Sólo hay una forma de evitar un nuevo «Rodrigazo»

El subtítulo de mi libro «Estanflación», editado por Sudamericana en 2008, es «como evitar un nuevo Rodrigazo y otros peligros de la economía kirchnerista». Hoy, cuando muchos economistas hablan de estanflación y del «Rodrigazo» como un nuevo fantasma en el horizonte, creo oportuno recordar la recomendación que hice entonces para que sea posible implementar un plan de estabilización que no vaya precedido de una explosión inflacionaria como la de 1975. A continuación transcribiré lo que escribí en 2008, porque tiene total actualidad.

«Lo primero que deberá proponerse el gobierno actual o un futuro gobierno que quiera sacar con éxito a la Argentina de la situación de angustia y desesperanza en la que se encuentra es una lucha frontal contra la inflación. Pero su objetivo deberá ser eliminarla de nuestra economía, al menos como fenómeno diferente del que se observa en el resto del mundo.

En lo que resta de este capítulo voy a explicar cómo se puede alcanzar este objetivo. Anticipo, desde ya, que no es tarea sencilla. No es cuestión, simplemente, de aplicar la receta de economistas que entienden del tema. Es una formidable empresa política.

Anunciar una regla monetaria

Para luchar eficazmente contra la inflación, el gobierno debe establecer una “regla monetaria”. Esto significa ratificar que el Banco Central de la República tiene un compromiso prioritario e ineludible con la estabilidad del nivel general de precios de la economía, tal como lo establece su carta orgánica.

Hay tres reglas monetarias factibles de ser utilizadas: 1) fijar el tipo de cambio en relación con una o más monedas extranjeras; 2) fijar un ritmo de crecimiento preestablecido para la cantidad de dinero en circulación, medida a través de algún concepto claro de “dinero”; o, 3) manejar la tasa de interés a la que presta o toma prestado el Banco Central, o algún otro indicador intermedio del grado de “dureza” de la política monetaria.

Las tres requieren que el peso, nuestra moneda, sea “convertible”, en el sentido de que deben removerse las restricciones a la entrada y la salida de capitales y la libre compra y venta de monedas extranjeras.

Si el peso no es convertible, cualquiera de las tres reglas monetarias, aplicadas en un contexto en el que inicialmente la expectativa de inflación será mucho más elevada que la que se fije como meta, puede llevar a que aparezca un mercado paralelo de monedas extranjeras, que provocará más confusión y exacerbará las expectativas.

En una situación como la que hoy está viviendo la Argentina, la típica recomendación “monetarista” de controlar la cantidad de dinero a un ritmo predeterminado, como lo señala la segunda de las reglas monetarias posibles, no resultaría efectiva, porque ante expectativas descontroladas de inflación como las que se derivan de la existencia de inflación reprimida, ausencia de reglas y las mentiras del INDEC, la velocidad de circulación del dinero puede resultar muy volátil, incluso aumentar hasta límites insospechados y frustrar el efecto inflacionario del control de la cantidad de dinero en circulación.

Por consiguiente, habrá que elegir entre la primera y la tercera reglas monetarias: tipo de cambio fijo o “metas de inflación”, como se denomina en la literatura técnica a la regla 3.

La regla 3, en un sentido estricto, requiere que esté muy bien organizado el mercado de compra y venta de letras del Tesoro y la participación del Banco Central, algo que aún no existe, porque desde 2002 este banco emite su propia deuda pero no interviene en el mercado de títulos emitidos por el Tesoro.

Será necesario integrar estos dos mercados e ir reemplazando la deuda del Banco Central por deuda del Tesoro. Mientras esto ocurre y no se disponga de una tasa de interés de corto plazo susceptible de ser utilizada como indicador intermedio de la política monetaria, será necesario utilizar al tipo de cambio nominal, es decir, al precio del dólar y las demás monedas extranjeras, como indicador de la política monetaria.

En la práctica, un manejo semejante significará combinar las reglas 1 y 3, para converger, cuando funcione bien el mercado de letras del Tesoro, en una aplicación estricta y exclusiva de la regla denominada “metas de inflación”.

Hasta aquí, la lucha contra la inflación parece una operación de política monetaria. Pero, lamentablemente, no es tan sencillo. Para tener éxito, es decir, para que se logre el objetivo de reinstalar un clima duradero de estabilidad de precios que permita a todos los argentinos prosperar, sin las incertidumbres y las angustias del presente, el gobierno de los Kirchner, o cualquier otro que lo suceda, tendrá que enmarcar esta política monetaria del Banco Central en una reforma mucho más completa de las reglas de juego de nuestra economía. A esto me voy a referir en los próximos apartados.

Eliminar rápidamente la inflación reprimida

Hoy hay inflación reprimida. Esto significa que los precios de muchos bienes y servicios están artificialmente fijados a un nivel en el que no se igualan la oferta y la demanda. En otros términos, con los precios fijados por intervención del Estado en los mercados, la demanda de esos bienes y servicios excede largamente a la oferta.

Cuando Cristina Kirchner quiso argumentar que la inflación no era alta porque el precio de la carne, la leche, el gas natural, el gasoil y la electricidad, entre muchos otros, son más bajos en nuestro país que en Uruguay, Brasil y Chile, en realidad estaba diciendo que en la Argentina hay mucha inflación reprimida. Sólo así se pueden explicar diferencias de precios en países vecinos y económicamente muy integrados.

La inflación reprimida, paradójicamente, termina provocando tasas más altas y erráticas de inflación abierta, porque alienta expectativas inflacionarias muy difíciles de revertir por el gobierno. Esta “inercia inflacionaria” —como se denomina a este fenómeno en la literatura especializada— se produce porque la gente sabe que necesariamente, en algún momento, el Estado deberá autorizar aumentos de los precios de los bienes y servicios controlados. Y cuando lo hace en forma parcial e insuficiente sólo consigue confirmar las sospechas de la población, con lo que ésta espera más ajustes en el futuro y acomoda sus expectativas inflacionarias hacia arriba.

Hay otra razón por la que la inflación reprimida retroalimenta la inflación. A medida que el Estado impide que los precios controlados suban, la gente tiene mayor ingreso disponible para gastar en los bienes y servicios cuyos precios no están controlados.

Utilizaré, para ejemplificar, el caso de la electricidad y los electrodomésticos. Si la gente gasta menos en electricidad, porque el gobierno obliga a las empresas eléctricas a proveerla por debajo del verdadero costo económico, tendrá más ingresos disponibles para comprar, por ejemplo, electrodomésticos que consumen electricidad. La demanda de electrodomésticos aumenta más que lo que habría aumentado si no se controlaban las tarifas eléctricas.

El precio de los electrodomésticos, que no está controlado, aumenta más de lo que debería hacerlo si la oferta de electrodomésticos no crece tan rápido como la demanda. También se incrementa la cantidad de electrodomésticos que consumen electricidad, porque la gente consigue comprar más. Cualquiera sea la combinación de estas dos consecuencias, el desequilibrio inicial entre la oferta y la demanda de electricidad aumenta. Y la brecha entre los precios controlados (electricidad, por ejemplo) y los no controlados (electrodomésticos, en este caso) se amplía.

El caso de la electricidad y los electrodomésticos es sólo uno de miles de ejemplos similares que se podrían mencionar. El resultado es que puede llegar a ocurrir que aun cuando se intente disminuirla en forma gradual, permitiendo el aumento insuficiente de los precios controlados, la inflación reprimida siga ¡aumentando!

Por consiguiente, en algún momento se debe eliminar rápido la inflación reprimida. Ése es el momento de los “tarifazos”, que eran tan comunes en las décadas del 70 y del 80. La decisión de dar el tarifazo puede ser del gobierno, o, si éste mantiene las distorsiones por largo tiempo, puede resultar de lo que muchos políticos argentinos han denominado “golpes de mercado”.

Los golpes de mercado no ocurren por impulso político de grupos económicos opositores, sino por la falta absoluta de realismo del gobierno que trata de perpetuar, sin éxito, el estado de inflación reprimida.

Se necesita credibilidad y convicción

A esta altura el lector seguramente se preguntará qué se puede esperar si el gobierno, el actual o el que lo suceda, decide anunciar una regla monetaria y simultáneamente eliminar de cuajo la inflación reprimida, tal como parece ser la solución conforme a mis explicaciones en los dos apartados precedentes.

La respuesta es simple e independiente de las condiciones políticas y económicas en que se implementen esas decisiones: habrá un período de estanflación. Es decir, seguirán por un tiempo altos índices de inflación y de inmediato se comenzará a vivir un clima recesivo. Esto es inevitable.

Cuando los precios atrasados por las distorsiones introducidas por el gobierno en años y meses anteriores se eliminen de golpe, se producirá un salto en el nivel general de precios. Ante este aumento, con niveles de ingresos nominales que estarán frenados por la dureza de la regla monetaria, la demanda de casi todos los bienes decrecerá.

Obviamente, la disminución de la cantidad demandada de bienes y servicios cuyos precios se liberan será fuerte, porque sus precios saltarán como un resorte. Pero también disminuirá la demanda de todo el resto de bienes y servicios, en particular de aquellos con precios no controlados, que se habían beneficiado del nivel artificialmente alto de los ingresos disponibles de los consumidores.

Los precios de estos bienes y servicios, que habían subido excesivamente, tenderán a bajar por caída de demanda, pero no lo suficiente como para compensar el efecto sobre el nivel general de precios de los que aumentan por eliminación de la represión.

En un contexto de incertidumbre, habrá presiones alcistas sobre las tasas de interés, sobre la cotización de las monedas extranjeras, y mucho impacto negativo sobre las cuentas fiscales, porque se reducirá la recaudación impositiva y los gremios del sector público reclamarán ajustes de salarios.

Todos estos efectos colaterales aumentarán el resultado estanflacionario de las decisiones dirigidas a luchar contra la inflación. Sin duda, habrá costos políticos, económicos y sociales. Costos que son inevitables.

Pero la cuestión fundamental a la que me quiero referir es la siguiente: ¿Cómo se pueden reducir a un mínimo estos costos y conseguir, lo antes posible, la reinstalación de la estabilidad, el regreso del crecimiento económico y un clima de prosperidad?

La respuesta tiene que ver con la política. Los costos serán reducidos y el éxito se conseguirá más rápido si el gobierno es sincero, explica con claridad los fundamentos de las decisiones que adopta y logra convencer a la gente. La convicción respecto de la estrategia adoptada y la credibilidad que sea capaz de inspirar son cruciales.

Por eso es imposible que un gobierno, el actual o el que le suceda, pueda luchar eficazmente contra la inflación si se sigue mirando la economía argentina a través de las anteojeras ideológicas del Plan Fénix.

Si un gobierno sin convicción e incapaz de inspirar credibilidad anuncia las políticas correctas en materia de lucha contra la inflación, mi predicción es que no tendrá fortaleza política para sostenerlas todo el tiempo que es necesario para que comiencen a dar resultados aceptables para la población. En circunstancias de este tipo, el intento de luchar contra la inflación se transformará en un nuevo Rodrigazo.

Aun con convicción y credibilidad, el éxito de la lucha eficaz contra la inflación no está asegurado porque las circunstancias internacionales y la falta de crédito interno y externo pueden hacer que la estabilidad se torne inalcanzable en un horizonte temporal socialmente aceptable.

Además, se necesitará crédito

Finalmente, debo destacar que un gobierno convencido de la necesidad de luchar contra la inflación, que logra credibilidad para sus anuncios, que además adopta y comienza a implementar una buena regla monetaria y elimina de cuajo la inflación reprimida corre el riesgo de fracasar si previamente no ha tomado precauciones para conseguir el crédito que necesitará para financiar el desajuste fiscal, que aun cuando no existiera antes, seguramente aparecerá poco después de los anuncios.

No es posible confiar en que cuando se pone en marcha un plan de estabilización bien diseñado se conseguirá mantener, de inmediato, el equilibrio presupuestario. La eliminación de la inflación reprimida significará resignar recaudación de muchos impuestos distorsivos.

Si bien ya no serán necesarios los subsidios económicos para cubrir el desfasaje entre los costos y las tarifas de los servicios públicos, no se podrá prescindir de subsidios sociales orientados a neutralizar el impacto negativo del tarifazo sobre las familias que tienen ingresos por debajo de la línea de pobreza.

Deberán ajustarse las jubilaciones y los sueldos de los empleados públicos, y aumentará el gasto público en servicios, de los que el Estado también es usuario.

El mismo efecto recesivo inicial de la eliminación de la inflación reprimida reducirá la recaudación de impuestos no distorsivos, como el IVA y el Impuesto a las ganancias. Y, finalmente, pero no menos importante, para recuperar la competitividad de la economía será necesario permitir que los impuestos sobre la nómina salarial se tomen como pago a cuenta del IVA.

La única forma de que, con semejante panorama fiscal, el Banco Central pueda aferrarse a una regla monetaria estricta es que exista crédito público y se consiga financiamiento interno y externo voluntario, a tasas de interés razonables.

Si previamente al lanzamiento del plan de estabilización no se ha recuperado el crédito público, lo más probable es que el Banco Central termine teniendo que relajar la regla monetaria para proveer financiamiento del gobierno. Si ello ocurre, se producirá una espiral inflacionaria y el plan de estabilización se hará trizas. Todo se transformará en un nuevo Rodrigazo.»

131 comentarios en «Sólo hay una forma de evitar un nuevo «Rodrigazo»»

  1. Estimado Dr.:
    Por falta de tiempo recién accedo a su post; disculpe la extemporaneidad de mi comentario.
    Al respecto creo importante destacar, tal como seguramente Ud. sabe, que las reformas de la Carta Orgánica del BCRA promulgadas hace un par de meses abarcaron también varios artículos de la Ley de Convertibilidad, eliminando en forma absoluta el concepto de «reserva».
    En virtud de ello todos los dólares que pueda tener el BCRA ya dejaron de ser respaldo del circulante, y pasaron a ser «un activo más» del balance de dicha institución, cual mesa o silla.
    Por ende también dejó de existir legalmente el cálculo «oficial» del valor del dólar en función de dichas reservas. Y todo esto como parte de un cambio mayúsculo, diría copernicano, en el rol del BCRA como institución.
    Hemos vuelto a la etapa alfonsinista, previa a 1991, cuando el austral no tenía ningún tipo de respaldo y se emitía en función a las «necesidades» del poder ejecutivo… hace tan sólo un par de meses!!
    Lamentablemente la gente no se ha percatado de la gravedad de esta situación, la cual impide la aplicación de cualquier variante de solución por Ud planteada en 2008 y nos lleva «legalmente» a las peores épocas de destrucción de la moneda nacional y todo lo que ello implica, cuestión que los jóvenes deberán aprender pero harto conocida para los mayorcitos.
    Atentos saludos para Ud y gracias por su atención.

  2. Dr. Cavallo, lei su libro apensa salio y coincidí con uds en el tema de la estanflacion cosa que esta ocurriendo y que no creo que cambie (al contrario mas inflacion, menos crecimiento o mas bien estancamiento o recesión). Mi duda y debe ser la pregunta del millon es cuando o de que depende el cambio de precios relativos que va a ocurrir en algun momento. Con las condiciones actueles mi intuición es que depende de la baja del precio de la soja (menos de 400 dolares) o la necesidad de importar mas combustible (hoy 10.000 millones que aumente a 13/15M) o ambas en una escala menor. Lo malo es que podemos seguir asi (hirviendonos a fuego lento) porque a mi entender van a extraer todo el petroleo sin hacer inversiones (en forma rapida las empresas tipo repsol no sacaban porque les importaba el precio a estos no les importa nada entonces lo van a regalar) a eso sumarle que el año que viene van a tener mejores cosechas. Podemos seguir asi por bastante tiempo.

    Que opina?

    1. Yo creo que el precio de la soja es determinante, pero también la situación fiscal en general. Se está agravando peligrosamente, especialmente en las provincias.

  3. Estimado Dr.:
    Actualmente me encuentro haciendo una monografía sobre el Rodrigazo, me gustaría consultarle si puede recomendarme algún libro y/o página que brinde información sobre el suceso, sus causas y consecuencias.

    Muchas gracias,

    Juan

    1. Recuerdo que Juan Carlos de Pablo escribió mucho sobre el Rodrigazo. Buscá material en sus libros, a los que podés identificar por internet. También hay referencias en mi libro Estanflación.

  4. Estimado Dr Cavallo,
    Descubri su blog por casualidad, ya que investigaba sobre el 82% Movil que la Nacion sigue negando a los jubliados, y encontre, gratamente, su nota.
    No solo me aclaro varias dudas, sino que ademas ahora he comenzado a leer el resto de sus articulos, actuales y antiguos.
    Acabo de terminar de leer este, y mi pregunta es: Porque cree usted, que el Gobierno de Cristina Kirchner, hace exactamente todo lo contrario a la mayoria de las medidas que usted indica aqui como soluciones?
    No solamente han reforzado los controles cambiarios, a niveles ya absurdos, sino que hemos perdido todo tipo de credibilidad a nivel Internacional.
    No piensa que se estan tomando constantemente politicas auto-destructivas en lo que a la economia respecta? TANTOS economistas que leo y escucho, no pueden estar equivocados.
    Hoy dia, hemos superado a Venezuela en lo que a Inflacion respecta, y esto empeora dia a dia.
    No se usted, pero yo estoy muy preocupado…
    Le agradezco el compartir sus conocimientos por medio de este BLOG.
    Saludos, Matias.

    1. Yo creo que actúan así porque se han venido enredando desde 2002 en adelante y sin credibilidad ni crédito no encuentran la forma de comenzar a desenredar el ovillo. Un abrazo.

  5. Buenas tardes, Sr. Cavallo,

    Siempre he querido hacerle una pregunta y aprovecho ahora esta página para formulársela. Le agradecería que me conteste con la máxima sinceridad y mayor nivel de detalle posible. En los últimos meses de 2001, cuando el oficialismo ya había perdido las legislativas, se decretó el corralito y se empezó a trabajar en una reestructuración de la deuda pública. En esos momentos ¿cuáles eran sus intenciones y la del Presidente De La Rua con respecto al tipo de cambio fijo? Me queda claro que la Ley de Convertibilidad ya había sido modificada, añadiendo el Euro como moneda de referencia ¿Eran ustedes partidarios de seguir con ese esquema o, por el contrario, habrían defendido una devaluación o, mejor dicho, una liberación del tipo de cambio que llevara el peso a flotar? Me cuento entre los argentinos que salieron a golpear cacerolas en esos momentos, no específicamente contra usted o De La Rúa sino contra toda la corporación política. No me arrepiento de mi rebeldía ni de mi cuestionamiento ético, pero hoy en día estoy convencido de que mi inexperiencia juvenil me llevó a facilitar el acceso de políticos con ideas mucho más reaccionarias y retardatarias que las que yo criticaba en usted o en los presidentes que lo nombraron ministro. Comprenda que no reivindico el gobierno de la Alianza, simplemente he comprobado que lo que vino después fue peor. Le agradezco desde ya por su tiempo. Cordialmente.

    Juan Manuel

    1. Yo había planeado llegar en forma ordenada a una «convertibilidad flotante». Es decir, a un sistema monetario con el Peso y el Dólar como monedas de curso legal pero sin paridad fija: el sistema que hoy tiene Perú con el Sol y el Dólar flotando libremente entre sí. No se podía llegar inmediatamente porque el Dólar estaba exageradamente fuerte frente al resto de monedas y los precios de nuestros productos de exportación en dólares eran muy bajos. Pero cuando esa realidad externa cambiara (como comenzó a cambiar desde mediados de 2002 en adelante, con el dolar deprecíandose en el mundo y los precios de la soja y demás mercancías subiendo precipitadamente, la «convertibilidad flotante» pasaría a ser factible sin ninguna devaluación traumática del Peso. Mi idea era disponer la flotación del Peso entre el Euro y el Dólar, a partir del momento en que el Dólar pasase a ser menos valioso que el Euro y desapareciera el denominado «factor de convergencia» (arancel variable sobre las exportaciones para financiar un reembolso variable sobre las importaciones) que habíamos creado a partir de poner en marcha la «convertibilidad ampliada». Lamentablemente esta transición ordenada de la convetibilidad con cambio fijo a la convertibilidad flotante se vio frustrada por el Golpe Institucional del 19 y 20 de Diciembre de 2001. La reestructuración de la deuda, imprescindible para poder pasar ordenadamente a una convertibilidad flotante, se había anunciado el 1 de noviembre y ya el 30 de noviembre se había logrado cerrar la primera etapa transformando 55 mil millones de dólares de deuda nacional y provincial en el denominado «Préstamo Garantizado» que suponía liberar a los tres años siguientes de amortización de capital y reducir el costo anual de intereses en 4 mil millones de dólares. El mismo día que cerrábamos exitosamente esta primera etapa de la restructuracion nos vimos obligados a imponer el «corralito» porque la opinión de la Subdirectora gerente del FMI en el sentido de que un país que decidiera restructurar su deuda debía imponer controles de cambio provocó una enorme corrida bancaria la última semana de noviembre. Pero el corralito podría haber sido levantado en 90 días, plazo dentro del cual se iba a completar la restructuración de la deuda para abarcar a los 44 mil millones de dólares de bonos que no habían entrado en la primera etapa. Lamentablemente en lugar de completarse ordenadamente la reestructuración y haber abierto el corralito, el nuevo gobierno en Enero de 2002 creó el «Corralón», es decir, la pesificación y la fuerte devaluación, que además de agravar la situación de empleo y la recesión, reintrodujo la inflación y creo el clima de desorganización económica que ha llevado a todo el intervencionismo discresional e irracional en la economía que hoy estamos sufriendo en forma de «estanflación». Si querés leer una explicación mucho más completa de esta historia te recomiendo que leas mi libro «Estanflación» publicado en 2008 por Editorial Sudamericana.

      1. Muchas gracias por su detallada respuesta y por el tiempo que se tomó para redactarla. Al leerla, ratifico mi arrepentimiento por haber contribuido, siquiera mínimamente, a la caída de un gobierno al que había votado en 1999 y por el cual me sentí traicionado. No cuestiono mi rebeldía, pero sí mi ingenuidad táctica como ciudadano, ya que detrás de las movilizaciones populares estaban agazapados los que luego llevaron al país a la lamentable situación actual. No sólo peronistas, sino también muchos radicales.
        No me ha sido posible comprar su libro porque vivo actualmente en Madrid, pero lo compraré en formato electrónico o en alguno de mis viajes a Buenos Aires.
        Atentamente
        Juan Manuel

        1. Muy bien Juan Manuel. Hace poco estuve en Madrid y di una Conferencia en el Instituto de la Empresa. La próxima vez que vaya y de alguna conferencia te voy a avisar.

      2. Finalmente pude comprar su libro en edición digital en la librería Casa del Libro de Madrid, curiosamente (o no) al mismo precio que lo habría pagado en Buenos Aires. Es interesante, muy didáctico y de agradable lectura. Considerando que fue escrito en 2008, resulta altamente premonitorio de la situación actual y, lamentablemente, de lo que vendrá hasta 2015. Tuve oportunidad de ver algunas entrevistas periodísticas que le hicieron cuando presentó el libro y he escuchado las críticas que se le hicieron desde diversos medios por haber errado con su pronóstico de estanflación para los años 2010 y 2011. Ahora está quedando claro para más de uno que el crecimiento de 2010 y 2011 no anula las tesis estanflacionistas, pues las causas siguen ahí. Lo único que pudo hacer el Gobierno argentino durante esos dos años es postergar los efectos mediante un irresponsable programa de aumento del gasto público que ahora pasa factura y agrava el problema.
        Por favor, no deje de avisarme cuando dé una conferencia en Madrid.
        Atentamente
        Juan Manuel

        1. Me alegro Juan Manual que haya conseguido el libro en Madrid. Aquí está agotado, pero Sudamericana está por lanzar una edición digital. Nos mantenemos en contacto. Saludos.

  6. Hola Domingo:
    ahora que veo tu blog, aprovecho para hacerte una pregunta (de varias) que quiero hacerte.
    El periódo de convertibilidad duro 10 años, en el mismo el $1= 1 USD.
    Qué es lo que nos debería haber pasado, si efectivamente, hubiésemos cambiado el papel moneda del peso por el papel moneda del dólar, como ocurre hoy en día en El Salvador, Ecuador y Panamá? por menccionar los países que conozco donde circula el dólar como moneda de uso corriente.

    Desde ya agradezco tu respuesta.

    Carlos

    1. Hubieran utilizado el argumento de la dolarización obligatoria para pesificar compulsivamente como lo decidieron al hacerse del Gobierno en enero de 2002. Imaginate que habiendo libertad para elegir la moneda, decidieron transformar a los dólares de los depositantes en pesos para que su devaluación fuera extrema, cuanto más incentivados a hacerlo hubieran estado si el dólar era la única moneda de curso legal en el país. Basta ver cuál es el consejo que los inspiradores de la pesificación de 2002 le han venido dando a Grecia y España: le sugieren que transformen los Euros en Dragmas y Pesetas, respectivamente.

  7. Domingo, leyendo este post me queda mas claro lo que le pregunte en el mensaje anterior sobre como frenar la inflacion en Argentina. Por lo visto la pregunta actual no es si va a haber Rodrigazo sino CUANDO va a haber Rodrigazo. No me aviso si vino a Barcelona en el ultimo año. Sigo esperando ver una conferencia suya en persona. Piense que lo admiro, seria un placer para mi. Espero que me avise! Gracias, damian

    1. Hola Damián. La última vez que fuia barcelona fue hace algunos años, cuando me invitó el Club de Economistas de esa ciudad a una conferencia conmemorativa de su cincuentenario. Desde entonces no volví. El lunes primero de abril voy a estar en Madrid, pero sólo por 24 horas. Un abrazo.

  8. Sr. Cavallo, sigue siendo actual su artículo y mas que nunca el efecto electrodomésticos y consumo eléctrico con bajas tarifas. Al panorama actual se le suman 10 millones de pobres y al estado como principal empleador gracias a los subsidios. Mi impresión es la de estar parados en un volcán y como pyme tengo la sensación de que todo lo que hacemos o hagamos por producir y generar trabajo no será suficiente para contener semejante desequilibrio.
    Creo que el actual gobierno nos lleva a un Rodrigazo controlado que finalmente hará explotar el volcá. Aprecieré su opinión. Muchas gracias
    Luis P.

    1. Coincido Luis. Será completo o en cuotas, pero el rodrigazo ya es inevitable. Un abrazo.

      1. Estimado Dr. Cavallo,

        Siendo un joven de 25 años, no he vivido el Rodrigazo aunque he leido acerca de sus causas y consecuencias (que no es lo mismo que haberlas vivido). En mi humilde opinion, las variantes macroeconomicas actuales presentan una similitud llamativa con respecto a las de aquella epoca, aunque creo que las magnitudes (lease niveles de inflacion, balanza fiscal y de cuenta corriente etc.), aun no llegan a los niveles pre-Rodrigazo. Repasando las consecuencias que un proceso simil-Rorigazo conlleva, y apelando a su experiencia y conocimiento, me gustaria pedirle consejo, en materia economica, acerca de cómo deberia reaccionar un joven profesional independiente, para poder estar mejor preparado y contrarrestar los efectos que pueden llegar a desarrollarse en un futuro cercano. Desde ya muchas gracias y apreciaré sus opiniones.

        1. Es difícil dar un consejo en general, sin saber como desarrollás tu profesión. El mayor problema cuando hay una situación como la del Rodrigazo es que si tenés ahorros invertidos en activos financieros denominados en pesos, podés perder un alto porcentaje de su valor. Además el golpe inflacionario viene acompañado de una fuerte recesión, de manera que baja la demanda de todo tipo de bienes y servicios y se hace más difícil para todo el mundo generar ingresos suficientes como para mantener el nivel de vida anterior. Si estás endeudado procurá que la deuda no esté pactada a tasa flotante o en moneda extranjera. Un fuerte abrazo.

  9. Impecable el artículo Dr. Cavallo, más actual que nunca. Su descripción detallada fué profética, casi dos años antes de que se produzca. Hoy estamos asistiendo a la caída de un régimen absurdamente intervencionista, depredador y que introdujo terribles distorsiones a la economía real mediante subsidios gigantescos y un manejo inconciente de la masa monetaria circulante. En su momento, como ministro de economía del Dr. Menem, usted instaló (recuerdo) en determinado momento la idea de una convertibilidad ampliada, que llevaría al peso a flotar contra una canasta de monedas, que incluía al Euro y (si mal no recuerdo) también al Real. Una vez que pase toda esta tormenta, y siendo que las arcas del BCRA quedarán muy mermadas y afectadas, y con recesión instalada, seguiría siendo viable esa idea? o una nueva convertibilidad flotante por asi llamarla no prolongaría aún más la recesión en el tiempo habida cuenta de que estaríamos ante un escenario de restricción monetaria y de abrupta caida del gasto público y privado? Cual sería la «salida hacia adelante ideal» a su criterio? Desde ya muchas gracias por su tiempo.

    1. La caída del gasto público y de los ingresos en términos reales va a ser provocada por las sucesivas devaluaciones y la aceleración inflacionaria de los próximos dos años. Un nuevo gobierno que tenga respaldo popular y le diga la verdad a la gente va a poder crear un sisitema monetario nuevo (yo creo que el que mejor permitiría reducir los costos del ajuste y generar estabilidad y crecimiento en forma rápida, es uno de convertibilidad flotante, como la que tiene Perú. Un abrazo.

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