FMI, porque son los que más la necesitarán. Después de haber perdido el crédito público a consecuencia del manejo económico del pasado, es impensable que puedan recuperarlo si previamente no demuestran que son capaces de conseguir la asistencia de los Organismos Multilaterales de Crédito.Lamentablemente ninguno de los tres está enviando señales que indiquen que quieren seguir este camino. Ojalá la próxima reunión del BID en Medellín ayude a que los dirigentes de estos tres países adviertan el callejón sin salida al que está llevando a sus respectivas economías y se apresuren a cambiar de rumbo.