Lavagna y el sentido épico del Golpe de Alfonsín y Moreau

Primera nota de seis

Quienes sigan con atención los pasos del ex Presidente Raúl Alfonsín y de su Rasputín, Leopoldo Moreau, podrán advertir que la eventual candidatura de Lavagna a la Presidencia de la República, los llena de entusiasmo, aún cuando el ex Ministro de Economía de Kirchner hace esfuerzos por aparecer lejos de ellos. El ex presidente, y el frustrado candidato radical del 2003, esperan que una campaña presidencial de Lavagna ayude a que la opinión pública siga creyendo que el Golpe Institucional que dieron juntos para sacar del poder a De la Rúa tuvo un sentido épico.

Alfonsín y Moreau han convencido a la mayoría de los Argentinos, con una formidable maquinaria propagandística puesta a funcionar por Duhalde, financiada por grandes empresarios endeudados y con el respaldo intelectual de los ideólogos del Modelo “Productivo”, que la devaluación que se produjo desde el abandono de la Convertibilidad, en Enero de 2002, marcó el comienzo de la vigencia en Argentina de un nuevo modelo basado en el tipo de cambio real alto, en reemplazo del Modelo “Neoliberal” de la Convertibilidad.

Llamo ideólogos del Modelo “Productivo” a economistas que entienden la ley de la oferta y la demanda y que han defendido la devaluación del Peso en 2002 como un “cambio de modelo económico”. Los ejemplos más relevantes son Roberto Lavagna y Javier González Fraga, en contraste con, digamos, Julio De Vido y Guillermo Moreno, que son ejecutores pragmáticos, sin pretensiones de liderazgo ideológico.

Como el accionar de los ejecutores avanza sin contención en el Gobierno de Kirchner, especialmente desde que el Presidente lo sacó a Lavagna del Ministerio de Economía, los ideólogos del Modelo “Productivo”, han comenzado a sugerir que por errores de ejecución el nuevo modelo puede llegar a fracasar.

En ese sentido, Lavagna critica la inminente crisis energética, el aumento del gasto por subsidios al transporte, las re-estatizaciones parciales o totales de empresas privatizadas, el control de precios, la utilización de los recursos no coparticipables y de los superpoderes para disciplinar políticamente a gobernadores e intendentes y la proximidad a la Venezuela de Chávez. Y terminan argumentado que Kirchner quiere construir un “capitalismo de amigos”, con lo que dejan sembrada la sospecha de corrupción.

Alfonsín y Moreau se muestran muy preocupados por que estos desvíos puedan desdibujar el sentido épico de la gran batalla que dieron para sacar a Argentina del abismo en la que, según ellos, había caído como consecuencia de las gestiones de Menem y De la Rúa, y sobretodo, de la “nefasta ideología Neoliberal aportada por Cavallo”.

Para neutralizar este riesgo, esperan llevar a Lavagna a la Presidencia de la República. Esta candidatura concitaría, según ellos, el apoyo de suficientes partidarios del Modelo “Productivo” y, en una eventual segunda vuelta, de los liberales e independientes, que puestos a optar, lo harían por Lavagna, aunque más no sea, por odio a Kirchner. Esta es, en una apretada síntesis, la principal novedad del panorama electoral para 2007.

Para desconsuelo de Alfonsín y Moreau, pero para bien de todos los argentinos, me atrevo a predecir que gracias a los acontecimientos políticos y económicos de los próximos cuatro años, gobierne Kirchner o gobierne Lavagna, la opinión pública va a descubrir la verdad de lo que ocurrió en las vísperas del Año Nuevo de 2002. Y esto permitirá, sino en 2007, con seguridad en 2011, la recuperación de las instituciones políticas y económicas necesarias para el progreso sostenido de Argentina, sin las lacras de la inflación y del aislamiento internacional.

El Golpe Institucional de Diciembre de 2001 marcó el comienzo de un período caracterizado por una degradación extrema de las instituciones políticas republicanas y de las instituciones económicas protectoras de la propiedad y de la libertad.

La pesificación y la devaluación , el congelamiento selectivo y arbitrario de tarifas y precios de servicios, salarios y jubilaciones, la destrucción de la base contractual de la economía , la presión sobre la Corte Suprema de Justicia para que convalidara la violación de los derechos de propiedad de los ahorristas, la confrontación inamistosa con naciones hermanas y con aquellos países desde los que más inversiones habíamos recibido, la amistad con la Venezuela de Chávez y el distanciamiento de muchas naciones serias, ocurrieron no desde la salida de Lavagna del Ministerio de Economía, sino desde el mismo momento en que Duhalde se hizo del Poder con el apoyo cómplice de Alfonsín, Moreau y muchos radicales.

Todos los problemas que hoy los ideólogos del Modelo “Productivo” quieren hacer aparecer como responsabilidad de los ejecutores pragmáticos, no son sino la consecuencia natural de la degradación política y económica en la que entró Argentina desde aquel trágico momento.

En mis próximas cinco notas explicaré las razones por las que la opinión pública descubrirá la verdad y votará, a mas tardar en el 2011, para recuperar instituciones políticas y económicas que permitan el bienestar de todos los argentinos y, no sólo, de los beneficiarios privilegiados de la Argentina devaluada.