Nueve meses después de haber impulsado el abandono de la convertibilidad, los populistas que apoyaron el golpe institucional del 19 y 20 de Diciembre pasado ya deberían haber advertido que les salió el tiro por la culata. No se puede interpretar de otra manera que ninguno de los candidatos peronistas quiera aparecer respaldado por el Gobierno de Duhalde y que ningún candidato del Partido Radical consiga valores significativos de intención de voto. ¿Cuál es la explicación?
Los populistas de ambos partidos tradicionales, muy particularmente el Duhaldismo y el Alfonsinismo, habían denostado la ley del Déficit Cero, con el argumento de que significaba un recorte del 13 % en los salarios y las jubilaciones superiores a 500 dólares mensuales y que iba a acentuar la recesión. Cuando yo les explicaba que la devaluación como mecanismo alternativo para reducir el gasto público era mucho más costoso, tanto en términos de caída real de los salarios y jubilaciones como en términos de recesión, preferían escuchar los consejos de los que desde afuera del país recomendaban la pesificación y la devaluación. No se dieron cuenta, que los “expertos” de afuera no estaban interesados para nada en defender los ingresos reales de los argentinos, sino en tratar de posicionarse mejor en la negociación en marcha por la reestructuración de la deuda pública.
La exitosa reestructuración de la deuda “interna” que se había concluído el 15 de diciembre por la impresionante cifra de 55 mil millones de dólares, garantizaba a los acreedores nacionales que iban a cobrar en dólares y una tasa de interés razonable. Mucho más baja que la originalmente pactada en los préstamos bancarios que habían sido otorgados a las provincias, pero suficiente como para que las AFJP’s y los bancos pudieran seguir reconociendo y honrando sus deudas con los trabajadores y los depositantes. Los acreedores del exterior, que por pretender legislación extranjera para sus bonos, no participaron del canje de bonos por préstamos garantizados, comenzaron a temer que a ellos se les solicitara una rebaja mayor de los intereses o una quita en el capital. Por eso decidieron boicotear el proceso de reestructuración en dos etapas. Para ello, nada mejor que impulsar la pesificación de todos los contratos hechos en el marco de la legislación Argentina y promover una fuerte devaluación. Los acreedores nacionales que habían entrado en el canje de bonos por préstamos garantizados soportarían de esa forma una quita adicional en el monto de la deuda (posiblemente superior al 50%) mientras que los acreedores del exterior mantendrían inalterados sus derechos en dólares.
Lamentablemente, los dirigentes que apoyaron el golpe institucional, además de populistas son muy ignorantes, y no advirtieron que lo que convenía a los acreedores del exterior significaba una impresionante caída de los salarios y las jubilaciones en términos reales y un verdadero robo a los ahorristas argentinos. Era impensable que se pudiera reducir a la mitad el activo de los bancos y de las AFJP’s y que no se terminara haciendo una quita semejante en el valor de los depósitos y las prestaciones jubilatorias. Sólo la ignorancia de los populistas puede haberlos llevado a aplaudir de pie la declaración del default de la deuda “externa”, para terminar imponiendo una quita de más del 50 % a la deuda “interna”, mientras los derechos y el poder de negociación de los acreedores extranjeros se mantenía intacto.
Algo parecido ocurrió con los ataques furibundos al “corralito” de diciembre. Dijeron que se trataba de una confiscación de depósitos, cuando se respetaba la moneda original y los ahorristas podían disponer de los mismos a través de cheques, transferencias o tarjetas de débito. El abandono de la convertivilidad, lejos de permitirles emitir todos los pesos para abrir el “corralito”, los obligó a crear el “corralón” que, sin lugar a dudas, significó una brutal afectación del derecho de propiedad de los depositantes. En diciembre se rasgaron las vestiduras porque la bancarización forzosa afectaba a los comerciantes y prestadores de servicios acostumbrados a manejarse en efectivo y a no pagar impuestos. Ahora quieren descubrir a los evasores revisando la nómina de depositantes que vieron reducidos sus ahorros a la mitad. Las contradicciones en las que incurren son increibles!
Si el objetivo era mejorar los ingresos reales de trabajadores y jubilados y abrir el corralito, el abandono de la convertibilidad significó, sencillamente, gatillar un arma de la que iba a salir el tiro por la culata. Casi nueve meses de evidencias tan claras debería convencer al Gobierno de Duhalde y al Partido Radical, que es hora de que reviertan decisiones tan equivocadas y restauren en la mayor medida posible el sistema institucional que permitió a la Argentina conquistar la estabilidad y el crecimiento en la década del ‘90. Afortunadamente, los pronunciamientos de la Justicia, están empujando en esa dirección.
Excelente nota, Cavallo. Más claro y consiso sería imposible ni echándole agua!
IGNORANCIA es la palabra adecuada para explicar la posición de los políticos y autoridades que apoyaron la declaración del default y el corralón. Triste ver que con el paso del tiempo, la sucesión de hechos y pronunciamiento de la Corte en el tema han ido en dirección contraria a tu predicción.
En este artículo encuentro respuestas a unas preguntas que te hice sobre tu nota anterior a ésta.
Ignorancia, falta de inteligencia y patriotismo es lo que diferencia a muchos de nuestros políticos de otros.
Pero bueno, hay que trabajar para que cambien las cosas y sobre todo, participar con lo que uno sabe para lograr mejorar las cosas.
Saludos, JdG
Hola Jorge. Yo mismo ya no recordaba esta nota, así que la releí antes de contestarte. Ahora recuerdo que aún, en esa época, Kirchner también criticaba la salida de la convertibilidad. Pero lamentablemente, la falta de inteligencia y patriotismo probó ser más abundante que lo que yo pensaba entonces.