Los chinos ven a la crisis global como una oportunidad para corregir desajustes internos

Durante la última semana escuché muchas exposiciones de altos dirigentes chinos y participé en discusiones sobre lo que debe hacer China frente a la crisis financiera global. Tengo la sensación que esta vez, como ya ocurrió en 2005, los debates en este quinto Foro sobre las Finanzas Internacionales (IFF2008) permiten anticipar las futuras políticas del Gobierno Chino.

Yo había participado, en el año 2005, en la segunda versión de este mismo foro. En esa oportunidad presenté el trabajo que habíamos preparado con Joaquín Cottani titulado: “Debería China revaluar su moneda?” Pocos meses después de aquella reunión, el Banco Central de China anunció su nueva política cambiaria, precisamente la cuestión que había sido motivo de debate en el foro. Desde entonces la moneda china (el Ramimbí, su nombre internacional, o el Yuan, como se lo denomina popularmente dentro de China) se apreció más del 20 % con respecto al Dólar. Esto ayudó a China a neutralizar, en parte, el impacto inflacionario interno del aumento de los precios internacionales de la energía y los alimentos.

 

El manejo de la política cambiaria por parte de China en los últimos tres años estuvo a mitad de camino de la que aplicó Brasil (que dejó que su moneda, el Real, se apreciara frente al Dólar, mucho más que lo que se apreció el Ramimbí) y la que aplicó Argentina (que prácticamente mantuvo fijo el valor del Peso frente al Dólar). Igual que Argentina, China apeló además a la fijación de precios internos de la energía y de los alimentos bastante por debajo que los internacionales. En consecuencia debió financiar, como nuestro país, un fuerte aumento en el presupuesto de subsidios, algo que para China no es un gran problema porque su situación fiscal es muy holgada y no depende de la bonanza internacional. En esta materia aventajan significativamente a nuestro país, cuya holgura fiscal es totalmente dependiente de los altos precios de los productos de exportación.

 

Para esta nueva reunión del foro, su quinta versión, Joaquín Cottani y yo preparamos justamente un nuevo trabajo titulado: “Distorsionando la micro para embellecer la macro” en el que criticamos este tipo de intervención estatal en el sistema de precios de mercado acompañados por subsidios fiscales, aplicados en forma extrema por Argentina y en forma más moderada, pero igualmente distorsiva, también por China.

 

A pesar de que nuestro trabajo no elogia, sino que, por el contrario, advierte sobre los costos y peligros que acarrea este tipo de intervención estatal en los mercados y lo hace no sólo en referencia a nuestro país, sino también a la propia China, los organizadores del evento publicaron nuestro trabajo, en Inglés y en Chino, en el libro conmemorativo del IFF2008. Una clara demostración de que el Gobierno Chino no le tiene miedo a las críticas, algo muy diferente a la actitud del Gobierno Argentino.

 

La importancia que el gobierno Chino le dio a esta quinta versión del Foro sobre la Finanzas Internacionales 2008 se podía visualizar en las amplias avenidas de Beijing que estuvieron embanderadas toda la semana con emblemas y leyendas alusivas a esta reunión. Los organizadores del foro destacaron que este tipo de decoración de la ciudad, alusiva a eventos que se desarrollan en la misma, ocurrió en sólo tres ocasiones durante este año: las otras dos fueron las olimpiadas y el encuentro reciente entre los líderes gubernamentales europeos y asiáticos. Destaco este detalle anecdótico, porque sugiere que las discusiones que tuvieron lugar en el foro no caerán en saco roto, como no lo hicieron las discusiones del 2005.

Para no agobiar a los visitantes de este blog con demasiados detalles, paso a resumir mis conclusiones sobre lo que los chinos están haciendo para transformar a la crisis financiera global en una oportunidad.

 

En primer lugar ya han decidido implementar políticas monetarias y fiscales expansivas de la demanda interna por montos que en los próximos cuatro años significarán, en conjunto, alrededor del 15 % de su Producto Bruto Interno. Lo pueden hacer porque frente a la bonanza externa de los últimos años habían aplicado precisamente políticas monetarias y fiscales internas restrictivas y habían acumulado un impresionante nivel de reservas internacionales. Es interesante destacar además, como ya lo señalé en mi nota anterior sobre la crisis global vista desde China, que estas medidas de expansión fiscal, a pesar de que procuran elevar la demanda interna, no se desentienden de la necesidad de impulsar aumentos de productividad. De esta forma apuntan a que haya también una respuesta rápida de la oferta de bienes y servicios y no aumente la inflación.

 

En segundo lugar, y esto surgió explícitamente en las discusiones del foro, los chinos aprovecharán la baja de los precios internacionales de la energía y los alimentos y las menores presiones inflacionarias que vienen desde afuera de su economía, para acercar rápidamente los precios internos a los precios internacionales, de manera de evitar los subsidios destinados a financiar distorsiones y poder dedicar esos recursos a financiar rebajas de impuestos que hasta hoy encarecían los costos de los productos de exportación. Es decir, el Gobierno Chino se prepara para remover todas las distorsiones a las que se refiere nuestro trabajo sobre Argentina y China.

 

En tercer lugar, los Chinos utilizarán toda su influencia en los organismos y foros internacionales, así como el uso externo de la capacidad de financiamiento que le otorga su fuerte nivel de reservas internacionales, para asegurarse que los países del mundo no apliquen políticas comerciales de cuño proteccionista y, por el contrario, mantengan sus economías abiertas al comercio, tanto en relación a los bienes y servicios en general como en relación a los productos de origen chino. Esto significa que China no brindará apoyo financiero a los países que impongan restricciones a la entrada de productos chinos a sus economías, salvo que esas restricciones estén especialmente aceptadas por las reglas de la Organización Mundial del Comercio y sean no discriminatorias contra China.

 

Así como en varias de mis notas anteriores sugerí a nuestros gobernantes prestar atención a la experiencia de Brasil, aprovecho esta nota, escrita mientras estoy volando de Beijing a New York, para exhortar a Cristina y Nestor Kirchner a prestar mucha atención a las decisiones del Gobierno de Hu Jintao, porque la experiencia China les puede ayudar a advertir cuan equivocado es el enfoque con que se están conduciendo tanto la política económica como la política exterior en Argentina. Lamentablemente mientras Bush, Lula, Brown, Sarkozí y casi todos los demás líderes mundiales se reunieron bilateralmente con el presidente Chino en oportunidad de la reunión del G-20 en New York, tal como lo muestran las tapas de todos los diarios de China del domingo 16 de noviembre, nuestra cancillería no encontró interesante, o no consiguió, una entrevista de Cristina Kirchner con Hu Jintao. Una pena.

 

 

 

La recesión global vista desde China

Mensaje de Domingo Cavallo enviado por email desde China.

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El domingo 9 de noviembre, cuando tomé el avión para Beijing en el Aeropuerto Kennedy de New York, elegí para leer durante el viaje los diarios financieros en su edición de fin de semana (Finantial Times y Wall Street Journal) y el New York Times en su versión dominical, siempre llena de información y de interesantes artículos de opinión. Además de los comentarios sobre los primeros pasos de Obama como Presidente Electo de los EEUU, el otro tema central de los diarios era precisamente la sugerencia de muchos economistas y líderes de naciones occidentales al Gobierno Chino para que impulsara el consumo de las familias como forma de contribuir a la vez, al sostenimiento de la creación de empleos en China y a actuar como motor impulsor de la economía global, dado que el tradicional motor norteamericano estará apagado por un tiempo.

Apenas me bajé del avión en Beijing pude conseguir un ejemplar del China Daily, que ya traía los detalles del paquete de estímulo al crecimiento que había sido anunciado precisamente durante el fin de semana. No caben dudas que los chinos están respondiendo con velocidad al nuevo rol que les reclama el mundo. Esto demuestra que el argumento que se escuchaba meses atrás, sobre el peligro que significaba para la economía global que repentinamente el Gobierno Chino saliera a vender títulos del tesoro americano provocando una fuerte caída del dólar y una suba de la tasa de interés de las operaciones en esa moneda, era equivocado. La crisis que se ha desatado nada tiene que ver con semejante actitud desestabilizadora de los chinos, sino que, por el contrario, si esa crisis va a encontrar un freno y se eventual reversión, será entre otras cosas, gracias al accionar del Gobierno Chino.

Como sostuve en los artículos que escribí en mayo de 2007, en Asia se descubren las claves del desarrollo y los chinos demuestran conocer muy bien cómo funciona la economía de mercado. Lo que más me impresionó del paquete de expansión fiscal anunciado por China, es que, a diferencia de lo que le reclamaban los expertos occidentales, el paquete no constituye sólo un impulso al consumo de las familias, sino que pone un gran énfasis en la inversión en infraestructura económica y social, casi siempre dirigida a mejorar la productividad de la economía.

Quiero detenerme un momento en esta cuestión, porque aquí radica, precisamente, la gran diferencia de enfoque de los macroeconomistas occidentales, especialmente de aquellos acostumbrados a razonar sobre economías maduras, y la de los economistas y líderes políticos chinos que, a mi juicio, tienen una percepción más acabada de lo que la crisis global puede significar para las economías emergentes.

Los macroeconomistas occidentales critican el énfasis que los chinos han puesto en las exportaciones y la inversión como motores de su crecimiento económico y destacan, como característica negativa, la baja propensión a consumir de las familias chinas. Como ahora predicen que la recesión global disminuirá el mercado para las exportaciones chinas y reducirá la inversión en los sectores vinculados a la producción exportable, recomiendan que el gobierno chino promueva simplemente el aumento del consumo de las familias.

Los economistas y líderes políticos chinos también consideran conveniente lograr que el consumo de las familias aumente, pero no desean hacerlo a través de mecanismos que puedan afectar negativamente a la productividad. Por eso ponen énfasis en inversiones urbanas y rurales destinadas apuntalar el aumento de la productividad y el empleo. De esa forma esperan incrementar también el consumo, pero por la vía indirecta de aumentar los ingresos ganados por las familias en base a su trabajo productivo y no como dádivas del gobierno.

De ahí que a diferencia de lo que le sugieren desde occidente, no han lanzado un paquete fiscal basado en subsidios sociales sino, fundamentalmente, enderezado a crear empleos y aumentar la productividad. Cuidarán también la competitividad externa de su economía y tratarán de mantener lo más alto posible el ritmo de sus exportaciones.

Este último aspecto, que ha sido bien entendido por el Presidente Lula, tal como lo refleja el discurso que pronunció el sábado pasado frente a los ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales del Grupo de los 20, pone a la estrategia comercial proteccionista y aislacionista del Gobierno Argentino absolutamente a contramano de la estrategia China. No me cabe ninguna duda que los chinos mantendrán bien abierta su economía, pero sólo frente a los países que no recurran a restricciones cuantitativas ni a aumentos de aranceles como forma de frenar las importaciones procedentes de China. Creer que los chinos nos comprarán sin preguntarnos como tratamos a las importaciones procedentes de China es una ingenuidad que nos puede costar muy caro en el escenario mundial que se perfila cada vez con más claridad: una economía global en la que la recuperación y el futuro crecimiento dependerá más de la demanda china que de la demanda norteamericana.

En sucesivas notas, tocaré otros aspectos de la política con que los chinos se preparan no sólo para enfrentar sino, sobre todo, para tratar de revertir, la crisis global en la que ya ha entrado el mundo. Varios aspectos de la estrategia china, especialmente aquellos que tienen que ver con los impuestos distorsivos y el alejamiento de los precios internos de la energía de los precios internacionales, permiten visualizar con más claridad los errores que está cometiendo el Gobierno Argentino al adoptar medidas cada vez más alejadas de la lógica de la economía de mercado.

Domingo Cavallo