INFLACION, ALIMENTOS E INCREMENTOS SALARIALES.

Por Felipe Murolo.

Matutinos de hoy publican declaraciones de dirigentes empresarios (Daniel Funes de Rioja y José Ignacio de Mendiguren) advirtiendo que constituiría un peligro de exacerbar la inflación acordar números alegres en la presente ronda de negociaciones laborales. No estoy de acuerdo con que se culpe de la inflación a los incrementos salariales, pero conviene analizar ciertos fenómenos que impiden una eficiente y equitativa negociación de los convenios colectivos de trabajo, fundamentalmente en lo que se refiere al nivel nominal de los salarios.

Estos fenómenos son la inflación y la distorsión de precios relativos.

Se puede segmentar a la población asalariada según distintos niveles de ingresos, teniendo que:

1. Las familias que perciben ingresos semejantes al salario mínimo o que lo exceden en muy poco, tienen en su canasta preponderantemente alimentos, que aumentan mas que la media.
2. Las familias cuyos ingresos duplican el salario mínimo, consumen un porcentaje menor de alimentos y no son grandes demandantes de servicios privados (los que no están subsidiados). Su canasta, consecuentemente, aumenta de manera semejante a la media.
3. Las familias cuyos ingresos cuadruplican el salario mínimo, consumen mas servicios privados (los que no están subsidiados). Su canasta aumenta mas que la media, pero menos que en el caso de las de menores ingresos. En este tramo todavía no se sufre la licuación generada por la falta de actualización de la tabla de deducciones del impuesto a las ganancias.
4. Quienes perciben cinco o mas veces el salario mínimo consumen aún mas servicios privados y se ven afectados por la falta de actualización de la tabla de deducciones del impuesto a las ganancias. Su canasta aumenta levemente por encima de los del tramo de cuatro veces el salario mínimo, pero su capacidad adquisitiva disminuye por la cuestión relacionada con el impuesto a las ganancias antes mencionada.

En épocas de alta inflación lo que fundamentalmente se discute en la negociación de los convenios colectivos de trabajo es cómo tratar de evitar la caída de los ingresos de los trabajadores, en términos reales, adicionalmente a la que natural y habitualmente se produce con el correr del año con motivo de salarios congelados o semicongelados en términos nominales y un aumento constante de los precios.

La situación de los trabajadores del tramo mínimo de ingresos genera la necesidad de incrementar los salarios mas que la media (al nivel de los alimentos) aunque ese porcentaje, actualmente, equivale a la suma de la variación media de los precios y el incremento del PBI.

En el caso de los trabajadores del tramo 4. precitado, hay un componente progresivo al devorarse con el impuesto a las ganancias una parte de los aumentos nominales, pero en beneficio del fisco, no como una disminución del costo laboral.

Una vez mas nos encontramos ante la evidencia de que la inflación y la distorsión de precios relativos dificulta la toma de decisiones transparentes y equitativas y que como consecuencia de ello, tanto la inflación como la distorsión de precios relativos se potencian.

Obstinación.

Por Felipe Murolo.

Las autoridades del Banco Central se muestran eufóricas por lo que consideran la convalidación, desde el punto de vista monetario, de la política económica llevada adelante por el Gobierno Nacional durante los últimos ocho años y en especial desde 2007.

Lo que no parecen ver es que el público demanda con furia billetes físicos no para mantenerlos sino para gastarlos. Quiere los billetes que le pertenecen para poder desprenderse rápidamente de ellos.

A este Gobierno lo caracteriza la obstinación. Se obstina en maquillar las cifras del INDEC, se obstina en no sincerar el importe de las prestaciones a jubilados y pensionados, se obstina en mantener subsidiados los servicios públicos, se obstina en su negativa a imprimir billetes de mayor denominación, se obstina en impedir que el dólar flote de una manera mucho menos sucia que en la actualidad, se obstina en aumentar la carga tributaria sobre salarios al no actualizar la tabla de deducciones.

Esta colección de obstinaciones, que no se agota en la precedente enumeración, no representa necesariamente una forma de gobernar que implica remar contra la corriente. Mas bien representa una forma de gobernar que se caracteriza por ensayar heterodoxias a costa de la salud física, económica y mental de la población en general.

Las posiciones quijotescas no suelen ser racionales. Querer estar solos contra el mundo pensando que así vamos a estar mejor parece estar mas cerca del suicidio colectivo que de la pretendida victoria.

Para justificar sus desaguisados se refugian en el keynesianismo, olvidando que ese tipo de políticas tienen el objetivo de moderar los ciclos, no el de acentuarlos. Las medidas de corto plazo pueden modificar el corto plazo pero no la tendencia. Pretender modificar la tendencia prolongando en el tiempo medidas que se deberían haber dejado de aplicar al revertirse el ciclo puede generar una peligrosa burbuja.

Bombear la economía induciendo un consumo exagerado a través de tasas negativas en términos reales implica una anticipación innecesaria del gasto privado o, en todo caso, una asignación ineficiente de recursos, desalentando el ahorro genuino.

Mirar el balance del Banco Central por el lado de los activos, ignorando el crecimiento de los pasivos es, indudablemente, aplicar una óptica que pretende ocultar la realidad. Se jactan de que no han disminuido las reservas pese a haberse aplicado parcialmente al pago de la deuda pública, pero no mencionan que los pasivos, remunerados o no, han crecido mucho mas que el crecimiento de su contrapartida en reservas. Ya se registra en el balance del Banco Central la transferencia 2011 de 30.000 millones de pesos a las cuentas del Gobierno Nacional, efectivizada antes del viernes 14 de enero de 2011.

En cuanto al tema de los billetes físicos, se advierten ya las consecuencias del mayor abastecimiento, aunque tardío y la Circulación Monetaria ha aumentado desde el comienzo del presente año, en lugar de disminuir, como sucede estacionalmente de manera habitual.

Lamentablemente no parece que se deba esperar una actitud realista de parte de las autoridades, ordenando la impresión de billetes de mayor denominación que el actual de 100 pesos, que hoy representa solo 25 dólares, frente a los 50 dólares que representaba el billete de 500.000 australes en el año 1991 y los 100 dólares a los que equivalió desde 1992 hasta 2001 el actual billete de 100 pesos. Evidentemente, nos encontramos ante una obstinación que se prolonga con el correr de los años y que ya deviene en obtusa.

Moneda y Pirotecnia.

Por Felipe Murolo.

No es lo mismo imprimir que emitir, aunque tampoco se emite cuando se entregan billetes, dado que habitualmente esas entregas se realizan contra un débito en la cuenta corriente de la entidad receptora, con lo que no se producen cambios en el volumen de la base monetaria.

Tampoco se producen en ese caso cambios en M2, dado que en la determinación de ese conjunto de agregados no se computan los billetes en poder de las entidades ni los depósitos de las entidades en el Banco Central.

No se producen tampoco cambios en M2 cuando una persona retira fondos de un cajero automático. Hubo expansión de M2 cuando se le acreditaron los fondos a esa persona en su caja de ahorros o en su cuenta corriente.

Ahora bien. ¿Cómo podría favorecer a una menor expansión de M2 la falta de billetes?
Depende de como se acrediten los fondos de planes sociales y de complementos de jubilaciones a las personas que no cobran a través de acreditación en una caja de ahorros.

Si esos fondos están acreditados en cada banco, globalmente, en una cuenta especial, y esa cuenta no se computa a los efectos de la determinación de M2, no habría expansión de M2 hasta que se entreguen esos billetes al público. Esta hipótesis es poco probable, porque los fondos de esa cuenta serían técnicamente depósitos a la vista y consecuentemente formarían parte de M2.

En cambio, si los bancos estuvieran adelantando con fondos propios (computables para el efectivo mínimo) esos recursos, no habría habido expansión de M2 porque no habría habido acreditación previa en ninguna cuenta, pero la entrega de billetes sí constituiría expansión de M2.

En este último caso, el retacear billetes a las entidades y declarar asuetos bancarios mejora la posibilidad de cumplir con las metas monetarias. Aunque parece una forma muy peligrosa de jugar con fuego, en una época del año en la que la pirotecnia está a la vuelta de cada esquina.

El origen monetario de la inflación y la falta de billetes.

Por Felipe Murolo.

Si se observa la información proporcionada por el Banco Central, puede advertirse que la Circulación Monetaria, ha crecido hasta el 17.12.2010 frente al stock existente al 17.12.2009 un 31,59%.

Hay que tener en cuenta que la Circulación Monetaria no es el origen de todos los males, si no la consecuencia de la expansión monetaria global, que partiendo de la oferta de base se multiplica en función de la parte utilizada, de la utilizable por los bancos de su propia expansión por el sistema de encaje fraccionario.

Es así que si observamos el crecimiento de todos los conceptos de dinero que incluyen hasta depósitos a la vista inclusive, veremos que el crecimiento entre las fechas apuntadas asciende al 29,89%, y si a ello agregamos el concepto depósitos a plazo fijo, esa variación se modifica hasta el 35,92%.

Hay que diferenciar la oferta física de billetes, la demanda física de billetes, y la demanda de dinero transaccional, que con carácter especialmente puntual se produce en los días previos a la Navidad y al Año Nuevo, como consecuencia del pago de aguinaldo, y este año, con el agregado de distintos tipos de bonos otorgados por el sector público y el sector privado.

Hay que diferenciar la escasez del dinero físico por falta de stock, de la escasez por problemas en la distribución con la celeridad que estas fechas requieren.

Es decir, que a los problemas derivados de la política monetaria, agravados por los relacionados con la política social, se adiciona hoy un problema de logística que no se agota en los problemas de impresión.

Esto se podría haber evitado, o morigerado notablemente, si en lugar de apelar a la impresión extraordinaria de billetes de 100 pesos se hubiera optado por agregar un nuevo valor ($ 200 o $ 500) a la actual línea monetaria. Con ello no vamos a cambiar la realidad macroeconómica, pero si se morigerarían los problemas de acceso a medios de pago con que se ha venido tropezando durante los últimos días.

Claro está que el Gobierno no aceptará fácilmente esta propuesta solución. Prefiere apelar, como siempre lo ha hecho, a la falsificación de la realidad, mediante la adulteración o escamoteo de las imágenes.

Pero todavía estamos a tiempo para evitar futuros incendios. Se debería aprovechar la impresión oficialmente anunciada de 130 millones de billetes de 100 pesos, con lo que quedaría regularizado el actual cuello de botella, al menos una vez que disminuya la demanda puntual, estacional, de efectivo, para decidir la impresión de nuevos valores en la actual línea monetaria.

Si se repitiera el incremento de circulación monetaria, por aumento de la demanda transaccional, consecuencia del aumento de los precios (inflación) en un 30%, se necesitarían 36.000 millones de pesos mas en efectivo durante el próximo año, para llegar sin sobresaltos a la Navidad del año 2011, y ello siempre que la inflación no se continúe espiralizando, cosa que no se puede descartar.