Una buena labor periodística

Ayer hice una advertencia a mis amigos, los lectores de esta página, con motivo del adelanto publicitario sobre la entrevista que el día anterior me había hecho Alberto Armendariz. Esta mañana, cuando leí el reportaje en La Nación [Ver nota 1] [ Ver nota 2], quedé satisfecho con la labor del periodista y su medio. Nobleza obliga. Reconozco que mis dudas del sábado se originaron en mi insatisfacción por el tratamiento periodístico anterior del tema de la lucha contra la corrupción y no en el comportamiento de Alberto Armendariz, que una vez más actuó con gran profesionalidad.

Gancho publicitario o tergiversación de un reportaje?

Mañana lo sabremos.

Esta mañana Sonia, mi esposa, atendió insistentes llamados de la periodista de Clarín, Silvia Naishtat, que quería que yo le concediera un reportaje como el que el día anterior le había concedido a La Nación. Ante la sorpresa de Sonia, que no sabía nada del asunto, Silvia le dijo que la Nación lo estaba publicitando y había anunciado que lo publicaría mañana. Le dijo además que La Nación anunciaba que yo había involucrado a la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia en el tema de los “sobresueldos”.

Luego de esa llamada tuve que explicarle a Sonia porqué había concedido el reportaje a Alberto Armendariz de la Nación. Y porqué se lo negaba a Silvia Naishtat de Clarín. Como probablemente todos mis amigos y lectores se harán la misma pregunta, decidí responderla a través de esta página. Y de paso dejo planteado el interrogante que encabeza esta nota, por las razones que explicaré de inmediato.

Hace aproximadamente 8 o 9 días, casi a la misma hora, recibí llamadas telefónicas de Alberto Armendariz y Silvia Naishtat, pidiéndome sendos reportajes. A ambos les respondí exactamente lo mismo: que por el momento sólo me comunicaría a través de mi sitio en la Web y que si en el futuro decidía aceptar un reportaje para la prensa escrita, les avisaría. Mientras Alberto Armendariz mantuvo nuestro diálogo telefónico en privado, Silvia Naishtat lo publicó en Clarín, algo retocado, como si yo le hubiera concedido un reportaje.

Cuando a mediados de esta semana decidí que debía decir algo a través de la prensa escrita, es natural que haya elegido la vía del periodista que respetó la privacidad de nuestra conversación telefónica. Esa es la razón, y ninguna otra, por la que le concedí el reportaje a Alberto Armendariz de La Nación.Pero debo reconocer que el anuncio publicitario publicado hoy en La Nación me ha sorprendido. Nada tiene que ver con el contenido de mi diálogo con Alberto Armendariz.

Por de pronto, durante el reportaje me negué a hablar del tema “sobresueldos en la época de Menem” para poder hablar de la transparencia como antídoto a la corrupción en todos los gobiernos .Y, porque además, yo nunca pagué ni cobré “sobresueldos”.

Me referí sí al sistema de reintegro de gastos protocolares que entre 1991 y mediados de 1994 tuvo como fuente de recursos a la ley 18302, pero que luego pasó a financiarse del presupuesto ordinario, sin secreto de por medio, conforme lo dispuso el decreto 838 de 1994. Por supuesto, no dije nada distinto a lo que ya había escrito en mi página el domingo anterior.No di ningún monto ni cifra nueva, salvo confirmar la mención del límite de 6.500 pesos mensuales que había mencionado antes.Para contestar una pregunta sobre el monto global a que podría haber ascendido el sistema de reintegro de gastos protocolares, recordé una cifra que había leído en el artículo de Marcelo Zlotogwiazda, publicado el 18 de febrero de 1993, y que yo reproduje en este sitio la semana pasada. Es obvio que si recurrí a esa fuente, no tenía cálculo propio en mi mente y, por lo tanto, no podía ser tomada como la gran novedad del reportaje, y mucho menos ameritar dos frases grandilocuentes del anuncio publicitario.

Y, finalmente, en ningún momento del reportaje mencioné a la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia.El anuncio publicitario de La Nación dice textualmente:“CAVALLO HABLA DE LOS SOBRESUELDOS PAGADOS DURANTE EL GOBIERNO DE MENEM”. Los montos. La SIDE. Los millones de dólares distribuidos mediante el “sistema de reintegro de gastos protocolares”. El total de fondos repartidos entre 1991 y 1994. El papel de la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia”

Quiero pensar que ese anuncio refleja las respuestas que La Nación esperaba que yo diera al reportaje y no las que yo realmente di. Esto puede ser así, si quien preparó el aviso publicitario no había leído el reportaje. Espero, sinceramente, que como me ha asegurado Alberto Armendariz, en cuya integridad profesional confié, el titulado y los destacados reflejen el verdadero contenido de nuestro diálogo. Caso contrtario, me habré equivocado una vez más en mi intento por evitar que se siga sembrando confusión.

“A los argentinos les importa más el pasado que el futuro”

Escribe Ezequiel Burgo 

Domingo Cavallo antes citaba a los periodista en el coqueto Café Tabac para charlar. Ahora, estando de paso por Washington DC, lo hace en un Starbucks, algo así como el Mc Donald’s para tomar el café que hoy ofrece el Primer Mundo. El sueldo de un profesor en Harvard no da para lujos. “La gente piensa que estas universidades pagan bien, pero no es tan así”.

El ex ministro llegó caminando con paso tranquilo y disfrutando de un tibio sol a las 8 y media de la mañana. Había poca gente en la calle. Pidió un café y un croissant que devoró en un minuto. Y enseguida se puso a hablar de los principales temas que se trataron en la Asamblea Anual del Fondo: economía de Estados Unidos y China. Más tarde vino la conexión de estos problemas con los mercados emergentes y luego su verdadera pasión: la economía y la política argentina. “En la Argentina no esta dado el clima para una discusión de los temas que verdaderamente importan para el futuro del país”, dice.

Piensa que el actual estado de la economía global es para analizar muy a fondo y que no debe menospreciarse. “pero dada la coordinación que hoy hay entre los policy makers de todo el mundo, no creo que haya un ajuste de Estados Unidos que implique un brusco aumento de tasas de interés”.

El Economista: – ¿Es decir, que no es pesimista con respecto al futuro de la economía global?

Domingo Cavallo: – Mi impresión es que el grado de dialogo e interacción que hoy hay entre los responsables de manejar las economías de l mundo va a permitir finalmente que se coordinen acciones conducentes a corregir los desequilibrios globales. Además creo que va haber tiempo, porque yo no pienso que de repente el mundo pierda confianza en Estados Unidos como lugar donde conservar el valor de sus ahorros. Mientras eso no ocurra no tiene porqué haber un aumento en la tasa de interés de largo plazo. Lo ideal sería lo que recomienda Lawrence Summers, presidente de la Universidad de Harvard: hay que seguir una estrategia gradualista y coordinada con el G-20 que incluye a la India y Brasil.

EE: – ¿Cómo ve a los países emergentes, incluida la Argentina?

DC: – Creo que entre los emergentes es muy diverso el panorama. Hay un elemento común a todas estas economías y es la tasa de interés internacional todavía baja. Los spreads han estado cayendo también, con lo cual ha habido capital disponible para estas naciones. Un grupo de ellas, el que esta haciendo reformas y esta trabajando para que la inversión sea suficiente, representa a las economías que van a tener crecimiento no solamente del producto corriente sino del producto potencial, esto es, la capacidad instalada que es lo importante para que el proceso de expansión sea sostenible en el tiempo. Otras economías en cambio, que en la actualidad se benefician con el flujo positivo de capitales y los altos precios de las commodities, no están abriendo oportunidades nuevas de negocios y tampoco están llevando a cabo las inversiones con eficiencia.

EE: – ¿Se refiere a la Argentina concretamente?

DC: – Bueno, en el caso de la Argentina hay dos problemas. Primero, podemos llegar a tener un problema con la calidad de las nuevas inversiones porque no estan funcionando bien los mecanismos de mercado que deberían orientar de manera eficiente esos capitales. Segundo,  podemos tener un problema de escaso monto de inversión que no alcance para mantener un ritmo sostenido de crecimiento.

EE: – ¿De que depende, según usted, que se vuelva a los niveles normales de antes?

DC: – Tanto el monto de la inversión como la calidad de ésta, depende de las reglas de juego de la economía. El problema de la Argentina es que las tenía y ahora ya no las tiene más. Lo que el gobierno debería hacer es clarificar cuales son estas reglas de juego. A lo mejor lo hará una vez que termine de reestructurar la deuda… pero por el momento si a alguien le preguntan cuales son las reglas de juego de la economía argentina le resulta muy difícil responder. Por ello no me queda claro que pasará en el futuro con la economía; cuanto se va a invertir, como se va a financiar esa inversión y sobre todo de que calidad será esa inversión. Es decir, la gran pregunta acá es ¿cómo van hacer para aumentar la capacidad instalada de la Argentina?. Ese es el tema clave para la sostenibilidad del crecimiento.

EE: – ¿lo que usted menciona, dos tipos de mercados emergentes, es por la imagen distinta que dan Brasil y la Argentina hoy en el mundo?

DC: – Brasil no alteró sus reglas de juego, sigue trabajando en el perfeccionamiento de la organización de su economía. Además ellos no dejaron de cumplir con los contratos y sus obligaciones. Son considerados como una economía normal. La Argentina transmite una imagen que todo lo que se hizo en los noventa se hizo mal, que fue un fracaso total. Pero resulta que hoy se critica el pasado cuando nadie todavía sabe muy bien como va a ser la economía en el futuro. Es decir, se preocupan más por el pasado que por el futuro.

EE: – Sin embargo hay quienes dicen que la economía argentina hoy tiene de heterodoxa solamente la impronta. Que hay cuestiones ortodoxas que se mantienen a rajatabla: la necesidad de un superávit, la disciplina monetaria.

DC: – La clave de los noventa fue utilizar mecanismos de mercado y tratar de dar seguridades que se iban a cumplir las reglas de juego y los contratos. En ese sentido yo creo que de los 90 queda muy poco. Estos eran los principios básicos de aquella organización económica y que hoy han desaparecido. Y repito, no se sabe bien con que se los va a reemplazar. En todo caso, lo que queda de los noventa es la gran inversión que hubo y la creación de capacidad productiva que aún perdura y que resulta útil para esta reactivación que hubo en los últimos años.

EE: – Da la sensación de que el crecimiento que hoy la Argentina experimenta es más “sólido y menos histérico” que el que tuvimos en la década pasada ¿no es así?

DC: – Mire, a esta altura no me quedan dudas de que todo país que crece rápido y utiliza más ahorro externo está más expuesto al humor del mercado. Para poder sustraerse a los vaivenes de los movimientos de capitales hay que tener mucho ahorro interno, como China o como otros países asiáticos. Ojalá la Argentina pudiera encontrar la fórmula para tener mucho ahorro interno, como por ejemplo Chile, que tiene 25 puntos de su PBI. Nosotros en el año que más alto ahorro tuvimos, este fue 16 – 17 %. Y para tener una tasa de inversión adecuada de 20% del producto hemos tenido que recurrir a un ahorro externo del 3% del producto. Yo creo que un país puede tener estabilidad monetaria y financiera recurriendo a un ahorro externo del 3 o 4 % del producto. Claro, siempre y cuando ese ahorro sea muy bien invertido.

EE: – Pero cuando estuvimos en los mercados de capitales nos fue pésimo…

DC: – El problema de la Argentina de los 90, sobre todo en su segunda mitad, es que ese ahorro no se invirtió bien porque cuando empezó la expansión del gasto en las provincias y el endeudamiento de éstas con el sistema bancario, comenzaron a distraerse recursos para gastos no productivos. Cuando uno accede al crédito y la utilización de éste no es buena ni eficiente, es obvio que uno se torna más vulnerable. Las crisis financieras tienen su origen en la mala utilización del crédito y no en la mera llegada de ese dinero. Si éste tiene un buen uso, no tiene porque haber crisis. En cambio si se despilfarra la plata, los acreedores desconfían de la capacidad del país para pagar. En mi opinión, el centro de cualquier estrategia de crecimiento está en el monto de la inversión, pero sobre todo en la calidad de ésta. Yo creo que la eficacia de las reglas de juego de la economía se mide por el nivel de inversión que es capaz de generar y sobre todo la calidad, insisto.

EE: – ¿Qué opina del tema de la deuda de la Argentina?

DC: – Si el gobierno pone voluntad lo termina resolviendo, es un tema que se puede arreglar porque los acreedores tienen muy poco de donde agarrase, entonces vana terminar aceptando lo que la Argentina les proponga. Uno puede discutir en el margen si se ofrece un peso más o menos. Pero para mi, esto se arregla. Además, no me parece que el tema de la deuda hoy por hoy sea el problemas más difícil ni el tema más relevante. Sería bueno en todo caso, que el tema de la deuda dejara de ser algo conflictivo para que los dirigentes argentinos piensen en las nuevas reglas de juego de la Argentina.

EE: – Cuándo se critican los 90 ¿Usted se siente directamente aludido?

DC: – Depende de que es lo que se critique. Por ejemplo el Director del FMI, Rodrigo de Rato, el otro día correctamente señaló que el gran problema de la Argentina en la década pasada fue el gran gasto y endeudamiento que hubo en las provincias. Yo estoy de acuerdo y además creo que ese fue el gran defecto de la segunda mitad de la década. Ahora cuando critican las privatizaciones energéticas o de los puertos ahí sí me siento aludido porque yo fui el responsable de esas privatizaciones y creo que las críticas son totalmente injustas porque son casos modelos. Pero igual creo que acá no es cuestión de sentirse aludido o no en el plano personal, lo importante es que en la Argentina quede claro qué ideas de organización económica son conducentes a la solución de los problemas y qué ideas no lo son.

EE: – ¿Y como ve al país preparado para ese debate?

DC: – Siento que en la Argentina no hay una discusión abierta, sincera y respetuosa de todas las alternativas que deberían considerarse para cuando la economía se normalice. Predomina el agravio y no hay absolutamente nada que se le parezca a una discusión constructiva para el futuro. Pero deben hacerse esfuerzos para seguir adelante. Por ejemplo debemos entender que el aislamiento de la Argentina y el encerramiento del país no conducen a buen puerto.

EE: – Mucha gente se pregunta por qué cuando Kirchner critica a los 90 a usted no lo menciona.

DC: – Bueno, tampoco el ex Presidente Eduardo Duhalde me ha criticado. Que los lleva a no mencionarme yo no lo sé. Los que siempre me pegaron fueron los radicales. Otra persona que agravió muchísimo y que contribuyo a la desestabilización fue Carrió, una dirigente con actitudes anárquicas. Parecería que ahora utiliza un discurso institucionalista, parecido al de Lopez Murphy, pero nada que ver…

EE: – Precisamente ¿Cómo lo ve a Lopez Murphy ocupando su espacio?

DC: – Lo veo haciendo un enorme esfuerzo por ubicar la discusión sobre la realidad argentina y sus problemas sobre donde debería estar realmente. Pero veo que tiene severas limitaciones para llegar con su mensaje. A mi me pasó lo mismo. Me asombra que el sector empresario, que debería entender los valores y las ventajas de una economía de mercado que el propone, no lo apoye más.

EE: – ¿Entonces la unica alternativa viable que ve hoy para gobernar en la Argentina es el Peronismo?

DC: – Hoy por hoy la única organización política que parece poder acceder al poder y permanecer en él es el Peronismo. Es un partido que no se une por ideas compartidas sino por esa capacidad para acceder al poder y aún con todos sus errores, ha ofrecido liderazgos capaces de conducir al país.

Domingo Cavallo rompe su silencio

Publicado por el diario de Chile «El Mercurio» En el noveno piso de un edificio bostoniano vive hoy junto a su señora el ex ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo. El gran ventanal de su living comedor le da una vista privilegiada al ahora congelado río Charles y a la universidad de Harvard, donde actualmente se desempeña como docente.

Su departamento es sencillo pero acogedor, con varios arreglos florales y fotos familiares. El que más destaca es el retrato de su primer y único nieto, Daniel, que nació hace sólo dos meses.

Sus tres hijos viven hoy en EE.UU.: la mayor y madre de Daniel, en Washington y los hombres, también casados, los tiene aún más cerca: uno estudia en el MIT, mientras que el otro está en Harvard, la misma casa de estudios donde Cavallo se doctoró hace casi 30 años.

A Cavallo le ha cambiado mucho la vida desde que dejó el Ministerio de Economía a fines de 2001, en medio de una revuelta popular que desencadenó el gran golpe institucional en Argentina.

Desde hace un año se encuentra en Boston como profesor visitante de Harvard, dictando la cátedra Robert Kennedy sobre estudios latinoamericanos. Se le ve tranquilo y relajado.

En cuanto a su actividad profesional, actualmente está dictando junto al profesor brasileño Roberto Mangabeira Unger el curso América Latina y el Consenso de Washington, además de escribir artículos y libros y de participar en seminarios a los que es invitado en todo el mundo.

– ¿Cómo han sido estos dos años fuera del poder político? ¿Cómo ha sido la experiencia de pasar de súper ministro a la vida académica?

«Muy tranquilos, con mucho tiempo para la reflexión y para escribir. Tiempo para dedicar a la familia y para volver a la vida académica y a estar en contacto con la juventud, que es algo muy lindo. Ha sido una especie de relajo después de muchos años de una actividad súper intensa, una especie de descanso del guerrero».

– ¿Este descanso es sólo una tregua del guerrero para después volver al mundo político?

«Uno nunca sabe lo que le depara el destino. Yo siempre tengo mi mente puesta en la Argentina. No tomé una decisión de vivir permanentemente en el extranjero. Se me presentaron estas oportunidades de enseñar primero en la Universidad de Nueva York y ahora en Harvard y acepté esos desafíos que me resultan muy agradables. Pero cuanto antes pueda volver a Argentina, mejor para mí y para toda mi familia».

– La cátedra que está dictando termina a mediados de año. ¿Cuáles son sus planes inmediatos después de eso?

«Pienso viajar mucho, pero probablemente vuelva a vivir el resto del año en Argentina».

– ¿Y piensa volver a la política contingente en Argentina?

«Voy a volver a hacer la actividad profesional que siempre desarrollé. Pero cuando uno se ha metido en política, obviamente que tiene su mente puesta en los problemas del país».

Errores del pasado

– Cuando usted renunció, le pidió disculpas al pueblo argentino porque consideraba que todos quienes estaban en el gobierno eran responsables de alguna manera de la crisis a la que se había llegado. Ahora que han pasado dos años, ¿qué le diría a los argentinos?

«Creo que todos los dirigentes políticos que hemos estado en la Argentina tenemos que pedirle disculpas al pueblo, porque obviamente hemos cometido errores. Lo importante es que los argentinos no perdamos el espíritu de lucha y que todos advirtamos que el potencial de nuestro país es muy grande y rico».

«Argentina está experimentando hoy una reactivación muy importante y creo que eso es consecuencia de un proceso de modernización y capitalización de muchos sectores clave de la economía argentina, que ocurrió en la década de los noventa».

– ¿A qué tipo de errores de refiere? ¿Qué cosas no debieran haberse hecho?

«El gran problema de Argentina a lo largo de su historia, que lamentablemente se ha repetido en la segunda mitad de los noventa, es el exceso de gasto sobre todo en las provincias, y el exceso de endeudamiento de las provincias con el sistema financiero».

«La dirigencia política, en vez de tomar el toro por las astas, prefirió provocar una situación de caos a fines de 2001 y comienzos de 2002 y reducir todos los salarios en un 30% – 40%, a través de una fuerte inflación y de una devaluación».

«Creo que toda la dirigencia política tiene que procurar hacia el futuro hablarles a los argentinos con la verdad y no simplemente tratar de echar culpas a los que estuvieron antes y hacerle soportar al pueblo sacrificios enormes».

– Usted habla de la dirigencia política en general, pero hay muchos argentinos que lo culpan directamente a usted y a sus medidas, como la convertibilidad y el corralito, de la crisis que vive Argentina hasta hoy.

«Eso dicen los responsables del caos. Eso dice, por ejemplo, Eduardo Duhalde o Raúl Alfonsín. En realidad, la dirigencia bonaerense, que nunca fue votada por el pueblo pero que gobernó desde 2002 hasta principios de 2003, engañó terriblemente a todos los argentinos».

«Después de haber provocado la pérdida del crédito de la Argentina, decidieron voltear a un gobierno para adoptar la pesificación y devaluación, que resolvió el problema de endeudamiento de ellos y de los empresarios que les proveyeron financiamiento y los apoyaron mediáticamente, pero arruinó a todos los argentinos, porque erosionó sus ahorros y produjo una reducción de los salarios».

«Dentro de esta campaña mediática, para sacarse el fardo de encima, le echaron la culpa a la convertibilidad y al corralito, cuando éstos fueron en realidad dos elementos disciplinadores de una situación que desbordaba por todos lados a causa del exceso del gasto público y del endeudamiento de las provincias».

– ¿Cree que el corralito era la única salida en ese momento?

«Fue un sistema de control de cambio. No pudimos evitar ponerlo porque tres días antes la subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) había mencionado en Washington que un país que está reestructurando su deuda tiene que poner controles de cambio. Todo el mundo interpretó que Argentina iba atener que hacer eso y sacó su dinero de los bancos. Cuando ocurre eso en cualquier país hay que poner obviamente alguna restricción para el retiro».

Con la conciencia tranquila

– ¿Cómo siente que lo ve el argentino común y corriente?

«Creo que los argentinos de la calle son gente muy inteligente y que a medida que vaya decantando la polvareda, van a descubrir cuál es la verdad».

– Cuando usted va a Buenos Aires, ¿le gritan cosas en la calle?

«No, ahora no me gritan cosas. Además mucha gente me manda correos electrónicos y me da palabras de aliento. Por más que se orquesten campañas fenomenales y por más que el gobierno de Duhalde haya utilizado todo el poder para desprestigiar las políticas de los noventa, el pueblo argentino sabe que hubo un proceso muy importante de inversión y de aumento de productividad que le está permitiendo hoy a la Argentina tener mejores niveles de producción agropecuaria e industrial».

«Ese proceso de modernización le permitió al argentino medio y pobre acceder al crédito, comprar su vivienda y equipar su hogar. Eso es algo que los argentinos no se van a resignar a perder y van a demandar que vuelva a existir en nuestro país».

– ¿Usted se siente absolutamente tranquilo con todo lo que hizo? Si volviera atrás, ¿tomaría las mismas decisiones?

«Por supuesto que trataría, por ejemplo, de denunciar el sobregasto de la provincia de Buenos Aires y el endeudamiento con el banco de la provincia con mucho mas énfasis de lo que hice en 2001. Mi actitud en esa oportunidad fue tratar de ayudar a todos los gobernadores y al presidente de la nación a reducir el gasto y resolver el problema del excesivo endeudamiento, sin llegar a una situación de caos».

– ¿No se arrepiente a veces de haber entrado al complicado mundo político, en vez de haberse quedado en el ámbito más académico?

«No. Siempre he sentido una gran responsabilidad con el pueblo por ser una persona formada para el diseño e implementación de políticas públicas. Yo creo que es muy importante que la gente que se siente capaz de hacerlo y que quiere trabajar por el resto se dedique a la política. Estoy muy contento de haber asumido mi responsabilidad como hombre público. Como tal, hay que estar preparado para recibir los reconocimientos, pero también las críticas cuando a uno le va mal, cuando uno se equivoca o cuando las circunstancias lo hacen aparecer como responsable de los problemas».

– En el libro de Mario Vargas Llosa, «Conversaciones en la Catedral», dos personajes se preguntan en qué momento se «jodió» el Perú. Llevando esto a su país, ¿en qué momento diría que se «jodió» un país con tanto potencial como Argentina?

«Hay muchos momentos. Creo que Argentina después de la II Guerra Mundial erró el rumbo, como lo erró toda América Latina con las políticas de sustitución de importaciones y las políticas populistas provocaron malos resultados en la mayor parte de la región, como fue el caso de Chile y Argentina. En nuestro país eso llevó a una hiperinflación».

«En los noventa, Argentina encontró su rumbo para crecer en condiciones de estabilidad, tal como Chile lo había encontrado durante los ochenta. La diferencia es que Argentina no perseveró lo suficiente. En nuestro país, a partir del año 97, se produjo un gasto tan excesivo en las provincias y un endeudamiento tan grande con el sistema bancario, que eso le hizo perder el crédito primero a algunas provincias y luego a la Argentina».

«En vez de trabajar por restablecer la confianza, bajando gasto público y revirtiendo el gasto excesivo de las provincias, una parte de la dirigencia política prefirió volver a la metodología de los ochenta. O sea, tirar sobre las espaldas del pueblo las deudas de quienes habían pedido prestado en exceso y en forma imprudente. Yo diría que Argentina se jodió principalmente a fines de 2001 y principios de 2002 como consecuencia de la captura del poder por quienes representaban a los intereses de los endeudados que estuvieron inescrupulosamente dispuestos a tirar el peso de sus deudas sobre las espaldas del pueblo».

Argentina hoy

– ¿Cómo evalúa la gestión del presidente Kirchner?

«Kirchner ha tratado de conseguir la confianza y el apoyo de los argentinos y en eso ha tenido mucho éxito. En materia económica y en casi todas las materias aún no ha adoptado decisiones. A mí me cuesta decir que la estrategia de Kirchner ha sido equivocada. Algunos se apresuran a decir que él no se preocupa de los temas de fondo. Lo que pasa es que hacer eso cuando uno no tiene el apoyo, puede ser una receta para el fracaso. Cuando un presidente aparece no tomando muchas decisiones pero construyendo poder uno le tiene que abrir un crédito, dar un tiempo, ser paciente y no criticarlo».

– ¿Qué impresión le ha dado hasta ahora el ministro Lavagna?

«Él se limitó a poner una suerte de paño frío en una situación muy caldeada después de la devaluación y pesificación. Como tenía que ser ministro en medio de un proceso electoral, no podía hacer muchas cosas diferentes a las que hizo. Ahora tiene que implementar la estrategia económica del presidente Kirchner, pero yo creo que éste le ha dicho que vayan despacio porque tiene que acumular poder. Objetivamente, ha sido una gestión de muy poca acción, pero la construcción de poder es un paso previo».

– Usted siempre estuvo en contra de la pesificación de la economía de Argentina.

«Yo creo que fue un error garrafal haber pesificado y haber destruido toda la base contractual de la economía. Pero una vez que a los argentinos se les hizo soportar la pesificación, los organismos multilaterales que desde el exterior apoyaron esa política tendrán que aceptar las mismas reglas de juego para ellos».

– ¿No cree que la pesificación de la economía argentina era una decisión inevitable porque en la práctica igual se estaba dando una devaluación de la moneda?

«No. La moneda se comenzó a devaluar precipitadamente cuando se anunció la pesificación. Porque si los argentinos tienen inversiones por US$80 mil millones y de repente se les dice que no son dólares sino pesos, la desesperación de la gente por reconstruir sus portafolios en dólares la lleva a tratar de deshacerse de los pesos y ahí obviamente la divisa norteamericana se va a las nubes. Así que obviamente la pesificación lejos de ser necesaria, hizo que ésta fuera totalmente descontrolada y exagerada». «Menos mal las fuerzas normales de la economía han estado reparando las consecuencias del gravísimo error que significó combinar pesificación con libre flotación de la moneda».

Cavallo: «El modelo chileno es apropiado para Argentina y cualquier país emergente»

Domingo Cavallo, Mingo como a él mismo le gusta llamarse, parece sentirse como en casa en Harvard, donde hoy es Robert Kennedy Visiting Professor in Latin American Studies. Después de haber pasado parte del 2002 y el 2003 en New York University, hoy reconoce que prefiere Boston a Nueva York. Y no es sólo porque en esta universidad obtuvo su doctorado en economía, sino porque aquí estudian también dos de sus tres hijos. Con una actividad académica casi exclusivamente abocada a los temas latinoamericanos, sus cátedras y su consultora en Argentina lo mantienen conectado a su país, al cual podría retornar al término del año académico en Estados Unidos. Quizás por lo mismo, advierte que no quiere comentar la negociación que enfrenta el gobierno de Kirchner con el FMI a raíz de la deuda externa -«porque no quiero influir sobre un proceso en marcha», explica.

Aún así, es claro que este economista de 57 años plantea su alejamiento de la política como algo transitorio, y que como él mismo lo afirma en esta entrevista, las circunstancias en su país marcarán la pauta de su regreso a la contingencia más dura. Mientras aguarda ese momento, Boston y la academia parecen el perfecto lugar para revisar la crisis que vivió Argentina -sobre la cual ha escrito varios papers aquí en Estados Unidos-, examinar las responsabilidades envueltas y analizar sobre la contingencia política y económica de la región.

América Latina vive un buen momento debido en parte a la mayor demanda por commodities que genera el fuerte crecimiento de China. Pero hay dudas sobre si el crecimiento de China es sostenible

La expansión de China es buena para la región, porque se está constituyendo en un motor adicional para el crecimiento mundial. Y creo que va a durar. Es tan grande China y tiene tantas oportunidades de inversión por desarrollar y productividad por generar, que va a tener un proceso muy largo de expansión, como lo han tenido otros países asiáticos en el pasado. Además, se está empezando a gestar una estrategia de desarrollo interesante en India.

¿La inestabilidad política de la región, en particular en Bolivia y Venezuela, y en menor medida Perú, puede opacar este mejor momento económico?

El tema de Venezuela es un caso de vuelta al populismo de los años ’60 o ’70, que está demostrando ser inconducente. No creo que haya ningún progresista en América Latina que tome la experiencia de Chávez como modelo.

Pero está también Bolivia, que enfrenta una fuerte inestabilidad.

El tema Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia tiene un común denominador, que es la mezcla de estos fenómenos de financiamiento provisto por la droga, y el indigenismo pretendiendo cobrar poder, apoyado desde el exterior y planteando una suerte de cambio de sistema que no se sabe en qué consiste, pero que abarcaría no sólo la economía sino la política. Ese es un fenómeno muy peligroso para la democracia de esos países.

Lamentablemente, el retorno del populismo a Venezuela y la actitud de Chávez no ayudan. Pero así como están la mala influencia y el mal ejemplo de Chávez, los países andinos tienen la buena influencia y el buen ejemplo de Chile. Si Chile tuviera gestos de mayor amistad y acercamiento al resto de los países andinos, podría ayudar mucho a frenar este proceso de desestabilización democrática y de reversión de las reformas de mercado que peligrosamente se dan en Bolivia y amenazan a Perú, y eventualmente a Ecuador y Colombia.

¿A qué se refiere con mayor acercamiento por parte de Chile?

Chile tiene la gran ventaja de haber tenido y seguir teniendo éxito económico. Dado eso, podría tener una influencia muy positiva sobre el curso de los acontecimientos en Bolivia, Perú y en todo el resto de los países andinos. Pero creo que requeriría un poco de mayor predisposición de Chile de ayudar a resolver problemas de larga data, como son el acceso la mar de Bolivia y los problemas con Perú.

¿Usted apoya entonces la idea de que Chile le dé a Bolivia salida al mar?

Siempre y cuando Bolivia y Perú consoliden sus regímenes democráticos y sus economías abiertas e integradas al mundo. Chile lo tendría que hacer como una contribución a la estabilidad de la región, así como Alemania concedió muchas cosas para lograr la estabilidad, la paz y el crecimiento de Europa.

Si no hay esa contribución, como usted lo califica, ¿cómo ve las perspectivas para la estabilidad en esos países?

No me gusta ser agorero, pero se están dando situaciones muy peligrosas tanto para el futuro de Bolivia como de Perú y de Ecuador, manifestadas en estos movimientos antisistema.

Esos movimientos también se han dado en Argentina, con los piqueteros, mientras el gobierno de Kirchner ha aislado a su país de la comunidad financiera internacional.

En el caso argentino, fue un primer intento de volver a políticas populistas muy consecuentes con la personalidad y la trayectoria de Duhalde y Alfonsín, y que fue circunstancialmente apoyado por los gobierno provinciales. Pero las consecuencias fueron tan negativas para el pueblo argentino que el mismo Duhalde tuvo que variar la orientación de sus políticas, y ahora Kirchner estoy seguro va a reencauzar la situación.

¿En que dirección? ¿Un nuevo modelo liberal en Argentina?

En la dirección de no mantener a Argentina aislada del mundo y no cerrar oportunidades de inversión, para que ésta pueda retomar un crecimiento vigoroso. Lo que ha habido a partir del año pasado es una vuelta a los niveles razonables de producción y actividad. Pero eso no es crecimiento económico, sino simplemente recuperación del nivel de actividad. El modelo argentino para el futuro no puede ser diferente al que se aplicó y se sigue aplicando en Chile, y que no lo llamaría el modelo del consenso de Washington, ni el modelo neoliberal. Eso es un epíteto que se le ha puesto. Es el modelo de la racionalidad económica y del pleno aprovechamiento de la capacidad productiva y del potencial de crecimiento que tiene un país.

En la definición de las reglas del juego que está pendiente en Argentina ¿es aplicable el modelo chileno?

Cada país tiene su propia historia, pero si por modelo chileno entendemos el haber definido reglas del juego claras, que procuran una creciente integración de Chile al mundo, un alto grado de competencia y transparencia en los mercados, un gran equilibrio fiscal e incentivos al ahorro, sin duda el modelo chileno es apropiado para Argentina, como lo es para cualquier economía emergente.

Pero muchos en Argentina culpan al modelo de los ’90 por lo que pasó en la crisis del 2002.

No, eso de que muchos culpan es una interpretación mediática. Los argentinos son inteligentes y saben que algunas cosas produjeron malos resultados, como el excesivo gasto de las provincias y su endeudamiento. Los políticos que actualmente están en el gobierno, sobre todo los dirigentes provinciales, le echan la culpa a Menem, a De la Rúa, a Cavallo, pero la gente sabe que las responsabilidades por el exceso de gasto fueron de toda la dirigencia entre el ’97 y el ’99.

«El FMI se portó mal»

¿Y cuál fue la responsabilidad del FMI?

La única responsabilidad del FMI es la de haber prometido un apoyo para una reestructuración ordenada de la deuda en el segundo semestre del 2001, y luego no hacerlo. En el momento crítico, el FMI envió señales contradictorias que hicieron interpretar a los populistas argentinos que el Fondo pretendía el default, la devaluación y el caos que sobrevino en el 2002.

Hay quienes critican al FMI por un supuesto doble estándar: impone un severo ajuste fiscal a Brasil, pero con Argentina ha tomado una actitud más paciente, ahora que viene la renegociación…

No, no creo que haya que verlo así. El Fondo se portó muy mal con Argentina en la segunda mitad del 2001, porque debería haber ayudado a Argentina a hacer una reestructuración ordenada de la deuda, tal como lo había prometido en el mes de agosto, y luego no lo hizo. Por lo tanto el Fondo Monetario se siente corresponsable de haber provocado el default y la devaluación, y yo, claramente, lo hago responsable del proceso de pesificación que significó imponerles una quitada a los acreedores internos, que afectó a los ahorristas del sistema bancario y a los titulares de los fondos de pensiones.

Eso llevó a destruir la riqueza financiera de los argentinos y a eliminar los incentivos al ahorro.

Más allá del FMI y de la clase política, la crisis argentina se identificó con usted.

Sin duda hubo una decisión política del gobierno de Duhalde, apoyada por el principal multimedio de la Argentina -el grupo Clarín-, de identificarme a mí como el chivo expiatorio. Pero ahora yá han cambiado, ahora lo tratan de transformar como el chivo expiatorio a Menem y a De la Rua.

¿Y cual fue la responsabilidad de Menem en la crisis?

Tuvo una fortísima responsabilidad política para bien durante un período y para mal en otro. Pero en el desmanejo político y económico del ’97 al ’99 Menem tuvo un colega que es tan o más responsable que él. Y ese colega es Duhalde, porque el desmanejo de esos años fue fruto de la competencia entre los dos por la candidatura presidencial del ’99.

«Se me hizo difícil trabajar en Argentina»

¿Su reclusión en Estados Unidos ha sido un autoexilio dadas las fuertes críticas que enfrentó en su país?

Simplemente yo trabajo donde me ofrecen hacerlo. Con la actitud del gobierno de Duhalde y de la prensa en general, obviamente se me hacía difícil trabajar en la Argentina. Pero yo siempre desarrollé actividades en relación a la Argentina, y aun cuando estuve en actividades académicas, siempre volqué mi experiencia hacia mi país.

¿Quiere volver a participar en política en su país?

Uno nunca sabe si va a volver a participar en política, porque eso no depende tanto de uno sino de las circunstancias.

¿Cómo evalúa lo que han hecho Kirchner y el ministro de Economía Lavagna?

Lo que han hecho desde la segunda mitad del breve período de Duhalde y luego desde que asumió Kirchner es calmar la situación. Pero claramente no han adoptado ninguna decisión que signifique definir un rumbo claro hacia el futuro. Eso es lo que van a tener que hacer y que yo descuento que se va a hacer en el transcurso del próximo año. Yo creo que las va a terminar clarificando en el sentido de restablecer y reparar las reglas del juego que permitieron a Argentina crecer entre el 91 y el 98.