Vuelvo para luchar contra la mentira y la resignación

Sí, he decidido volver a mi Patria a luchar por mis ideas, desde la política. Tengo el propósito de reasumir mi liderazgo en Acción por la República y de buscar el voto para ser Diputado Nacional en las elecciones de Octubre.

He adoptado esta decisión contra la opinión de gran parte de la dirigencia argentina, política, empresarial y sindical…y del periodismo. Muchos amigos me aconsejaron que no lo hiciera. Se que sus opiniones son bienintencionadas y se fundan en sus deseos de no verme sufrir en una lucha desigual y sucia. Pero, a pesar de ello, siento que es mi obligación volver, no sólo a mi Patria, sino a la política.Veo a la Argentina actual mucho peor que en cualquier momento de la década del 90. Incluso, mucho peor que en los meses más difíciles del 2001.

Lo que más me lastima es la involución a niveles extremos de desorganización política, económica y social.Es lamentable ver como se predica resignación frente a la pobreza y la injusticia.Es alarmante ver la facilidad con que se engaña a la gente pobre y a los sectores medios de la sociedad.Es denigrante ver cómo los empresarios son cada vez más cortesanos y sólo buscan aprovechar redistribuciones de riqueza e ingresos a su favor, en lugar de invertir y preocuparse por aumentar la productividad.

En el plano social, después de poner en marcha durante 2002 una maquinaria infernal, la pesificación-devaluación multiplicadora de pobreza, se predica la perpetuación de este mecanismo a través de la teoría del “dólar alto”, escondiéndole a la gente que ello significa ingresos reales muy bajos, particularmente para los mas pobres. Es imposible que los programas sociales, por más abarcativos y generosos que sean, puedan compensar siquiera en parte tanta injusticia. Pero además, los programas sociales siguen siendo tan clientelistas e ineficientes como en el pasado.

En el plano económico no existe el menor intento para determinar reglas de juego claras y estables. No rige el estado de derecho. Todo es errático y arbitrario. Nadie puede predecir hacia que tipo de organización económica avanza la Argentina. En un clima semejante no debe sorprender que la inversión sea baja e ineficiente. Los empresarios sólo buscan ganar lo más posible en el corto plazo, mientras el “dólar alto” les permita pagar migajas por el trabajo y los servicios, porque saben que inexorablemente los precios relativos que los favorecen, en algún momento se van a revertir.

En el plano político la confusión y la mentira están a la orden del día. El gobierno de Kirchner, posicionado ideológicamente en la izquierda del espectro político, es hijo no planeado de un matrimonio entre el Duhaldismo y el Alfonsinismo, que con el golpe institucional del 20 al 30 de diciembre de 2001 y la pesificación y devaluación de enero de 2002, provocaron la máxima desorganización política, económica y social de nuestra historia.

El Presidente Kirchner, a pesar de haber aceptado la paternidad sin beneficio de inventario y de haber atribuido la recuperación económica, no a las favorables circunstancias internacionales, sino a Lavagna, el administrador de la maquinaria productora de pobreza que le endosaron Duhalde y Alfonsín, ahora decidió identificar a sus progenitores con la mafia y transformarlos en sus opositores. Pero mientras tanto, sigue dependiendo para el manejo cotidiano de la economía del candidato de Duhalde y Alfonsín a sucederlo en la Presidencia.

Como si toda esta confusión ideológica y de intereses políticos fuera poco, Elisa Carrió, que apoyó entusiasmada el golpe institucional de diciembre del 2001 y las medidas aberrantes de Duhalde en el 2002, ahora quiere constituirse en la oposición al gobierno izquierdista de Kirchner… desde la izquierda. Y para conseguir votos pone el guiño a la derecha, llevándolo a Enrique Olivera como candidato a primer legislador en la Ciudad de Buenos Aires.

Pero frente a este espeluznante entuerto izquierdista, por el momento no se vislumbra con claridad una alternativa superadora desde el centroderecha, el otro lado del espectro político. Los esfuerzos de López Murphy y Macri son meritorios, pero muy débiles. No tienen un discurso suficientemente claro ni una estrategia para incorporar y contener a mucha gente centrada del peronismo y el radicalismo y a otros dirigentes como Patricia Bullrich, Enrique Olivera y María Eugenia Estensoro, por mencionar sólo a unos pocos.

Los discursos de López Murphy y Macri son muy suaves y timoratos. Es como si estuvieran acomplejados porque sienten que Duhalde, Kirchner y Lavagna fueron capaces de hacer un ajuste fiscal “ejemplar”, que nunca hicimos quienes estuvimos en el gobierno durante la década del 90. Este complejo tiene su origen en el gravísimo error de muchos economistas liberales u “ortodoxos”, así como de los funcionarios del FMI y de otros organismos internacionales, que elogian el manejo fiscal del terceto Duhalde-Kirchner-Lavagna. Están terriblemente equivocados.

El manejo fiscal desde enero de 2002 fue desastroso y tendrá funestas consecuencias para el futuro del país.En lugar de bajar el gasto público en las magnitudes necesarias y por métodos transparentes, votados en el Congreso Nacional, echaron manos a la pesificación-devaluación inflacionaria, que provocó una caída del gasto en términos reales, brutal por su magnitud y por su injusticia. En lugar de cortar los gastos excesivos en burocracia y corrupción, o de bajar sólo los sueldos elevados, provocaron una caída generalizada de todos los gastos, preponderantemente los dedicados a la seguridad, la educación, la salud y las jubilaciones, y castigaron a todos los trabajadores públicos y privados de manera inhumana, particularmente a los que tenían remuneraciones más bajas.

Para recaudar más impuestos, en lugar de perfeccionar la administración tributaria, echaron manos a los impuestos más distorsivos e injustos que se puedan imaginar. Mantuvieron el impuesto al cheque sin que sea un pago a cuenta por IVA y ganancias, con lo que alientan el uso de efectivo y la evasión. Eliminaron todas las rebajas o créditos relacionados con los impuestos al trabajo, con lo que acentuaron la brecha entre costos laborales y salarios de bolsillo. Recrearon las retenciones a las exportaciones. Cobraron el impuesto a las ganancias ficticias que la inflación introduce en los balances de las empresas, y, lo que es aún más injusto, mantienen sumamente bajo el mínimo no imponible para las personas físicas.

Generaron un gran superávit fiscal para pagar servicios de la deuda, fundamentalmente al FMI y a otros organismos internacionales, pero con total desprecio por las ineficiencias e injusticias creadas por los métodos brutales que utilizaron para reducir el gasto y aumentar los impuestos. Sólo la miope visión del FMI, focalizada en el presupuesto de caja trimestral del gobierno, y la irresponsabilidad profesional de los denominados economistas ortodoxos que, obnubilados por el superávit fiscal, no prestan atención a enormes costos por ineficiencia e injusticia distributiva asociados a este manejo macroeconómico, puede llevar a elogiar el manejo fiscal del trío Duhalde-Kirchner-Lavagna.

Las consecuencias futuras de este manejo macroeconómico son alarmantes. Habrá un rápido deterioro fiscal asociado a una feroz puja distributiva que revertirá los efectos iniciales de la devaluación, pero perdurarán los impuestos distorsivos y se multiplicarán los subsidios que deberán incorporarse al presupuesto para tratar de atemperar las injusticias creadas por el ajuste del 2002. Terminaremos con un déficit estructural del sector público argentino aún mayor que el que teníamos en la década del 90.

Los líderes actuales del centroderecha, además de sentirse obligados a reconocer un supuestamente “responsable” manejo macroeconómico, sólo se animan a criticar el desaliento a la inversión en infraestructura y algunas otras cuestiones menores. Luego ponen mucho énfasis en criticar la conducta autoritaria y antirrepublicana del gobierno, crítica que es correcta, pero sobre la que Elisa Carrió tiene una voz mucho más aguda y penetrante, con lo que lo que ellos dicen pierde relevancia. Y prácticamente nada dicen sobre los ingresos reales bajos, especialmente para los más pobres, que resultan de la estrategia de “dólar alto”.

Es como si se sintieran obligados a rendir pleitesía a los empresarios que se deleitan con las ganancias que obtienen a partir de la pobreza generalizada.Así como va, el centroderecha no logrará conformar una fuerza capaz de ganarle las elecciones a Kirchner en el 2007 ni en el 2011. En todo caso se las ganará el candidato del trío Duhalde-Alfonsín-Carrió, con las mismas intenciones y consecuencias que las del golpe institucional de diciembre de 2001. Pero eso será como salir de la sartén para caer en el fuego. ¡Dios nos libre!

El centroderecha tiene que dejar de lado sus complejos ambientales y luchar por los pobres.No tiene que sonrojarse cuando explique que la devaluación y el dólar alto son herramientas para fabricar cada vez más pobres. Si se enojan los empresarios, peor para ellos. No se puede convalidar su avaricia y vocación por la vida cómoda sin hacer esfuerzos para invertir, crear empleos y aumentar la productividad.

Tiene que criticar y ayudar a revertir el perverso ajuste fiscal que ha reducido el gasto en seguridad, educación, salud y seguridad social a sus mínimos valores históricos. Con los actuales sueldos de los policías, maestros, profesores, médicos y enfermeros, cada vez tendremos menos seguridad, educación más descuidada y peor salud. Con los jubilados se está recreando la misma deuda que dejó Alfonsín al final de su Presidencia.

Al centroderecha no tiene que faltarle coraje para denunciar que el ajuste fiscal se hizo para pagarle al FMI una deuda que debió haberse refinanciado a largo plazo, con la misma quita que se impuso compulsivamente a ahorristas argentinos y bonistas extranjeros.El centroderecha no tiene porque temer que lo acusen de populista por sacarle la careta a Lavagna cuando, con gesto de serio, dice que los aumentos salariales son la causa de la inflación. ¡Qué caradura! cuando, por otro lado, llama “exitosa” a la devaluación del 2002 porque posibilitó la triplicación de muchos precios que pagan los trabajadores.

El centroderecha no tiene que acomplejarse porque lo hagan responsable de la década del 90.Durante los 90 la gente vivió mucho mejor que ahora. Muchos argentinos pudieron equipar su hogar, viajar, comprar su auto y hasta su casa.Argentina recuperó prestigio en el mundo.Se construyó una formidable infraestructura.Los empresarios argentinos y extranjeros tuvieron que invertir y aumentar la productividad, porque se los exigió la competencia y las reglas impuestas a los que participaron en las privatizaciones.Había previsibilidad en materia de reglas de juego y nadie esperaba arbitrariades.¡Vivimos once años sin inflación, luego de cuatro décadas de sufrir inflación persistente, stanflación e hiperinflación!

El centroderecha tiene que reconocer que hubo exceso de gasto público y endeudamiento, en particular en las provincias, empezando por la de Buenos Aires con Duhalde de Gobernador. También hubo mucha corrupción. Pero somos varios los dirigentes que hemos trabajado denodadamente para reducir el gasto público y para erradicar la corrupción. Y los que ahora nos quieren hacer responsables de la crisis financiera del 2001 fueron los campeones del gasto improductivo, del endeudamiento irresponsable con el sistema bancario argentino y de la corrupción en la década del 90.

Pero, ¿si tengo claro qué es lo que tendrían que decir López Murphy y Macri, porqué no salgo a decirlo yo? Pues ésa es precisamente la razón por la que me siento obligado a regresar a mi Patria y volver a la política.Algunos piensan que, al alertar a Kirchner de las inconsistencias entre su prédica izquierdista y la desorganización política, económica y social que resulta de la acción del trío Duhalde-Alfonsín-Carrió, le estoy haciendo un servicio al Gobierno. En todo caso le estaría haciendo un servicio al País.

Porque no nos vendría mal a los argentinos que Kirchner deje de comportarse como un izquierdista infantil que no entiende la realidad económica y social de su Pueblo, para transformarse en un dirigente moderno de centroizquierda, cómo los que gobiernan y gobernaron en Chile, en Brasil, en Uruguay, y en muchos países maduros.Sería una irresponsabilidad de mi parte ver que hay tanta confusión y tanta mentira y no salir al ruedo a clarificar y decir la verdad. Un pueblo engañado será también un pueblo resignado. ¡Y los argentinos no nos debemos resignar!

La devaluación de las aspiraciones

El e-mail que me envió un joven empresario argentino, que es muy buen amigo y apoyó mi gestión pública, me obligó a escribir sobre la devaluación de las aspiraciones de los argentinos, un tema que me angustia desde mediados de 2002. Es posible que otros lectores tengan las mismas inquietudes que mi amigo. Por eso, sin nombrarlo, transcribo su e-mail y mi respuesta.

El e-mail que recibí dice así:

"Hoy leí tu artículo sobre la actuación del FMI durante esos ajetreados años.Sin duda esclarecedor y estamos de acuerdo en que el resultado final de toda esta espantosa historia ha sido desastroso para Argentina, y que la tal quita en la deuda es una payasada….. ahora debemos más que antes aunque a mayor plazo y menor tasa, pero esos "resultados" no justificarían de ningún modo los costos incurridos. Pero también hay algo que es una realidad y te lo cuento desde la vivencia cotidiana como empresario argentino (ahora por suerte expandido al resto de Latinoamérica).

""Durante los últimos años de la convertibilidad clavada en el 1 a 1 (para mí el único error, ya que luego de los exitosos e históricos primeros años habría que haber modificado la paridad de esa conversión sin abandonar el sistema ni romper las reglas para no permitir la desaparición de la industria local), los costos en Argentina se habían ido a las nubes. Yo necesitaba vender cientos de miles de dólares por mes y con altos márgenes de rentabilidad solo para cubrir sueldos y gastos. Estábamos totalmente fuera de la lógica con costos más altos que cualquier pais desarrollado no pudiendo compararnos ni de lejos con ellos."

"Hoy en día, luego de este amargo e injusto proceso, la realidad es que con esta paridad altísima la cual sin duda redujo salvajemente el poder adquisitivo anterior….. la industria funciona, crece y exporta como nunca….. el comercio prospera gracias a los bajos costos en dólares que se cubren con ventas muy inferiores y por lo tanto con un capital en giro y un riesgo general mucho menor, y por lo tanto sin tener que requerir al endeudamiento bancario… y es por eso que nadie pide crédito. Además, hoy todos pagan al contado con lo cual dejamos de ser banqueros a la fuerza…. toda una depuración."

“Es la Argentina un caso típico de fracaso de las recomendaciones del FMI?”

El título de este artículo no me pertenece. Lo tomé de un cuestionario que me envió una periodista acreditada ante el Ministerio de Economía. Ella está haciendo una investigación sobre el papel jugado por el FMI en las decisiones de política económica adoptadas por la Argentina en los últimos 15 años. Me parece interesante reproducir, para mis lectores, la descripción de los hechos que hace la periodista, antes de formular las preguntas, y los comentarios que yo me sentí obligado a realizar, antes de dar mis respuestas.

La descripción de la periodista y sus preguntas aparecen a continuación, en negritas y entre comillas. Mis comentarios y respuestas aparecen intercalados entre esos párrafos.

Durante los años 90, la Argentina fue considerada el alumno ejemplar del FMI, porque implementó la mayor parte de las políticas sugeridas por esa institución.”

No es verdad que las políticas implementadas durante los 90 fueron sugeridas por el FMI. El FMI apoyó, sin entusiasmo al principio y con mucho entusiasmo después de que Argentina superó la Crisis Tequila, las políticas diseñadas por nosotros, en Argentina

.“Pero al final de 2001, el País sufrió una gran crisis que llevó al Default de su deuda pública, a una caída del 10.9% en el PBI en 2002 y dejó a la mitad de su población bajo la línea de pobreza. Cuando la Argentina suspendió los pagos, el FMI recomendó medidas tales como la libre flotación cambiaria y un fuerte superávit fiscal. El Gobierno Argentina no estuvo de acuerdo porque pensó que esas medidas llevarían a la hiperinflación, profundizaría la depresión y empujaría a más argentinos a la indigencia.

En líneas generales, lo que hizo Argentina desde el 20 de diciembre de 2001 hasta que asumió Kirshner fue lo que el FMI quería y sugería, salvo detalles de implementación.Cuando el FMI anunció que no haría el desembolso correspondiente a noviembre de 2001, de hecho quitó apoyo al proceso de reestructuración ordenada de la deuda que había comenzado el 1 de noviembre de 2001 y que había permitido transformar 55 mil millones de dólares de bonos y préstamos bancarios a altas tasas de interés en un préstamo garantizado con una tasa máxima de 7 % anual con alargamiento de 3 años en todos los plazos de vencimiento. Esto significaba una reducción de la factura anual de intereses de 4 mil millones de dólares.El FMI consideró que el Préstamo Garantizado significaba un tratamiento más favorable a la deuda con los fondos de pensiones y los acreedores argentinos que la que se daría a los tenedores de bonos del exterior, que habían decidido no participar en el Préstamo Garantizado. Por esta razón empujaron a la Argentina al Default, tanto de la Deuda Externa en bonos como de la Deuda interna , en bonos y en prestamos bancarios. El Default de la Deuda Externa (que a esa altura era solo de 42 mil millones de dólares, dado que el resto se había transformado en el Préstamo Garantizado) fue decidido por Rodrigues Saa. Pero el Default de la Deuda Interna (el denominado “Préstamo Garantizado”, por aproximadamente, 55 mil millones) fue decidido por Duhalde a través de la Pesificación combinada con Devaluación y reducción compulsiva de la tasa de interés del Préstamo Garantizado de 7 a 4%.Rodrigues Saa y Duhalde hicieron lo que el FMI habia buscado al quitarle el apoyo a la reestructuración ordenada de la deuda que habíamos iniciado el 1 de noviembre de 2001.El FMI, además de la Pesificación y la Devaluación, quería la libre flotación del Peso, cosa que consiguió en pocas semanas. Duhalde decidió la libre flotación. Desde febrero de 2001 hasta mayo del 2003, el manejo cambiario y fiscal estuvo en línea con lo que quería y recomendaba el FMI, salvo las intervenciones circunstanciales, vendiendo o comprando dólares que decidió el Banco Central, pero que no alteraron substancialmente el curso de la cotización del Peso. La hiperinflación se evitó con el estricto control del gasto público, fundamentalmente sueldos y jubilaciones, que cayeron, en términos reales, alrededor del 30 %. Esto era lo que recomendaba el FMI, así que mal puede decirse que el Gobierno evitó la hiperinflación por no seguir los consejos del FMI.

Sin seguir las recomendaciones del FMI y sin ayuda externa, la Argentina consiguió altas tasa de crecimiento económico (su PBI creció 8.8 % en 2003 y 9 % en 2004), logró mantener baja la inflación (el índice de precios subió 3.7 % en 2003 y 6.1 % en 2004), fue capaz de mantener un elevado superávit fiscal (5.5% del PBI en el 2004) y bajó la tasa de desempleo (desde 20.4 % de la población económicamente activa en el primer trimestre de 2003 al 12.1 % en el cuarto trimestre de 2004)

Es obvio que la causalidad que se pretende establecer entre “sin seguir las recomendaciones del FMI y sin ayuda externa” y el crecimiento con estabilidad desde 2003, es una típica falacia de composición

El Gobierno Argentina cree que el FMI dio malos consejos a la Argentina. ¿Usted está de acuerdo?”

Hay que distinguir entre el apoyo que brindó a las políticas del 90 y las decisiones que adoptó a partir de noviembre de 2001. El apoyo era lo que correspondía, dado que en 1991 la Argentina había decidido implementar un plan propio, apoyado por la mayor parte de la población y del espectro político y que permitió eliminar no sólo la hiperinflación sino también la inflación crónica que Argentina había sufrido durante 40 años. Además, durante 8 años, ese plan permitió el crecimiento económico y revirtió de inmediato el efecto contagio de la crisis Tequila. Si el FMI no hubiera apoyado estas políticas habría faltado a su obligación institucional.El gran error del FMI fue quitar el apoyo al proceso de reestructuración ordenada de la deuda que se había iniciado el 1 de noviembre de 2001 y que hacia fines de ese mes ya había permitido refinanciar a tasas de interés mucho más bajas alrededor de 55 mil millones de dólares. Todo lo que ocurrió en Argentina desde el 20 de diciembre de 2001 hasta mayo del 2003, fue consecuencia de ese error del FMI y de las políticas que no sólo sugirió, sino que consiguió que Duhalde implementara.

En su origen el FMI y las organizaciones multilaterales fueron creadas para asistir a los países en su proceso de desarrollo. ¿Usted piensa que el FMI logró estos objetivos con sus recomendaciones?”“En relación a su respuesta anterior, ¿cree usted que el rol del FMI debería ser redefinido?

El FMI fue creado para ayudar a los países a resolver crisis de pagos al exterior, no para asistir a los países en su desarrollo. Esta última es en todo caso la misión del Banco Mundial y del BID. El FMI ayudó, como correspondía, a resolver una crisis de pagos en los primeros años de los 90, a través del Plan Brady, y nuevamente en 1995, cuando la crisis Tequila, pero no cumplió con su misión en el 2001, cuando después de haber aprobado el Blindaje en diciembre de 2000 y su aumento, en agosto del 2001, abandonó a la Argentina en medio de un proceso de reestructuración ordenada de la deuda, en diciembre de 2001. Fue en este momento que indujo al País a adoptar las peores decisiones de su historia económica: el Default, La Pesificación y la Devaluación.

Argentina declaró el default sobre su deuda pública y luego de tres años de suspensión de pagos consiguió una quita del 65 % que aceptó el 75 % de los tenedores de bonos. ¿Usted cree que otros países seguirán el ejemplo de Argentina?

Yo no creo que otros países vayan a seguir el ejemplo de Argentina. La próxima vez que el FMI empuje a un País al Default, La Pesificación y la Devaluación, la dirigencia política de ese País verá en el espejo de la Argentina las terribles consecuencias de esas malas decisiones. De hecho, El Presidente Lula en Brasil, en enero de 2003, decidió hacer todo lo contrario a lo que había hecho Duhalde luego de su asunción, para que Brasil no sufriera en aquel año lo que Argentina había sufrido en 2002. Además, cualquier analista serio sabe que la quita que Argentina consiguió para su deuda apenas alcanza a compensar todo el aumento de la deuda que se originó en las compensaciones a bancos y ahorristas por la Pesificación, sin contar con todos los pasivos eventuales que se derivan de los juicios de los bonistas que no aceptaron el canje y de las empresas privatizadas ante el CIADI. Los resultados para argentina de todo el proceso de reestructuración “desordenada” de su deuda, tal como lo quiso y consiguió el FMI, ha sido un desastre para la Argentina. Ningún país serio va a seguir este mal ejemplo.

Puede haber una caída en el flujo de fondos a las economías emergentes como consecuencia del efecto contagio de las políticas de deuda que siguió Argentina desde fines de 2001?”

Por la misma razón explicada al responder la pregunta anterior, no hay ningún peligro de efecto contagio derivado de la forma desastrosa como Argentina encaró la reestructuración de su deuda a apartir del 20 de diciembre de 2001.