La siguiente nota fue publicada por el Diario Perfil el sábado 1 de agosto. La subo a este sitio por si alguno de los visitantes no la leyó. Lo hago recién hoy porque estuve sin internet durante todo el fin de semana.
El 10 de diciembre de 2007 Cristina Kirchner asumió como Jefe de Estado pero no como Jefe de Gobierno. Los sucesivos jefes de gabinete tampoco jugaron el rol de jefes de gobierno. En la práctica el Jefe de Gobierno, es decir quien manejó a los ministros y adoptó el grueso de las decisiones fue Nestor Kirchner. El 28 de Junio pasado el pueblo desaprobó esa gestión. Nestor Kirchner debe reconocer que ha fracasado como Jefe de Gobierno de facto de su esposa y dar un completo paso al costado. Sólo así logrará salvar la Presidencia de Cristina y reparar, aunque sea en alguna medida, el enorme daño que le ha causado al pueblo y a las instituciones de la Argentina.
Cristina Kirchner debe continuar siendo Jefe de Estado hasta el 10 de diciembre de 2011, pero es imprescindible que se constituya un nuevo gobierno. Ella debe identificar a algún dirigente político en condiciones de conseguir las mayorías necesarias en ambas cámaras del Congreso Nacional y encomendarle esa misión. Debe darle completa libertad para elegir y designar a todos los ministros y demás funcionarios ejecutivos, salvo aquellos secretarios que dependen directamente de la Presidencia.
En mi opinión, el mejor candidato para jugar ese rol es Eduardo Duhalde, quien no puede escaparle al bulto porque es el principal responsable de que los Kirchner hayan llegado al poder. Si Eduardo Duhalde no logra suficiente apoyo en el Congreso Nacional como para formar un gobierno que consiga las mayorías necesarios, Cristina tendrá todavía a Roberto Lavagna y a Felipe Solá como alternativas. Ninguno de los dos debería negarse a intentar formar un nuevo gobierno, porque ambos jugaron roles de suficiente jerarquía durante la presidencia de los Kirchner como para sentirse comprometidos a prestarle un servicio a la Patria en un momento tan difícil como éste.
Los cambios en el gabinete decididos por Cristina luego de la derrota electoral no significan la conformación de un nuevo gobierno. La impresión generalizada es que los ministros y secretarios designados siguen siendo títeres de Néstor Kirchner y no cuentan con apoyo suficiente en el Congreso de la Nación. Aún cuando tuvieran la inteligencia de descubrir cuáles son las soluciones a los problemas, no tendrán la credibilidad ni el respaldo necesario para implementarlas. Los problemas se agravarán día tras día y cada vez será más costoso encontrarles solución.
Mi propuesta no es para nada esotérica. Es la que emerge como la solución política más adecuada, teniendo en cuenta nuestro marco institucional y las circunstancias históricas que estamos viviendo. De paso, una actitud de este tipo de parte de Cristina, obligaría también a Julio Cobos a cumplir plenamente con su co-responsabilidad como Vicepresidente, desalentando a aquellos que quieren verlo ahora reemplazando a Cristina como Jefa de Estado. Si no se avanza en una dirección como la que propongo, es muy probable que Cristina Kirchner encuentre crecientes dificultades para seguir cumpliendo con su responsabilidad como Jefe de Estado. Una salida de ella por renuncia o por juicio político crearía un caldo de cultivo para que los grupos violentos que han venido defendiendo sus políticas terminen también desestabilizando a Julio Cobos si acepta asumir para cumplir con el mandato que el pueblo le dio a Cristina en las elecciones del 2007.
La gravedad de la crisis económica y social por la que atraviesa Argentina exige que los principales actores políticos contribuyan a la formación de un gobierno que pueda adoptar decisiones difíciles pero imprescindibles. Todos los que estuvieron aliados con los Kirchner o le brindaron su apoyo en algún momento, tienen la responsabilidad de ayudar a Cristina a formar un nuevo gobierno. Quienes han estado en la oposición, deben trabajar con responsabilidad para ofrecer una alternativa superadora a partir del 10 de diciembre de 2011. Si se trastocan los papeles y la oposición termina haciéndose cargo del gobierno a mitad de mandato de Cristina, lo más probable es que la política argentina se transforme en un pandemonio.