“A los argentinos les importa más el pasado que el futuro”

Escribe Ezequiel Burgo 

Domingo Cavallo antes citaba a los periodista en el coqueto Café Tabac para charlar. Ahora, estando de paso por Washington DC, lo hace en un Starbucks, algo así como el Mc Donald’s para tomar el café que hoy ofrece el Primer Mundo. El sueldo de un profesor en Harvard no da para lujos. “La gente piensa que estas universidades pagan bien, pero no es tan así”.

El ex ministro llegó caminando con paso tranquilo y disfrutando de un tibio sol a las 8 y media de la mañana. Había poca gente en la calle. Pidió un café y un croissant que devoró en un minuto. Y enseguida se puso a hablar de los principales temas que se trataron en la Asamblea Anual del Fondo: economía de Estados Unidos y China. Más tarde vino la conexión de estos problemas con los mercados emergentes y luego su verdadera pasión: la economía y la política argentina. “En la Argentina no esta dado el clima para una discusión de los temas que verdaderamente importan para el futuro del país”, dice.

Piensa que el actual estado de la economía global es para analizar muy a fondo y que no debe menospreciarse. “pero dada la coordinación que hoy hay entre los policy makers de todo el mundo, no creo que haya un ajuste de Estados Unidos que implique un brusco aumento de tasas de interés”.

El Economista: – ¿Es decir, que no es pesimista con respecto al futuro de la economía global?

Domingo Cavallo: – Mi impresión es que el grado de dialogo e interacción que hoy hay entre los responsables de manejar las economías de l mundo va a permitir finalmente que se coordinen acciones conducentes a corregir los desequilibrios globales. Además creo que va haber tiempo, porque yo no pienso que de repente el mundo pierda confianza en Estados Unidos como lugar donde conservar el valor de sus ahorros. Mientras eso no ocurra no tiene porqué haber un aumento en la tasa de interés de largo plazo. Lo ideal sería lo que recomienda Lawrence Summers, presidente de la Universidad de Harvard: hay que seguir una estrategia gradualista y coordinada con el G-20 que incluye a la India y Brasil.

EE: – ¿Cómo ve a los países emergentes, incluida la Argentina?

DC: – Creo que entre los emergentes es muy diverso el panorama. Hay un elemento común a todas estas economías y es la tasa de interés internacional todavía baja. Los spreads han estado cayendo también, con lo cual ha habido capital disponible para estas naciones. Un grupo de ellas, el que esta haciendo reformas y esta trabajando para que la inversión sea suficiente, representa a las economías que van a tener crecimiento no solamente del producto corriente sino del producto potencial, esto es, la capacidad instalada que es lo importante para que el proceso de expansión sea sostenible en el tiempo. Otras economías en cambio, que en la actualidad se benefician con el flujo positivo de capitales y los altos precios de las commodities, no están abriendo oportunidades nuevas de negocios y tampoco están llevando a cabo las inversiones con eficiencia.

EE: – ¿Se refiere a la Argentina concretamente?

DC: – Bueno, en el caso de la Argentina hay dos problemas. Primero, podemos llegar a tener un problema con la calidad de las nuevas inversiones porque no estan funcionando bien los mecanismos de mercado que deberían orientar de manera eficiente esos capitales. Segundo,  podemos tener un problema de escaso monto de inversión que no alcance para mantener un ritmo sostenido de crecimiento.

EE: – ¿De que depende, según usted, que se vuelva a los niveles normales de antes?

DC: – Tanto el monto de la inversión como la calidad de ésta, depende de las reglas de juego de la economía. El problema de la Argentina es que las tenía y ahora ya no las tiene más. Lo que el gobierno debería hacer es clarificar cuales son estas reglas de juego. A lo mejor lo hará una vez que termine de reestructurar la deuda… pero por el momento si a alguien le preguntan cuales son las reglas de juego de la economía argentina le resulta muy difícil responder. Por ello no me queda claro que pasará en el futuro con la economía; cuanto se va a invertir, como se va a financiar esa inversión y sobre todo de que calidad será esa inversión. Es decir, la gran pregunta acá es ¿cómo van hacer para aumentar la capacidad instalada de la Argentina?. Ese es el tema clave para la sostenibilidad del crecimiento.

EE: – ¿lo que usted menciona, dos tipos de mercados emergentes, es por la imagen distinta que dan Brasil y la Argentina hoy en el mundo?

DC: – Brasil no alteró sus reglas de juego, sigue trabajando en el perfeccionamiento de la organización de su economía. Además ellos no dejaron de cumplir con los contratos y sus obligaciones. Son considerados como una economía normal. La Argentina transmite una imagen que todo lo que se hizo en los noventa se hizo mal, que fue un fracaso total. Pero resulta que hoy se critica el pasado cuando nadie todavía sabe muy bien como va a ser la economía en el futuro. Es decir, se preocupan más por el pasado que por el futuro.

EE: – Sin embargo hay quienes dicen que la economía argentina hoy tiene de heterodoxa solamente la impronta. Que hay cuestiones ortodoxas que se mantienen a rajatabla: la necesidad de un superávit, la disciplina monetaria.

DC: – La clave de los noventa fue utilizar mecanismos de mercado y tratar de dar seguridades que se iban a cumplir las reglas de juego y los contratos. En ese sentido yo creo que de los 90 queda muy poco. Estos eran los principios básicos de aquella organización económica y que hoy han desaparecido. Y repito, no se sabe bien con que se los va a reemplazar. En todo caso, lo que queda de los noventa es la gran inversión que hubo y la creación de capacidad productiva que aún perdura y que resulta útil para esta reactivación que hubo en los últimos años.

EE: – Da la sensación de que el crecimiento que hoy la Argentina experimenta es más “sólido y menos histérico” que el que tuvimos en la década pasada ¿no es así?

DC: – Mire, a esta altura no me quedan dudas de que todo país que crece rápido y utiliza más ahorro externo está más expuesto al humor del mercado. Para poder sustraerse a los vaivenes de los movimientos de capitales hay que tener mucho ahorro interno, como China o como otros países asiáticos. Ojalá la Argentina pudiera encontrar la fórmula para tener mucho ahorro interno, como por ejemplo Chile, que tiene 25 puntos de su PBI. Nosotros en el año que más alto ahorro tuvimos, este fue 16 – 17 %. Y para tener una tasa de inversión adecuada de 20% del producto hemos tenido que recurrir a un ahorro externo del 3% del producto. Yo creo que un país puede tener estabilidad monetaria y financiera recurriendo a un ahorro externo del 3 o 4 % del producto. Claro, siempre y cuando ese ahorro sea muy bien invertido.

EE: – Pero cuando estuvimos en los mercados de capitales nos fue pésimo…

DC: – El problema de la Argentina de los 90, sobre todo en su segunda mitad, es que ese ahorro no se invirtió bien porque cuando empezó la expansión del gasto en las provincias y el endeudamiento de éstas con el sistema bancario, comenzaron a distraerse recursos para gastos no productivos. Cuando uno accede al crédito y la utilización de éste no es buena ni eficiente, es obvio que uno se torna más vulnerable. Las crisis financieras tienen su origen en la mala utilización del crédito y no en la mera llegada de ese dinero. Si éste tiene un buen uso, no tiene porque haber crisis. En cambio si se despilfarra la plata, los acreedores desconfían de la capacidad del país para pagar. En mi opinión, el centro de cualquier estrategia de crecimiento está en el monto de la inversión, pero sobre todo en la calidad de ésta. Yo creo que la eficacia de las reglas de juego de la economía se mide por el nivel de inversión que es capaz de generar y sobre todo la calidad, insisto.

EE: – ¿Qué opina del tema de la deuda de la Argentina?

DC: – Si el gobierno pone voluntad lo termina resolviendo, es un tema que se puede arreglar porque los acreedores tienen muy poco de donde agarrase, entonces vana terminar aceptando lo que la Argentina les proponga. Uno puede discutir en el margen si se ofrece un peso más o menos. Pero para mi, esto se arregla. Además, no me parece que el tema de la deuda hoy por hoy sea el problemas más difícil ni el tema más relevante. Sería bueno en todo caso, que el tema de la deuda dejara de ser algo conflictivo para que los dirigentes argentinos piensen en las nuevas reglas de juego de la Argentina.

EE: – Cuándo se critican los 90 ¿Usted se siente directamente aludido?

DC: – Depende de que es lo que se critique. Por ejemplo el Director del FMI, Rodrigo de Rato, el otro día correctamente señaló que el gran problema de la Argentina en la década pasada fue el gran gasto y endeudamiento que hubo en las provincias. Yo estoy de acuerdo y además creo que ese fue el gran defecto de la segunda mitad de la década. Ahora cuando critican las privatizaciones energéticas o de los puertos ahí sí me siento aludido porque yo fui el responsable de esas privatizaciones y creo que las críticas son totalmente injustas porque son casos modelos. Pero igual creo que acá no es cuestión de sentirse aludido o no en el plano personal, lo importante es que en la Argentina quede claro qué ideas de organización económica son conducentes a la solución de los problemas y qué ideas no lo son.

EE: – ¿Y como ve al país preparado para ese debate?

DC: – Siento que en la Argentina no hay una discusión abierta, sincera y respetuosa de todas las alternativas que deberían considerarse para cuando la economía se normalice. Predomina el agravio y no hay absolutamente nada que se le parezca a una discusión constructiva para el futuro. Pero deben hacerse esfuerzos para seguir adelante. Por ejemplo debemos entender que el aislamiento de la Argentina y el encerramiento del país no conducen a buen puerto.

EE: – Mucha gente se pregunta por qué cuando Kirchner critica a los 90 a usted no lo menciona.

DC: – Bueno, tampoco el ex Presidente Eduardo Duhalde me ha criticado. Que los lleva a no mencionarme yo no lo sé. Los que siempre me pegaron fueron los radicales. Otra persona que agravió muchísimo y que contribuyo a la desestabilización fue Carrió, una dirigente con actitudes anárquicas. Parecería que ahora utiliza un discurso institucionalista, parecido al de Lopez Murphy, pero nada que ver…

EE: – Precisamente ¿Cómo lo ve a Lopez Murphy ocupando su espacio?

DC: – Lo veo haciendo un enorme esfuerzo por ubicar la discusión sobre la realidad argentina y sus problemas sobre donde debería estar realmente. Pero veo que tiene severas limitaciones para llegar con su mensaje. A mi me pasó lo mismo. Me asombra que el sector empresario, que debería entender los valores y las ventajas de una economía de mercado que el propone, no lo apoye más.

EE: – ¿Entonces la unica alternativa viable que ve hoy para gobernar en la Argentina es el Peronismo?

DC: – Hoy por hoy la única organización política que parece poder acceder al poder y permanecer en él es el Peronismo. Es un partido que no se une por ideas compartidas sino por esa capacidad para acceder al poder y aún con todos sus errores, ha ofrecido liderazgos capaces de conducir al país.